El Evangelio
de hoy destaca la importancia de escuchar, hablar y actuar. Jesús habla de
los que "escuchan estas palabras mías", de los que gritan
"Señor, Señor" y de los que ponen en práctica sus enseñanzas.
Aunque escuchar y hablar son aspectos significativos de nuestra fe, Jesús
deja claro que, sin acción, tienen poco valor. La fe debe vivirse en la
práctica, no sólo expresarse con palabras o pensamientos. Este pasaje
concluye el Sermón de la Montaña de Jesús, subrayando el propósito de sus
enseñanzas. Sus palabras no están destinadas a ser simplemente admiradas o
escuchadas pasivamente. Tampoco pretenden inspirar sólo expresiones
verbales de devoción, como la oración o la alabanza. Por el contrario, son
una llamada a la acción, a encarnar sus enseñanzas en la vida cotidiana.
Jesús nos invita a ir más allá de las palabras y a pasar a los hechos,
viviendo el mensaje transformador del Sermón de la Montaña. Un cuadro que
muestra la fe en acción es el de Van Gogh Buen samaritano. Tras
otra grave crisis nerviosa en 1890, Vincent van Gogh recurre al lienzo como
forma de consuelo. Tenía un grabado en blanco y negro de El buen
samaritano, de Eugène Delacroix. El enfoque de Van Gogh distaba mucho de
ser una mera imitación de ese grabado. Reimaginó la escena con sus
características pinceladas audaces, colores vibrantes y emoción cruda,
transformando el grabado en blanco y negro en un resultado vívido. Vincent
capta la esencia de la fe en acción, retratando al samaritano cuando
levanta activamente al herido para subirlo a su burro, un momento rebosante
de esfuerzo físico y urgencia compasiva. En este
cuadro, el hombre herido necesitaba tiempo y cuidados para recuperarse, un
viaje de curación que refleja las propias luchas de Van Gogh por reparar su
espíritu fracturado. Con El buen samaritano, Van Gogh también puede estar
aludiendo a su hermano Theo, su firme apoyo y samaritano personal, que
siempre estuvo ahí para levantarle en sus momentos más oscuros. |
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