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jueves, 27 de febrero de 2025

Cómo la Biblia regresó a muchos protestantes a la Iglesia

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Leer la Biblia con profundidad y coherencia ha hecho que muchos hermanos regresen a la Iglesia católica, incluso llegando a ser verdaderos apologetas cristianos

En las últimas décadas un buen número de pastores protestantes de diferentes denominaciones se ha convertido al catolicismo. Cada uno de ellos ha tenido su propio proceso de conversión pero todos ellos se sienten agradecidos por “su regreso al hogar”. Y de distintas maneras continúan sus caminos como verdaderos apologetas del cristianismo.

La ejemplar y admirable investigación bíblica, profunda y coherente, que ellos describen es la que tratamos de resumir aquí.

¿Cuál es la Iglesia verdadera? ¿La Biblia antes que la Iglesia?

Liturgia de la palabra

Para los protestantes, la Biblia es el “único” fundamento de fe, doctrina y conducta. Niegan, por tanto, la autoridad de la Iglesia. Pablo responde claramente a este problema en 1 Tim 3, 15:

“Para que así sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad”.

Por tanto el fundamento de la verdad no es la Biblia, sino Jesucristo continuado por su Iglesia. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).

Sin embargo, para ellos, como solo la Biblia tiene autoridad, solo en la Biblia pueden encontrar la Iglesia verdadera: todos inician su conversión con una rigurosa búsqueda en las Sagradas Escrituras.

En este análisis se enfrentan con la primera cuestión: ¿en cuál de las pretendidas Iglesias se encuentra la plenitud de la gracia y del conocimiento divino?: (cf. Mt 28, 19-20; Jn 20, 30; Ga 1, 9; Ef 1, 22; 2, 21; 1 Ts 2, 7; 2 Ts 2, 15; 1 Ti 3, 15; y 1 Jn 2, 19; 4, 6).

Además, la división entre los cristianos no solo es contraria a lo dispuesto por Jesús, sino que también es causa de incredulidad para muchos (Jn 17, 21.23).

Cuando analizan el fondo eclesial de la Biblia y del cristianismo primitivo, comienzan a ver la Iglesia católica como la verdadera Iglesia de Jesucristo.

Esta es la Iglesia que descubren en la Biblia:

Una Iglesia apostólica: Jn 15, 16; 20, 21; Lc 22, 29-30; Mt 16, 18; Jn 10, 16; Lc 22, 32 ;Jn 21, 17; Ef 4, 11; 1 Ti 3, 1.8; 5, 17,

Con autoridad: Mt 28, 18-20; Jn 20, 23; Lc 10, 16; Mt 28, 20

Perpetua: Is 9, 6-7; Dan 2, 44; 7, 14; Lc 1, 32-33; Mt 7, 24; 13, 24-30; 16, 18; Jn 14, 16; Mt 28, 19-20

Infalible: Jn 16, 13; 14, 26; 1 Ti 3, 15; 1 Jn 2, 27; Hch 15, 28; Mt 16, 19.

Con unidad completa (espiritual y visible) de esa Iglesia: Jn 10, 16; 17, 17-23; Ef 4, 3-6 [cf 3, 21; 4, 14]; Rm 16, 17; 1 Co 1, 10; Flp 2, 2; Rm 12, 5; Col 3, 15.

Confirmada por el testimonio de los Padres de la Iglesia: en los primeros siglos de la era cristiana: San Clemente Romano (97 d.C.), San Justino Mártir (155), San Ignacio de Antioquía (165), Tertuliano (197), San Cipriano (250) y San Agustín (397), entre otros.

Respetando la Tradición: Pablo en Ts 2,15: “Así que, hermanos, estén firmes, y retengan la tradición que han aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra”.

“Los alabo, hermanos, porque en todo se acuerdan de mí, retienen las tradiciones tal como se las entregué” (1 Cor. 11,2).

Hay Tradición oral y escrita: (2 Tes 2,15; 2 Tim 1,13-14; 2,2). Pablo no hace distinción entre las dos formas.

Primacía del apóstol Pedro

Pedro fue el primero entre los Apóstoles: Mt 16,18-19; Lc 22,31-2; Jn 21,15-17.

El nombre de Pedro aparece el primero en todas las listas de los apóstoles; un ángel indica que él es la cabeza de los Apóstoles (Mc 16m7), y es aceptado por los otros (Hch 2:37-8,41).

Pedro realiza el primer milagro del tiempo de la Iglesia (Hch 3,6-8), pronuncia la primer anatema (Hch 5,2-11), resucita muertos (Hch 9,40). Es el primero en recibir a los gentiles (Hch 10,9-48), y su nombre es mencionado más que a ninguno de los otros discípulos puestos por junto (191 veces).

Con todas esas características, la evidencia bíblica y la historia señalan a la Iglesia católica como la Iglesia de Jesucristo.

¿Cuál es la Biblia correcta?

Su siguiente paso es decidir en cuál de las Biblias deben realizar su investigación.

Los protestantes heredaron la Biblia de la Iglesia católica que la conservó y protegió durante los 16 siglos anteriores, no solamente en lengua griega y latina sino traducida a muchas otras lenguas vernáculas

Pero hay siete libros de la Biblia católica que los protestantes no admiten, aparte de importantes diferencias de traducción: Tobías, Judit, 1 y 2 de Macabeos, Eclesiástico, Sabiduría y Baruc, más las adiciones en griego de Ester y Daniel.

Los protestantes llaman apócrifos a estos libros y los católicos los llaman Deuterocanónicos.

Martín Lutero excluyó de su traducción bíblica esos libros, como intentó excluir, también, las cartas de Santiago y el Apocalipsis.

Estos libros que excluye Lutero son los mismos que excluyeron, en el Concilio de Jamnia, los judíos fariseos (anticristianos), año 90 d.c., por considerarlos de cultura griega e influencia cristiana. Eso mismo hacen los protestantes. Eso es lo que hizo Lutero.

Por otro lado, los hallazgos más recientes en Mar Muerto o Rollos de Qumrán, prueban que esos siete libros también se encontraban en su original arameo o hebreo antes de ser traducidos al griego en la Biblia de los 70.

Hay que tener en cuenta que Jesucristo y los primerísimos cristianos, cuando hablan de la Sagrada Escritura no se refieren al Nuevo Testamento que se redactó posteriormente y cuyo contenido fue transmitido por la Tradición oral y escrita.

“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho”.

Juan 14,26

¿Y quién interpreta la Biblia?

"Sépanlo bien: nadie puede interpretar por sí mismo una profecía de la Escritura, ya que ninguna profecía proviene de una decisión humana, sino que los hombres de Dios, movidos por el Espíritu Santo, dijeron sus mensajes".

2 Pedro 1, 20-21

El propio Lutero, al final de su vida sufre las consecuencias de la libre interpretación de la biblia reclamada por él mismo.

Y en 1525 tuvo que lamentar la triste situación que se había creado desde el principio a causa de la interpretación privada de la Escritura. Afirmó:

"Hay tantas sectas y creencias como cabezas. Aquel miembro no quiere tener nada que ver con el bautismo; otro niega el Sacramento; un tercero cree que hay otro mundo entre este y el Último Día. Algunos enseñan que Cristo no es Dios; unos dicen esto, otros aquello. Si un rústico, por rudo que sea, sueña o se imagina alguna cosa, ya se cree que ha oído el susurro del Espíritu Santo, y se cree que él mismo es un profeta".

Grisar, Lutero IV, 386ss

Los investigadores protestantes descubren que los católicos “de a pie” confían inteligentemente esa tarea al Magisterio de la Iglesia por varias razones:

  1. El fiel común no dispone de tiempo suficiente para dedicarse cada uno a “investigar e interpretar” correctamente un libro tan profundo como la Biblia, aunque lo conocen bien y lo utilizan para encontrar a Dios y orar, para ilustrar su piedad y cultura.
  2. Comprenden que esa labor de investigación e interpretación ha llevado siglos de reflexión a personas especializadas y con conocimientos suficientes en disciplinas muy concretas: historia del pueblo hebreo y de la Iglesia Católica, lenguas como el arameo, hebreo, griego y latín; exégesis bíblica, teología, arqueología, géneros literarios,… Bibliotecas y más bibliotecas han acumulado durante esos siglos una ciencia teológica que tiene la veteranía y catadura del vino bien acunado y que, el paso del tiempo no ha hecho más que perfeccionar.
  3. Mt 16,19: “Todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos y…” Observan como la Iglesia ha empleado durante más de veinte siglos esa autoridad de forma muy prudente y concienzuda, tomando muchos años, a veces siglos, de investigación para definir las verdades de la fe tan espléndidamente expuestas en el Catecismo que es un verdadero tratado de teología sistemática con fundamento bíblico.
  4. En su doctrina no dependen de lo primero que se le ocurra a un párroco o a un teólogo, o incluso a un Obispo, por inteligentes que sean. Ni siquiera dependen de que un papa sea santo y haya habido papas viciosos. La Iglesia está gobernada por el Espíritu Santo. “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho” (Juan 14,26).

Javier Ordovás, Aleteia

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