amparolatre, aleteia
Los libros salvan vidas, sí. Este año mi post en el Día del Libro quiere poner el acento en esta idea.
Otros años he optado por hablar de títulos que en casa han tenido éxito en los últimos meses, pero hoy me apetecía hablar de en qué medida las historias, las reflexiones, la sensibilidad o el ritmo que podemos encontrar en una novela o un ensayo nos ayudan a ampliar horizontes, a superar un problema, se convierte en la fuente de inspiración de un gran proyecto o en el balón de oxígeno necesario para vencer la rutina.
Pero hay casos en los que los libros salvan vidas. El escritor vasco Fernando Aramburu profundizaba en este idea durante una entrevista radiofónica a principio de curso. Fueron los libros, “vivir otras vidas”, entre otras cosas (en la entrevista explica que también fue determinante tener la posibilidad de vivir en una ciudad grande y crecer en un ambiente cristiano), lo que le salvó de caer en el mundo de la violencia y el terrorismo, en una época en la que muchos chicos y chicas de su generación acabaron atrapados por el discurso radical.
Su historia me recordó la de mi amigo Shane O’Doherty con una historia de conversión a sus espaldas impresionante, que tiene su origen en la lectura de la Biblia, mientras cumplía condena en prisión.
Así que, sí; creo que no exagero si digo que los libros salvan vidas.
Este 23 de abril mi marido y yo hemos estado un poco sosos. Ni rosa, ni libro. Este año, la jornada nos ha pillado por sorpresa. Pero en el último momento, después de verla mucho rato trabajando a solas en su habitación mi hija mediana me ha hecho el mejor regalo que podía recibir hoy. “Cosas de la vida” es el título de su “primer libro”. Ha estado trabajando duro en él. Irene tiene mucho mundo interior y una facilidad especial para contar lo que siente y lo que sucede a su alrededor. Me da en la nariz que va a encontrar mucho refugio y mucho aliento en las literatura. Desde luego tiene a quién parecerse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario