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miércoles, 26 de octubre de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Lucas 13,22-30.

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió:
"Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'.
Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'.
Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'.
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Juliana de Norwich (1342-después de 1416)
reclusa inglesa
Libro de visiones y revelaciones del amor divino (Révélations de l'amour divin, 39).


Nuestro lugar en el festín del Reino de Dios

Dios, en su gracia especial, visita a quienes tienen gran contrición, compasión y verdadero deseo ardiente de él. Ellos son súbitamente liberados del pecado y el dolor y llevados a la dicha tal cómo los santos. Por la contrición somos purificados, por la compasión preparados, por el verdadero deseo ardiente de Dios somos hechos dignos. Estos son los tres medios, según yo comprendí, por los que todas las almas llegan al cielo, es decir, que han sido pecadores en la tierra y serán salvados. Toda alma pecadora debe ser curada por medio de estos remedios. Aunque ya curada, sus heridas son consideradas por Dios como signos gloriosos. En contrapartida de tristezas y penitencias de aquí, que son como un castigo, en el cielo seremos recompensados por el amor bondadoso de nuestro Señor. (…) Él considera el pecado de los que lo aman como tristeza y sufrimiento, sin atribuirles culpa alguna, ya que lo aman. La recompensa que recibiremos allí no será pequeña, sino grande, honorable, gloriosa. Así toda vergüenza se cambiará en gloria y alegría.
En su bondad, nuestro Señor no quiere que sus servidores desesperen por el hecho de sus lamentables y frecuentes caídas, ya que nuestras caídas no son obstáculo a su amor. Su paz y amor están siempre con nosotros, viviendo y actuando. (…) Quiere que sepamos que él es el fundamento de nuestra vida en el amor y nuestro protector eterno. Nos defiende con potencia contra todo tipo de enemigos, esas fieras furiosas contra nosotros. Tenemos gran necesidad de él porque, por nuestras caídas, frecuentemente damos ocasión a los enemigos. (EDD)

Oración

Espíritu Santo, dulce huésped del alma,

muéstranos el sentido profundo de amar a Duis

y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con fe,

en la esperanza que no defrauda,

en la caridad que no espera recompensa.


Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios,

memoria y profecía de la Iglesia,

dirige la humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret

el Señor de la gloria, el Salvador del mundo,

la culminación de la historia.


¡Ven, Espíritu de amor y de paz!


Espíritu creador, misterioso artífice del Reino,

guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones

para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio

y llevar a las generaciones venideras

la luz de la Palabra que salva.


Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo,

ven y renueva la faz de la tierra.

Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad,

para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento

de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.


¡Ven, Espíritu de amor y de paz!


Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia,

haz que la riqueza de los carismas y ministerios

contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo,

y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados

colaboren juntos en la edificación del único reino de Dios.


Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz,

suscita solidaridad para con los necesitados,

da a los enfermos el aliento necesario,

infunde confianza y esperanza en los que sufren,

acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.


¡Ven, Espíritu de amor y de paz!



Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón,

orienta el camino de la ciencia y de la técnica

al servicio de la vida, de la justicia y de la paz.

Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones,

y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.


Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne

en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha,

haznos dóciles a las muestras de tu amor

y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos

que tú pones en el curso de la historia.


¡Ven, Espíritu de amor y de paz!


A ti, Espíritu de amor,

junto con el Padre omnipotente

y el Hijo unigénito,

alabanza, honor y gloria

por los siglos de los siglos. Amén.














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