Cada una de las batallas que afrontamos en nuestro día a día es una oportunidad para que podamos ser virtuosos, aunque no siempre las veamos así. Dice el padre José Luis González, en su libro Heridas que sanan y dan vida, que cuando le pedimos a Dios que nos ayude a crecer en alguna virtud, nos permite pasar por situaciones que seguramente veremos como reto, pero que en realidad son momentos que nos concede para que, con su ayuda, podamos practicar la virtud que le pedimos.
Solo en oración podremos reconocer cuáles son nuestros vicios y debilidades; y una vez identificados, podremos presentarlos al Señor humildemente para que Él las transforme en virtud, como el alfarero que moldea el barro, pues Dios valora los corazones que se acercan con humildad.
Virtudes para vencer cada batalla
Algunas de las batallas más comunes son contra los siete pecados capitales y a cada uno corresponde una virtud que lo contrarresta:
Una de las primeras batallas a las que nos enfrentamos al despertar es la pereza, puesto que suena el despertador y muchas veces no queremos levantarnos a la primera. Aquí el famoso «minuto de oro» será tu mejor aliado.
Consiste en que a la primera que suene tu despertador te levantes y así habrás vencido la primera batalla del día; habrás vencido la pereza con pequeños logros que van desarrollando grandes hábitos.
Castidad ante la lujuria
Si estás enfrentando esta batalla, seguramente te has encontrado con «amigos» que te envían fotos indecentes para que consumas pornografía, con el argumento de que es «normal»; también puede ser que hayan tenido conversaciones donde se hablen de temas que desvaloran la dignidad del ser humano.
Evita amistades que solo busquen reunirse para hablar de temas indecentes y no abras los mensajes que incluyan contenido inapropiado.
Templanza ante la gula
Esta virtud se atribuye a medir cualquier impulso que sienta nuestro cuerpo, y en este caso, podemos evitarlo al comer de más, por lo que esta virtud nos ayudará a decirle al cuerpo que no manda sobre nuestro espíritu.
Caridad ante la envidia
La caridad es vivir en el amor fraterno, por lo que puedes dedicar momentos de tu día a ayudar al otro, alegrarte por sus logros y hacer las cosas con amor y cariño.
Generosidad ante la avaricia
Dice el Papa Francisco qué «hacer pequeñas acciones con cariño ensancha el corazón», de modo que podemos compartir con alegría lo que tenemos con los demás o tener pequeños detalles con ellos, como dejar una notita que recuerde el cariño que tenemos a la persona.
Paciencia frente a la ira.
Si pedimos paciencia, seguramente se nos presentarán momentos en los que nuestra paciencia se ponga a prueba, ya sea en el tráfico, en alguna discusión o en el trabajo.
Aprovecha esos momentos para disfrutarlos y sácales provecho. Lleva un libro para cuando tengas que esperar; ante una discusión, escucha al otro; si vas en el tráfico puedes ofrecer un momento de oración o aprovechar para llamar a un ser querido con el que hace mucho que no hablas.
Karen Hutch, Aleteia
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