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viernes, 21 de junio de 2024

Todos hacemos pasitos diminutos hacia la rehabilitación definitiva: la historia de Cédric y Sophie

                                 El se accidentó al principio de su matrimonio,
                               el libro-testimonio de Sophie ya está en español


La escultora Sophie Barut en su taller,
trabaja temas espirituales y de fragilidad, y habla de fe y superación









Sophie Barut, diseñadora de interiores, escultora y artista, escribió Volveré antes de que anochezca (Rialp) a partir de la experiencia de acompañar a su marido, Cédric, que quedó seriamente discapacitado tras un traumatismo craneoencefálico. El accidente sucedió al principio de su matrimonio, cuando eran jóvenes. Su arte expresa  sus vivencias y exploran la fragilidad.

Volveré antes de que anochezca es un testimonio de superación y espiritualidad construida sobre la paciencia y la esperanza.

Portada del libro de Sophie Barut Volveré antes de que anochezca

La paciencia y el tiempo: saber adaptarse

Muchos convalecientes y personas en rehabilitación lo olvidan: la recuperación, en caso de ser posible, lleva su tiempo. Y no todas las etapas pueden ser quemadas. Ni con motivación, ni con ejercicios/medicamentos, ni con el dinero.

Es como si un padre de bebé de pecho, saliendo de casa al trabajo, se sorprendiera al regresar por la noche y ver ¡que el bebé aún no camina! Las mejoras se consiguen paso a paso, y a veces a paso de tortuga.

Nadie nos garantiza ni promete una vida sin sufrimiento y dificultades. El testimonio de Sophie Barut nos recuerda que hay que seguir adelante. Pase lo que pase. Con dolores y sin memoria, con un horizonte reducido hasta las paredes del hospital, hasta la próxima revisión.

El que mira más adelante y nos da fuerzas

Es vital el papel de un ser cercano, que no esté doblado por el dolor y que sea capaz de mirar un poco más adelante.

Él nos recordará que todo este infierno solo es una etapa, que los tejidos sanan, que los ligamentos se entrenan, los nervios se recuperarán. Sanarán más o menos, pero estarán mejor que ahora.

Las palabras que ahora se balbucean con dificultad, dentro de un mes serán inteligibles hasta para los extraños. Y también se puede viajar en una silla de ruedas, que para eso están.

Sophie Barut trabaja en sus esculturas, foto de Lofti Dakhli:

Sophie Barut trabaja en sus esculturas, foto de Lofti Dakhli

A pesar de todo, Cedric sigue siendo un lisiado, discapacitado con problemas de memoria. No es como él se hubiera imaginado a sus 50: ni ciclista, ni dibujante. Pero juega a tenis de mesa ¡y gana copas para la euforia de cuatro hijos! Además, gracias a nuevas tecnologías, ¡ilustra libros! A menudo pecamos de demasiada inventiva para el mal olvidando que la del bien es aún más fuerte.

La fuerza de los seres queridos

Cuando leemos testimonios de superación de los pacientes, nos sorprenden y animan con su fuerza de voluntad y perseverancia. Pero es frecuente que no prestemos atención a los familiares, personas cercanas que invierten su tiempo, su cuidado, su amor y a saber cuántos nervios para hacer compañía, animar, sostener, alimentar con cucharita, asear, masajear, suministrar medicamentos al paciente… y todo eso sin dejar de atender a hijos, padres, casa, trabajo. Detrás de cada gran paciente hay un gran cuidador.

La recuperación de Cedric (hasta el punto del final del libro) llevó 20 años. Sin duda, los avances han sido grandes. Además de la implicación abnegada de Sophie, hubo médicos competentes, cuidadores y asistentes a tiempo completo, parientes y amigos dispuestos a ayudar.

La resolución judicial a favor de Cedric como víctima de un accidente de tráfico hizo posible la financiación de todo el despliegue de asistencia sanitaria. En estos asuntos el dinero juega un papel enorme. No parece que la familia hubiera podido mantener a 4 hijos ni hacer rehabilitaciones durante 20 años con el medio sueldo de la madre.

El primer capítulo termina con las palabras “su vida corre peligro”, y el segundo capítulo se titula “Prepárense para un despertar muy largo”. Es que, incluso sin accidentes de tráfico y sin enfermedades graves, nuestra vida siempre “corre peligro”.

Sophie Barut y su marido Cédric suelen contar su historia en retiros y encuentros de fe o matrimoniales

No cambia el ser, sólo lo periférico

La enfermedad, la mutilación, ¡la edad! nos cambia. A veces tanto que parecemos irreconocibles: sin pelo, con menos piernas, con fallos mentales.

La reflexión de Sophie: “Lo que ha cambiado es solo periférico, no es su “ser” íntimo” nos hace pensar que al paciente también le es difícil volver a ser el mismo. Los médicos, centrados en la carne del enfermo, en sus pulsaciones, porcentajes de recuperación y puntos de tal o cual escala, olvidan - ¡y hacen olvidar al paciente! - que su alma, su “ser” íntimo, no ha sido golpeado por un coche descarrilado, no fue troceado por el bisturí.

A menudo esta alma, aturdida por calmantes y letanías materialistas, se pierde entre batas blancas, catéteres y muletas.

Tras sus primeros nueve meses de lucha, Sophie se recordó a sí misma (y a nosotros) la clave para ponerlo todo en perspectiva: “Ver el alma de Cedric como es, siempre, y solo el alma”.

Las palabras del Cedric convaleciente pensando en Dios también son reveladoras: "Sin Él, soy un montón de carne encima de una cama".

Y es que Dios es el protagonista de este testimonio, el verdadero sostén de Sophie y Cedric: “Frente a un Dios crucificado ¿quién puede escandalizarse de la desgracia? ¿Del dolor?”

Sophie no se escandaliza, espera en Dios y sigue adelante, paso a paso, centrada en lo presente. El matrimonio, lleno de confianza, busca y recibe con gratitud a 4 hijos.

En momentos de hundimiento y tristeza, buscan oxigenarse en retiros, en conversación con sacerdotes y amigos cristianos, los padres de ambos son creyentes, por Cedric rezan comunidades monásticas, ¡todos están movilizados: ¡al mazo dando, pero siempre a Dios rogando! Y Dios se muestra fuerte en medio de la más pronunciada debilidad humana.

Sophie y Cédric en 2019

Todos damos pasitos a la "rehabilitación final"

Todo ser humano es mortal, pero, como decía el diablo en la novela de Bulgakov El maestro y Margarita (Alianza Editorial), “lo grave es que es mortal de repente”. Y desde este punto de vista, aunque cualquiera de nosotros puede morir, técnicamente, de repente, toda nuestra vida es un despertar muy largo. Un despertar para la vida eterna.

Todos hacemos pasitos diminutos hacia nuestra rehabilitación definitiva. Con o sin ayuda, a veces en medio de adversidades, con errores, desfallecimientos y rebeliones. Como Cedric en su cama, sala de terapia, silla de ruedas. Podría ser que lleguemos más rápido desde la camilla que en bici o coche.



En 2019 Cédric y Sophie contaban su testimonio de fe, perseverancia y lenta mejora en un encuentro provida (aquí en francés).

Tatiana Fedótova, ReL

Vea también      Testimonios de Fe ante la Enfermedad y la Discapacidad


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