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lunes, 24 de octubre de 2022

Evangelio del día


Evangelio según San Lucas 13,10-17.

Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga.
Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera.
Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, estás curada de tu enfermedad",
y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: "Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado".
El Señor le respondió: "¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber?
Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?".
Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Carta apostólica “Dies Domini”, 24-25 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana


Curado en sábado, signo del día de la nueva creación

El día de la nueva creación: la comparación del domingo cristiano con la concepción sabática, propia del Antiguo Testamento, suscitó también investigaciones teológicas de gran interés. En particular, se puso de relieve la singular conexión entre la resurrección y la creación. En efecto, la reflexión cristiana relacionó espontáneamente la resurrección ocurrida « el primer día de la semana » con el primer día de aquella semana cósmica (cf. Gn 1,1-2,4), […]. Esta relación invita a comprender la resurrección como inicio de una nueva creación, cuya primicia es Cristo glorioso, siendo él, « primogénito de toda la creación » (Col 1,15), también el « primogénito de entre los muertos » (Col 1,18).
El domingo es pues el día en el cual, más que en ningún otro, el cristiano está llamado a recordar la salvación que, ofrecida en el bautismo, le hace hombre nuevo en Cristo. « Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos » (Col 2,12; cf. Rm 6,4-6). La liturgia señala esta dimensión bautismal del domingo, sea exhortando a celebrar los bautismos, además de en la Vigilia pascual, también en este día semanal « en que la Iglesia conmemora la resurrección del Señor »,24 sea sugiriendo, como oportuno rito penitencial al inicio de la Misa, la aspersión con el agua bendita, que recuerda el bautismo con el que nace toda existencia cristiana.  (EDD)

Oración

Has escogido, Señor, la semilla más pequeña para demostrar tu poder. Lo pequeño lo haces grande, y así comparas tu Reino con la semilla de mostaza, la más pequeña y la que se hace más grande. 

También has escogido a los más pequeños, los pobres y excluidos , y a los que nos sentimos incapaces de hacer cosas grandes, salvo cuando estamos injertados en Ti, Señor. Porque Tú eres el Señor de todo lo Creado, y así te ha parecido bien hacer las cosas.

Te pedimos, Señor, la sabiduría y la fortaleza de proclamar tu Verdad con paciencia y perseverancia, sabiendo que, poco a poco, crecerá y llegará a todos los rincones del mundo. Porque la Verdad ha sido proclamada para extenderse por todos los lugares y para llegar a todos los hombres. Y llegará, a pesar de tantas dificultades y obstáculos que, los que quieren impedirlo, pongan en el camino.

Eso sí, Señor, que no abandonemos el cultivo de esa pequeña semillita, aunque no veamos resultados, y que sostengamos la confianza de que echará raíces y frutos que llegarán a todas partes del mundo. 

Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna, y si comparas tu Reino con la lavadura que fermenta la masa y se hace grande hasta compartirse con y para muchos. Yo quiero pedirte, Señor, que transformes mi corazón en esa levadura que, introducida en la masa, la fermente y la llene de tu Gracia y tu Palabra.

Dame, Señor, esa capacidad para poder ser semilla y levadura, y donde quiera que vaya mi vida, sea una oportunidad de sembrar y fermentar tu Palabra de salvación. Amén.














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