Había olvidado de compartir también la última estación del beato Liberio.
El entierro de Cristo, Peter Paul Rubens, c. 1612 –
Óleo sobre lienzo, Getty Center, Los Angeles, California
14ª Estación: Cristo es sepultado
Desciende de la cumbre del Calvario el fúnebre cortejo, llevando el cuerpo muerto de Jesús. Getsemaní, testigo de sus horas de agonía, va a ser el relicario que custodie tres días la más apreciada joya, la santa humanidad. Miraban los antiguos con espanto la sima pavorosa del sepulcro, fracaso de la vida, imperio de la muerte, festín de los gusanos. Nosotros, los cristianos, mirámosla tranquilos, desde que en sus tinieblas morara nuestro Dios. Estación de descanso de unas horas, mientras que llega el día del Juicio Universal. Túnel, en cuya boca se dibuja la luz de otra ribera, donde la fe me llama, donde el amor me espera. Tierra donde se pudre nuestra carne, para nacer de nuevo con vida indeficiente, como se pudre el trigo bajo el surco, para nacer el tallo y la dorada espiga. ¡Te adoramos, Señor, con rendimiento! ¡Inmaculada Virgen, madre nuestra, tus hijos hoy venimos a consolar tu triste soledad!
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