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domingo, 9 de abril de 2017

56 La Santa Misa contada en Historietas








56 La luz quita el miedo
(Cirios)

La fiesta de Navidad acababa de celebrarse. El segundo día de Navidad los aviones espías sobrevolaban el lugar sospechosamente. Llegó la noche del 28 de diciembre. El bombardeo fue terrible. Nuestra casa se tambaleaba como un barco en alta mar. El perro pequeño se esconde en el rincón entre pared y caja. Una bomba explota en el jardín vecino. La luz se apaga. La explosión arranca la puerta. Las ventanas y puertas cuelgan hacia adentro destrozadas. La oración que tanto nos tranquiliza se bloquea. Buscamos un fósforo. La oscuridad trae miedo. Hemos encontrado la quinta parte de una vela de Navidad. De repente una pequeña luz se enciende en el caos. Con la luz viene la tranquilidad. Controlamos y vemos que la casa misma no ha sufrido daños. Seguimos rezando. Así lo que queda de una velita nos trae no sólo luz sino tranquilidad, quita el miedo que nos oprime, nos permite respirar con calma.

Esta pequeña experiencia de la noche del bombardeo 1944/1945 nos dice lo que significa la vela en el altar. La vida de los hombres debe atravesar la oscuridad. Es amenazada exterior y interiormente por desgracias, destrucción y violencia. Los hombres tenemos miedo. Entonces se encienden las velas de la Iglesia antes de comenzar la Santa Misa. Nos tranquilizamos. Cristo nuestra paz viene a nosotros. Se nos quita el miedo. En nosotros hay una seguridad: "Aquí está Jesús, la luz del mundo.

La noche pascual comienza con la bendición del fuego, la bendición del cirio pascual, con el compartir del fuego pascual con todos los demás. Por eso las velas del altar nos recuerdan la luz pascual, la "luz de la noche maravillosa que tiene ocaso". Arde para el banquete pascual de la Misa.

En algunas regiones uno lleva el fuego pascual a su casa en una linterna con una pequeña vela. Con el se enciende la cocina. En otras partes llevan a casa una replica reducida del cirio pascual. De todos modos, el fuego pascual no debe ser algo solamente para la Iglesia. Necesitamos la luz también en la casa, en la vida de todos los días. Tenemos que compartir la luz con los demás para que el mundo sea iluminado.

Frecuentemente se llevan cirios en le Misa solemne, a la entrada o para el evangelio, y para la consagración. Entonces los que llevan las velas cantan un cántico hermoso a la comunidad. Aquí viene Cristo, la luz del mundo que ilumina toda oscuridad.







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