Aquí podemos ofrecerle sólo unos cuantos aspectos
de las mil maravillas de la Santa Misa
La Fuente de la propia esperanza. |
¡Cuánta necesidad tiene la humanidad de volver a descubrir en el Sacramento Eucarístico la fuente de la propia esperanza! S.S. Benedicto XVI |
Acordaos de mí ante el altar del Señor. |
Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio, sin que os de pena. Sólo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mí ante el altar del Señor. (Palabras de Santa Mónica en su lecho de muerte.) San Agustín |
Cuando Jesús se digne venir a mí en la santa comunión. |
Que la Bienaventurada Virgen María, purifique mi cuerpo para que sea el tabernáculo de Jesús, menos indigno de poseerlo cuando se digne venir a mí en la santa comunión. San Pio de Pietrelcina |
¿No te parece más bien estar en el cielo? |
Cuando ves al Señor inmolado yacer en el altar, al sacerdote inclinado hacia la víctima en ademán de orar, teñidos los oferentes de la preciosa sangre, ¿te pa- rece que estás en la tierra o entre hombres? ¿No te parece más bien estar en el cielo, libre de las concupiscencias de la carne, contemplando las celestiales maravillas? San Juan Crisóstomo |
¡Jesús se encarna de nuevo! |
¡Oh sublime dignidad del sacerdote en cuyas manos Cristo Jesús se encarna de nuevo! ¡Oh celestial misterio obrado maravillosamente por el Padre, el Hijo y Espíritu Santo, con el ministerio del sacerdote! San Agustín |
En La Santa Misa es que experimenta mayor gozo la Madre de Dios. |
Así como la sabiduría divina escogió entre las vírgenes a una virgen de quien naciese el Salvador del mundo, del mismo modo instituyó Cristo el sacerdocio para repartir en todo tiempo al mundo los tesoros de la Redención por medio del santo sacrificio de la Misa y de los sacramentos; por esto la Santa Misa es en la que experimenta mayor gozo la Madre de Dios, y es la delicia de los bienaventurados, el auxilio más eficaz de los vivos y el mayor consuelo de las almas del purgatorio. Beato Alain de La Roche op |
En lo que la Iglesia ofrece se ofrece a sí misma. |
Toda la ciudad redimida, es decir, la asamblea comunitaria de los santos, es ofrecida a Dios como un sacrificio universal por la mediación del Sumo Sacerdote que, bajo la forma de esclavo, se ofreció por nosotros en su Pasión, para hacer de nosotros el cuerpo de una tan gran Cabeza... Éste es el sacrificio de los cristianos: "siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo" Rm 12,5. La Iglesia celebra este misterio en el sacramento del altar, bien conocido de los fieles, donde se muestra que en lo que ella ofrece se ofrece a sí misma. San Agustín, Doctor de la Iglesia |
Apostolado de la Santa Misa Diaria
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