Cómo evitar que llegues a acumular estrés, según varios consejos de la coach Sheila Morataya
Los humanos somos hijos de la tierra… y de Dios. No importa el lugar que escojamos para vivir, siempre nos conectará a la naturaleza la belleza del pasto en primavera y verano; los sonidos de las cascadas muy arriba en la montaña y el dulce volar de las mariposas.
Pero también somos parte de lo que es sobrenatural, de la respiración y del viento. De Dios. Todas estas cosas nos invitan a escuchar. Dios también quiere ser escuchado.
En el tiempo de la tecnología
¿Escuchas? ¿Cómo escuchas? ¿Eres de las personas que preguntan ‘¿qué dijiste?’, para seguir con un ‘lo siento, estaba distraído’?. Este tiempo en la tierra es de una infinita tecnología, la que hoy navegamos y la que tiene la habilidad de conectarnos con una cantidad de información que ya nos sobrepasa, nos enloquece, nos ensordece.
Cada vez más preferimos escuchar lo que hay en internet o el teléfono antes que a las personas. Esta tecnología nos ha vuelto gente viviendo en piloto automático, crees que escuchas pero no puedes responder a esa pregunta que alguien te hace.
Estamos distraídos mientras los bebes lloran por nuestra atención. Esa atención que quizá hasta la década de los 90, las madres y padres todavía podíamos dar. O esa atención que nos podíamos brindar a nosotros mismos.
Escuchar es afirmar al otro en su existencia
En las últimas semanas he escuchado muchas historias. Las personas vienen a psicoterapia porque necesitan ser escuchadas. Necesitan ser afirmadas.
No hay nada más relajante para el cuerpo y para el alma que estar con una persona que nos brinda su atención al cien por cien. Hay personas que naturalmente son escuchadoras y otras que son las habladoras. Pero para aquellos que no saben escuchar, esta es una habilidad que se puede desarrollar.
Escuchar lo que dice mi cuerpo
Para todos es importante escuchar el cuerpo. La terapia somática enseña a las personas a escuchar a su cuerpo para poder detectar dolores, traumas y enfermedades como la depresión o los estados ansiosos del ánimo.
La mujer, por su naturaleza misma de acoger la vida, amamantar, cuidar y cultivar el corazón y los hábitos tiene un riesgo más alto de sufrir estrés. Por ello es importante escuchar lo que quiere decirle su cuerpo cuando se enoja fácilmente, empieza a llorar sin un por qué o al final de su columna aparece un dolor constante.
Por eso no hay que tener miedo de aprender a escuchar nuestro cuerpo.
Por medio de la enfermedad, el dolor, la fatiga, la rabia, la depresión, o el aumento o pérdida de peso repentino, el cuerpo dice: escúchame, estoy cansado. Tienes que parar y descansar.
Puede sonar contradictorio, pero es cierto. La investigación sobre el multitasking de la Universidad de California, Irvine, revela que las personas no solo tienden a cambiar de actividad cada tres minutos, durante el transcurso de un día de trabajo típico, sino que les lleva mucho más tiempo volver a la tarea original.
La profesora Gloria Mark de Irvine, le dijo a Fast Company en el año 2008 cómo el multitasking conduce a «niveles más altos de estrés, frustración, esfuerzo mental, sensación de presión de tiempo y carga de trabajo mental». (Time, Special Edition, página 13)
Nos enfermamos porque no nos escuchamos.
Las prácticas para escucharme y escuchar a los demás tienen la intención de:
- ayudarme a conocerme para conocer;
- aceptar que escuchar mis necesidades emocionales y hasta espirituales no es egoísta
- y comprobar que, al hacerlo, se abre un contentamiento interior que me da la experiencia de experimentar los momentos fugaces de felicidad
- y sobre todo, me vuelve capaz de escuchar y estar al cien por cien para los otros.
Prácticas para mejorar la salud mental
Elige un día a la semana para darte permiso de cuidar de ti misma. Quizá un paseo por la playa, una visita a la manicura o un retiro espiritual. El doctor Daniel Goleman, autor del libro que hoy es un clásico, Inteligencia Emocional, dice que un estado relajado y alerta es óptimo para cualquier rendimiento en cualquier campo. Los atletas intentan entrar en ese estado, porque es cuando el cerebro procesa mejor y la mente funciona en su apogeo. (TIME Special Edition, página 14)
Termina tu día tal y como lo has planeado. Un estudio del año 2016 encontró que las personas que deben estar disponibles después del trabajo son las que tienen más alto el cortisol, la hormona del estrés. Mientras tanto, otro estudio muestra que mientras haga su trabajo, dedicar más horas no lo convierte en un mejor trabajador a los ojos de su jefe.
Cuidar de uno mismo no es algo egoísta. Es una medicina necesaria en un mundo que constantemente nos pide más y más de nosotros mismos. Un mundo que también nos pide a gritos escucharnos los unos a los otros.
Sheila Morataya, Aleteia
Vea también: La Fornicación: te destruye a tí y al otro
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