Conclusiones del experto Luis Santamaría en un webinar organizado por Aleteia
Las sectas, por definición, parece que necesitan un contacto presencial y la posibilidad de reunión grupal para poder llevar a cabo sus actividades de proselitismo. Por tanto, este periodo de confinamiento debería haber provocado un descenso de la captación de estos grupos hacia nuevos adeptos.
Y sin embargo, ¡sorpresa! Según reveló el experto español Luis Santamaría, secretario de la Red Iberoamericana para el Estudio de las Sectas (RIES), en un webinar organizado por Aleteia, las sectas han crecido aún más en este tiempo. Lo constata desde la experiencia directa de esta organización, dedicada desde hace años a ayudar a las víctimas de las sectas, y que asesora a varias Conferencias Episcopales en este campo.
La RIES colabora con Aleteia desde hace años. Fruto de esta partnership es la página especial Otros Cultos, que puede visitarse AQUÍ.
El poder del miedo
Santamaría explicó que, en efecto, “cualquier tiempo de crisis es un caldo de cultivo propicio para las sectas. Al tratarse de unos grupos que juegan, entre otras cosas, con el miedo y la debilidad de las personas, qué mejor que un contexto como el que estamos viviendo para aprovecharlo a favor de sus propios intereses”.
Estos grupos utilizan dos “palancas” para llegar a las personas: el ámbito afectivo y la necesidad de encontrar el sentido de la vida. “Precisamente, en un tiempo tan extraño como el que estamos viviendo, con lo que supone el confinamiento obligado, la parte afectiva (soledad) y la necesidad de encontrar sentido constituyen dos factores especialmente sensibles en muchas más personas que en una situación ordinaria”.
“La soledad, el alejamiento físico de familiares y amigos, la imposibilidad de una práctica religiosa normal, la ausencia de actividades corrientes de ocio, cultura, deporte y esparcimiento, la falta de consultas médicas y de profesionales de la salud mental, el surgimiento de nuevos problemas económicos, duelos muy difíciles de elaborar después de muertes que no se han podido vivir ni acompañar con humanidad, y un largo etcétera”.
Todo ello, explica el experto, constituye un “caldo de cultivo” de vulnerabilidad perfecto para exponer a muchas personas, que en otras circunstancias no se dejarían “captar” fácilmente.
El confinamiento, paradójicamente, “ha supuesto para los grupos sectarios la posibilidad de acercarse a muchas más personas de lo habitual, sin encontrar el rechazo que podrían percibir en otras ocasiones, y conectar con sus necesidades, preocupaciones o miedos”. Y la herramienta han sido las redes sociales.
El experto constató, desde la experiencia de los últimos meses en RIES, que las sectas y pseudoterapeutas han “multiplicado” su actividad en internet. “Hemos visto casos de ofrecimiento de ayuda para personas que estuvieran solas y lo necesitaran: compra de medicamentos y comida, ayuda material, etc.”
Algunos grupos han aumentado el proselitismo telefónico y el buzoneo. “Otros han aprovechado para hacer circular por las redes sociales, WhatsApp principalmente, mantras o ejercicios que hacer para afrontar personalmente la crisis, e incluso oraciones de tipo mágico”.
y es que, explica Santamaría, “cuando el mundo de fuera se tambalea, cuando lo exterior está en crisis, crece mucho más la posibilidad para los líderes de reafirmar el carácter especial de la secta como único ámbito en el que se conoce la verdad profunda de lo que está pasando, su sentido, y en el que se puede afrontar las consecuencias que vendrán”.
“¿Ves cómo teníamos razón?”
El confinamiento además ha producido el efecto “vuelta a casa” en personas que estaban empezando el proceso de desvincularse de grupos sectarios. “El que suceda un evento a nivel mundial como es esta pandemia, ha servido para que más de uno se plantee si volver a su congregación, con este simple razonamiento: ¿y si al final tuvieran razón?”.
Para algunas personas que estaban en proceso de ser captadas, el confinamiento ha “acelerado” su entrada, decidiendo romper con la familia y vivir el confinamiento en grupos sectarios.
Otros grupos, relacionados con pseudoterapias, “han aprovechado lo que estamos viviendo para volver a “demostrar” las maldades de la medicina occidental, de los sistemas sanitarios de las naciones, de la Organización Mundial de la Salud y, sobre todo, de la industria farmacéutica”, explica Santamaría. O para defender el consumo de “sustancias milagrosas” o de psicotrópicos con el mensaje de que “protegen” contra el coronavirus.
“El ejemplo más visible y que más escándalo ha causado ha sido, por supuesto, el del MMS, el hipoclorito de sodio, que es un tipo de lejía al que llaman “solución mineral milagrosa”, de ahí las siglas. Hay algunos personajes en España, a quienes no quiero hacer publicidad, que defienden a capa y espada que este desinfectante industrial –que es lo que es – sirve para combatir el coronavirus. Y en otros muchos países. En América Latina, muchos católicos están también en esta onda, cosa que no acabo de entender”, explica el experto.
En conclusión, añadió el experto, “un momento como éste es ideal para las sectas, para las pseudoterapias, para la conspiranoia irracional. Lo que está sucediendo es, según los gustos, “la crisis ya anunciada”, “el cumplimiento de las profecías”, “el final para un mundo inicuo que no ha reconocido a nuestro líder o que no ha hecho caso a nuestra predicación”, “el advenimiento de una nueva era”, etc. Pero, en resumen, una ocasión para aprovecharse de los miedos de las personas”.
El webinar completo puede verse aquí:
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