La experiencia de una joven boliviana con una familia polaca:
"Nos adoptó con ternura”
"Nos adoptó con ternura”
Ary Waldir Ramos Díaz, aleteia
“Estas familias de Polonia no sólo nos han abierto las puertas de la casa, sino del corazón. La pareja que nos hospeda nos ha brindado su cuarto, nos han dado su cama”, explica a Aleteia Luz Erika Limachi Mejia, boliviana, peregrina de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) desde la diócesis de Poznan, al norte del país.
“Estas familias de Polonia no sólo nos han abierto las puertas de la casa, sino del corazón. La pareja que nos hospeda nos ha brindado su cuarto, nos han dado su cama”, explica a Aleteia Luz Erika Limachi Mejia, boliviana, peregrina de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) desde la diócesis de Poznan, al norte del país.
El papa Francisco instó a los jóvenes a que la JMJ sea un signo de misericordia. De hecho, dar posada al peregrino forma parte de las obras de misericordia corporales. Y esto es lo que hacen varias familias en Polonia.
El idioma de la misericordia es el que se habla en casa del matrimonio polaco Alicya y Aleksander Borowki, según cuentan embelesadas de tantas atenciones recibidas las chicas bolivianas Luz Erika y Graciela Arandia, huéspedes de la familia.
Los Borowki con gestos y el uso de las manos derribaron la barrera lingüística entre risas, abrazos y manos atentas para resolver cualquier necesidad de “huésped”, que consideran en palabras suyas (dicho popular polaco): “Visita en casa, Dios en casa”.
Miłosierdzie (misericordia en idioma Polaco) es una palabra vivida. La creatividad del encuentro, parafraseando al papa Francisco, florece en el uso de la tecnología para traducir pequeños vocablos y palabras del español al polaco para entender qué desayunan, si les gustó lo preparado, o si necesitan planchar la ropa, en fin. “La comunicación no ha sido un problema”, reitera Luz Erika.
“No solamente hemos tenido unos “papás” en los Borowki, sino también una tía, Alina Kuciak, una amiga de la familia que se ha acercado para ayudar”, agradece.
“La mamá preparó la sopa tradicional para nosotras… nos sentíamos como niños de kinder nombrando cada casa en la mesa: tomate (pomidoren polaco), pasta (makaron)”, añade sonriendo.
Luz Erika y Graciela forman parte de un grupo de 18 jóvenes bolivianos peregrinos provenientes de la diócesis de El Alto (13 jóvenes), de La Paz (2) de Santa Cruz (2) de Tarija y (2) de Sucre.
Ellos superaron algunas dificultades y condiciones: preparar espiritualmente el evento, conseguir billetes de avión, documentos, convencer a las familias no practicantes católicas de que sus hijos querían vivir esta experiencia, o reunir fondos para ayudar a los compañeros sin recursos, entre otras.
“Estamos en la diócesis de Poznan. Hemos pasado por la ciudad de Gostyn 2 días, 3 días en Dolsk y 2 días en Poznan”, cuanta Luz Erika el itinerario reconciliador recorrido por su grupo en la preJornada.
La acogida del grupo boliviano involucra a casi toda la comunidad en cada diócesis polaca y a las autoridades civiles.
Cabe destacar que, tras seis meses de preparación, 45 jóvenes de la diócesis de Dolsk recibieron ayer al grupo de bolivianos para hacerles sentir en casa a través de una fiesta de bienvenida. “Es el idioma del amor lo que estamos viviendo”, sostiene la joven boliviana.
El programa de la PreJornada, en general, consiste en peregrinajes a varias iglesias, diócesis, catequesis, charlas, bailes, música en la declarada “Tierra de san Juan Pablo II” y todo a la espera del gran evento: el encuentro con el papa Francisco que viajará a Cracovia del 27 al 31 de julio.
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