
"Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). El llamado de Cristo hace 2 mil años continúa hoy en día, y un nuevo aliento parece estar surgiendo en los últimos años, como lo demuestra el aumento del número de catecúmenos en varios países. El centro de investigación estadounidense Pew Research Center unió fuerzas con la Universidad de Cracovia para realizar un estudio sobre la evolución del panorama religioso mundial entre 2010 y 2020.
Publicado el 9 de junio, revela que el cristianismo sigue siendo la religión principal, con 2 mil 300 millones de cristianos. Sin embargo, el número de musulmanes en el mundo ha alcanzado los 2 mil millones y está experimentando el mayor crecimiento. "Los musulmanes son el grupo religioso de más rápido crecimiento en la última década", afirman los autores, quienes recopilaron 2 mil 700 estudios, encuestas y censos para obtener estas cifras.
¿Qué hay del cristianismo? Durante la última década, el número de cristianos ha aumentado en 122 millones, alcanzando los 2 mil 300 millones. Sin embargo, su número (todas las denominaciones en conjunto) no ha seguido el ritmo del crecimiento de la población mundial entre 2010 y 2020. África subsahariana alberga actualmente el mayor número de cristianos, superando a Europa.
En 2020, el 30,7 % de los cristianos del mundo vivían en África subsahariana, en comparación con el 22,3 % en Europa. Este cambio se explica por las diferencias en las tasas de crecimiento natural entre ambas regiones (con tasas de fecundidad mucho más altas en África que en Europa), así como por la desafiliación cristiana en Europa Occidental.
Progresión de los "ningunos"
En Europa y, más ampliamente, en Occidente, quienes se declaran sin religión son los que más crecen. Han crecido un 24,2 % en diez años y ahora representan mil 900 millones de personas (en 2020), el tercer grupo más numeroso del estudio, después de los cristianos y los musulmanes. Este fenómeno es sorprendente, dado que las personas sin afiliación religiosa suelen ser mayores y tienen tasas de fertilidad más bajas, lo que las sitúa en desventaja en términos de crecimiento poblacional, explican los autores del estudio.
Ante estas dinámicas contrastantes, la llamada misionera de Cristo resuena con mayor urgencia y relevancia. La Iglesia, si bien se enfrenta a grandes desafíos en las sociedades secularizadas, también ve abrirse nuevos caminos para la evangelización. Donde las estructuras se desvanecen, los corazones despiertan. El testimonio personal, la belleza de la liturgia, la fuerza de los sacramentos y el ímpetu de una fe vivida con alegría se convierten en signos proféticos capaces de conmover las almas.
En un mundo en busca de sentido, la Buena Nueva sigue siendo un tesoro que se ofrece, con humildad pero con valentía, con la seguridad de que es Dios mismo quien actúa a través de quienes envía. "¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!" (1 Co 9,16), escribió san Pablo. Este grito sigue siendo el de la Iglesia hoy: una Iglesia que cree, que espera y que ama.
Agnès Pinard Legry, Alegría
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