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lunes, 19 de junio de 2023

Misioneros en la ciudad más fría del mundo: atienden una parroquia de 3 millones de kilómetros

Dos salesianos cuentan su experiencia siberiana en Yakutsk y Aldán,
a 50 bajo cero


El padre Jozef Toth habla con un periodista yakuto en Yakutsk...
superado un cáncer, vuelve a Siberia

 

A unos 500 kilómetros al sur de Yakutsk, que es considerada la ciudad más fría del mundo, está Aldán, una población de 20.000 habitantes en Siberia, en la república de Sajá, dentro de la Federación de Repúblicas rusas. (Hay lugares más fríos, pero no son ciudades, sino aldeas o bases polares).

La temperatura media en Aldán en diciembre y enero es de -21ºC bajo cero (con una temperatura mínima media de -30ºC). A veces alcanza los -50 bajo cero.

Aldán acaba de cumplir 100 años. Nació en 1923 con la minería del oro. Además de ferrocarril y un pequeño aeropuerto, tiene algo que escasea en muchos cientos de kilómetros a la redonda: un cura católico.

Se trata del sacerdote misionero salesiano Jozef Tóth, natural de Eslovaquia. De joven pensaba ir al cálido Ecuador, pero lo mandaron a la gélida Yakutia en cuanto se hundió la Unión Soviética, en 1991. Yakutia, llamada más recientemente república de Sajá, tiene 3 millones de kilómetros cuadrados, es la mayor entidad regional del mundo. Y para evangelizarla en 2023 cuenta con 2 curas, y algunos hermanos salesianos, en Aldán y en Yakutsk. En Aldán le acompaña un hermano coreano. Ha tenido hace poco ayuda de dos religiosos de lugares cálidos, de Burundi y de la India.

Parroquia Cristo Sol de Verdad con nieve en Yakutsk, la ciudad más fría del mundo

Parroquia Cristo Sol de Verdad con nieve en Yakutsk, la ciudad grande más fría del mundo.

La parroquia católica de Yakutsk está dedicada a Cristo Sol de Verdad. La de Aldán, a San Nicolás. En la de Yakutks hay un curioso viacrucis pintado por el artista Sergey Avelev que muestra a Cristo y otros personajes con apariencia asiática. En Yakutia24.ru, el padre Jozef calculaba que un 40% de sus feligreses eran nativos de Yakutia. Abundan los feligreses filipinos y vietnamitas. Antes había parroquianos polacos y lituanos, pero casi todos se han trasladado más recientemente a la Unión Europea.

Via Crucis en la parroquia católica de Yakutsk, con rasgos orientales

Via Crucis en la parroquia católica de Yakutsk, con rasgos orientales.

Los primeros misioneros al caer la URSS

Tóth llegó tras la perestroika con otros dos salesianos, incluyendo un párroco veterano que hablaba bien ruso. Eran los primeros sacerdotes en llegar a Aldán en muchas décadas, incluso dos años antes que los curas ortodoxos. "La gente sabía muy poco sobre el mundo espiritual y la vida espiritual. Fuimos aceptados desde el lado humano. Había hambre de espiritualidad", recuerda, hablando con el diario católico eslovaco Svet krestanstva.

Los recién llegados pusieron anuncios en TV, radio y periódicos, explicando que ahora había curas católicos. Poco a poco, como es propio de salesianos, con actividades educativas, juveniles e infantiles, trabaron contacto con la gente. Organizaron obras de teatro, y también oratorios. Algunos estudiantes de esos años de final del siglo se hicieron católicos, pero casi todos emigraron después.

Confesándose con el párroco ortodoxo

Los curas católicos en la zona se llevan bien con el arzobispado ortodoxo (eparquía) que ocupa todo el territorio de Yakutia. "Tenemos buenas relaciones con el obispo, su vicario y los sacerdotes; nos reunimos, hablamos, y nos bendice", explica Tóth. También es muy amigo de su vecino el Padre Pavel, un sacerdote ortodoxo casado y con 6 hijos.

Durante un tiempo, Tóth estuvo solo en Yakutsk sin otro sacerdote a mano. Consultó al obispo ortodoxo y éste dio permiso a un sacerdote ortodoxo para confesarle durante unos meses. Hay algunos entornos ortodoxos muy anticatólicos, pero en este caso "tanto el obispo como el sacerdote eran altamente educados, tenían experiencia con países como Israel e Italia" y uno había sido misionero en Georgia, así que entendía la situación.

"El cristianismo llegó a Yakutia hace 400 años a través de sacerdotes ortodoxos. Pero la catequización y la evangelización no fueron profundas", explica. Los 70 años de comunismo y el materialismo ligado a la minería del oro generaron una cultura muy alejada de Dios.

Tras 30 años, unos 500 parroquianos muy dispersos

Parece que el primer cura católico que pasó por la zona fue un polaco en la segunda mitad del s.XIX atravesó Yakutia desde el Pacífico hacia Irkutsk. Había pioneros lituanos y polacos en su ruta, cazadores o mineros, a los que casó y cuyos hijos bautizó. Es casi seguro que no volvieron a ver ningún otro cura católico. Llegó el comunismo en 1917 y la iglesia católica en Siberia, que era pequeña, quedó oficialmente desmantelada.

El padre Tóth dice que en la actualidad hay personas de 30 y 40 años que tienen preguntas espirituales y se abren a preguntar por la fe católica. Quieren saber más de la Iglesia, de la oración, o simplemente sobre cómo afrontar mejor sus problemas.

Los católicos evangelizan con actividades sociales, oratorios y catequesis. Hacen conciertos de órgano, que atraen a un público. Y actividades de verano para niños. Tras 30 años de evangelización, cuentan con unos 500 parroquianos.

Los misioneros en los años 90 recorrían circuitos de hasta 700 kilómetros, por lo general por el río, visitando sobre todo 7 u 8 pueblos lejanos. Ahora la pastoral ha cambiado: la misión tiene menos voluntarios y se centra más en la pastoral de la ciudad.

Imágenes de enero de 2023 en Yakutsk, un invierno especialmente duro.

Parroquianos del Círculo Polar que vienen cada dos años

Con todo, hay católicos muy dispersos. "En Yakutsk, encontramos tres o cuatro familias ucranianas [católicas] que no conocíamos antes, ya veces conducimos para verlas. También hay parroquianos más allá del Círculo Polar Ártico. Vienen a Yakutsk una vez, cada dos o tres años, durante un mes más o menos".

"Una vez una mujer vino a mí desde más allá del Círculo Polar para ser bautizada. Le pregunté cuántos días más estaría en Yakutsk. Dijo que tres. Llamé al obispo esa tarde y le pregunté. El obispo me preguntó si la mujer creía y vivía correctamente. Le dije que sí. El obispo se lo pensó y me dijo que le enseñara lo básico y la podría bautizar. Pero esos son casos excepcionales. Hasta hoy ella reza, lee la palabra de Dios y viene a Yakutsk una vez cada dos o tres años".

Los peligros del frío extremo

Sobre el frío extremos en invierno, detalla que hay que evitar apresurarse porque es peligroso sudar o quedarse sin aliento: es importante, dice, inhalar por la nariz y proteger manos, pies, garganta y cabeza. Alguna vez que ha sentido que los pies se le enfriaban, enseguida ha buscado un radiador y los ha calentado. "Es importante no correr riesgos, no arriesgarse", detalla. Conoce personas que cayeron de una motonieve, se mojaron y perdieron tiempo intentando rescatar la moto. Aunque llegaron a un refugio después, ya era demasiado tarde, no tenían ni capacidad de encender cerillas y sufrieron congelación.

Él ha comprobado que en Yakutia siempre hay una semana que se alcanzan los -55 grados bajo cero. "El resto del invierno es alrededor de menos 40 a menos 45 grados. Es normal allí. Personalmente tolero bastante bien la temperatura hasta este valor. Por debajo de menos 40 ya lo siento más".

El misionero confirma que de día mantienen los motores de los coches encendidos para evitar que se congele el aceite, o bien se apagan solo media hora y luego se encienden de nuevo, para proteger la batería.

Es peligroso con ese frío que un automóvil viaje solo, por si se estropea. "La gente trata de recorrer largas distancias en invierno con dos o tres autos juntos. Muy pocos coches circulan por la taiga en invierno", detalla.

San Juan Bosco, icono en Yakutsk

San Juan Bosco, icono en Yakutsk, con los ríos, la parroquia y los mamuts que a veces se encuentran en el permafrost helado.

Pepitas de oro y carne cruda helada

También le consta que algunos vecinos pueden tener pepitas de oro, pero no las quieren vender porque temen que eso les meta en líos, que acudan autoridades y registren sus casas.

Sobre la comida, a él le gusta la "stroganina", que es "carne cruda de potro o pescado; rallan la carne congelada, la salan y listo. Para mí es un manjar. La gente de Yakutsk ni siquiera cocina completamente la carne, la comen semicruda, pensando que así ahorran algunas vitaminas". Pero hay voluntarios que han ido con los salesianos y no soportan esa comida.

Los efectos de la guerra de Ucrania

Sobre la guerra en Ucrania, constata que la lucha ha matado a jóvenes que conocía, enviados al frente. "Un chico que bauticé a los 4 años fue alcanzado por una mina. Le dañó los brazos y las piernas, estuvo en el hospital casi medio año. Veremos que pasa. Su mamá lo considera un héroe. Hay un voluntario que no regresó al pueblo, era hijo de una señora que conozco de hace 30 años. No regresó y dejó tres niños pequeños", explica.

También hay un feligrés que es marinero, sirvió al inicio de la guerra, volvió a casa en verano y se las arregló para no regresar al frente y quedarse con la familia. "Las madres, hermanas y esposas nos piden que oremos por estos muchachos, para que regresen con vida. Nuestra posición es de oración, de reconciliación y de tratar de animar a la gente", añade. Por el momento, ser extranjero, eslovaco, no le ha traído problemas.

Otra consecuencia de la guerra es que ya no hay vuelos directos a Europa. "Antes desayunábamos en Yakutia y cenábamos en Eslovaquia. Se podía hacer el viaje muy cómodamente en 13 a 15 horas. Ahora no se puede viajar en menos de dos días y es mucho más caro", detalla. Requiere dar un rodeo. De Yakutsk vuela a Moscú, de allí a Belgrado, en Serbia, país afín a Rusia, y de Serbia, a Viena, en Austria.

Tras el cáncer, de vuelta a la misión

Por edad, Jozef Tóth podría ya jubilarse, y además acaba de superar una enfermedad oncológica grave. Pero se  vuelve a Siberia.

Dice que al saber de su enfermedad "no me estremeció tanto como cuando escucho que otros han enfermado. Yo no sé por qué". Da gracias a Dios, a las oraciones de los demás, y a los médicos. "Después de dos años y medio los oncomarcadores son muy pequeños, casi insignificantes en comparación con lo que eran". "

"Pensé: si hay esta señal de la gracia y la providencia de Dios, ¿por qué no continuar trabajando? No tengo dolor ni ninguna dificultad, simplemente no puedo saltar sin romperme los huesos. Internamente, la enfermedad me liberó y me unió, cambió mi jerarquía de valores. A veces me arrepiento de que haya tenido que pasar tanto tiempo para darme un empujón espiritual", comenta. "Soy más libre, más alegre, más plantado en la viña de Dios. Sé que cada día es del Señor y de los demás, es un regalo".

De los gitanos a la Siberia profunda

Otro sacerdote salesiano, Marosh Peciar, daba más datos sobre la misión en Yakutia en otra entrevista en 2019 en el periódico católico eslovaco.

Él empezó trabajando 7 años con niños gitanos en Eslovaquia. Luego, en Pascua de 2013, llegó a Siberia. Vio que la misión salesiana estaba muy volcada en la pastoral ordinaria para intentar cosas nuevas. "Descubrimos que teníamos que trabajar con líderes a los que pudiéramos dejar la iglesia incluso si tuviéramos que irnos", detalló Peciar. "No fue fácil al principio, a mis cuarenta años de repente tuve que aprender un nuevo idioma, escribir sermones, porque aún no lo dominaba bien. Gracias a esto, una persona se somete a una limpieza interna". Con todo, el ruso y el eslovaco son ambas lenguas eslavas, y eso ayuda a los misioneros.

El sacerdote salesiano Marosh Peciar con jóvenes en Siberia

El sacerdote salesiano Marosh Peciar (con barba, en el centro) con jóvenes en Siberia; hay más de etnia yakuta que rusa o eslava.

Entre Aldán y la capital, Yakutsk, Peciar cuenta unos cien feligreses que ven cada semana en misa. Muchos son extranjeros de diferentes rincones del mundo. Y otros muchos viven muy lejos. "Tenemos alrededor de cinco pueblos indígenas alrededor de Aldán a los que vamos todas las semanas. Conseguimos ir a otros lugares una vez al mes, y a los más lejanos solo una vez al año".

La pastoral del WhatsApp

Una novedad ya en 2019 es que "casi todo el mundo tiene WhatsApp, incluso las abuelas. Vemos una gran ayuda en cómo podemos llegar a nuestros creyentes a través de la tecnología. Les enviamos catequesis, reflexiones o felicitaciones por vacaciones. Por supuesto, no hay sustituto para el contacto personal".

"Conocimos gente que nos dijo: 'Vivimos muy lejos y en condiciones difíciles. Ya pensábamos que Dios se había olvidado de nosotros. Pero has venido a compartir la fe con nosotros, y por eso sabemos que no es así'", explica, como experiencia misionera clave.

"Con nuestra oración e interés, tratamos de motivar a aquellos que no tienen la oportunidad de recibir los sacramentos con regularidad, a vivir su fe en una relación con Dios y convertirse ellos mismos en discípulos. Este modelo de guía espiritual debe basarse en la regularidad. Esa gente nos está esperando, y cuando no venimos, es una gran decepción para ellos".

Retos clásicos en Rusia: el alcoholismo y las familias sin padre

Sobre los retos de las familias en Siberia, como en el resto de la Federación Rusa, Peciar seguía señalando los dos clásicos soviéticos y postsoviéticos: el alcoholismo y las familias rotas, sin padre.

"Muchos niños crecen en familias donde la madre, la tía o la abuela es la cabeza de familia y el padre suele estar ausente o fluctuante. Las mujeres suelen tener hijos con dos o tres parejas. El papel del padre no parece ser importante para los hombres. Los jóvenes carecen de modelo para construir una familia funcional", lamentaba.

En este vídeo, un viajero argentino cuenta sus impresiones en Yakutsk (no pasa por la parroquia).

P.J.Ginés, ReL

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sábado, 13 de agosto de 2022

Los cristianos, llamados al «combate espiritual» en la sociedad

VALLADOLID


El Arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, inició su ministerio el pasado sábado invitando a los fieles a librar una batalla espiritual frente a los “extraordinarios desafíos” de nuestro tiempo.

Argüello, que es también secretario general de la Conferencia Episcopal Española, compatibilizó esta condición con la de obispo auxiliar de Ricardo Blázquez hasta que el papa Francisco aceptó el pasado 17 de junio la renuncia de este y decidió que Argüello lo sustituyera al frente del Arzobispado vallisoletano.

“Somos llamados a un combate espiritual para crecer en genuina espiritualidad de encarnación, de comunión y misionera, que llene nuestra existencia y se derrame en los ambientes e instituciones sociales, económicas y políticas en las que participamos”, aseguró en la homilía de la misa con la que inició su ministerio el sábado 30 de julio, en la catedral de Valladolid.

«Vivir y edificar la Iglesia es la mejor manera de humanizar a cada persona»

“Estamos convocados a un coloquio en favor del bien común”, recalcó. “Los desafíos de este tiempo son extraordinarios y queremos ofrecer nuestra colaboración de palabra y de obra desde una convicción: vivir y edificar la Iglesia es la mejor manera de humanizar a cada persona, desde la afirmación de su sagrada dignidad, y de hacer sociedad en servicio a los demás, desde el reconocimiento de Cristo en los empobrecidos, allí donde Él juzga la historia”.

Doble vida moral

En esa misma intervención, alertó contra el peligro de que la vida cristiana caiga en el dualismo, en la separación radical entre las distintas dimensiones del hombre creyente.

“El dualismo, más aún que la ‘doble vida moral’, es el gran riesgo de nuestra forma de ser cristianos en este cambio de época”, admitió Luis Argüello. Y concretó su advertencia: “El grave riesgo de la Iglesia de nuestro tiempo es la escisión entre fe y vida; libertad y gracia; realidad y Dios; vida privada y vida eclesial o pública; sociedad civil e Iglesia; historia y vida eterna”.

Frente a ello, apeló al desafío de una santidad que es el único modo de salir al paso de estas contradicciones interiores pues “la santidad es el resultado de la unidad de vida guiada por el Espíritu”.

“Salgamos a los caminos sin que nos escandalicen y desanimen las dificultades, pues la mesa de la Comunión está definitivamente puesta y la senda de la Misión está definitivamente abierta”, recalcó en su homilía.

No es la primera vez que Argüello sustituye la expresión guerra cultural tan en boga hoy, incluso en ambientes eclesiásticos, por la alternativa de labatalla espiritual.

VALLADOLID
Luis Argüello entra de lleno en la propuesta de «batalla espiritual» para hacer frente a los problemas contemporáneos.

Ya lo hizo el año pasado en su aportación al libro colectivo ¿Librar la batalla cultural? (CEU Ediciones) con un elaborado artículo titulado justamente ‘El combate cultural es un combate espiritual’ en el que desgrana y desarrolla los perfiles y escenarios de esa lucha.

El «mal aliento» del tentador

En aquel texto, Argüello nos recuerda que el combate es entre el ‘buen aliento’ insuflado por Dios en la creación y “que nos convoca a la vida”, y el ‘mal aliento’ del tentador, “que nos ofrece sucedáneos de lo que el corazón desea a cambio de la entrega del alma”.

El combate es, por tanto, “un combate espiritual” y es, además, “inevitable, connatural a la vida cristiana en el siglo”, añade en su colaboración para el libro de CEU Ediciones.

Ahora bien, ¿cuál es el campo de batalla de ese combate? Y ¿cuáles son los marcos que lo definen? Como primera aproximación, Argüello advierte contra un “paradigma tecnocrático” en el que la Economía reivindica una autonomía casi absoluta, frente a la política o la ética, y que proclama la “eficiencia económica” como el máximo valor social.

A todo ello se añade un modelo de persona “adiestrado para el mercado a través de una atmósfera en la que se respira una especie de ‘mística del bienestar”. Es un modelo en el que la persona ha sido reducido a individuo, y donde el afán de colaboración es sustituido por la desconfianza.

En este campo de juego en el que se libra el combate espiritual, dos lados están protagonizados por el sistema económico dominante, explica el ahora Arzobispo de Valladolid, y los otros dos “por la izquierda cultural, el progresismo, que propone autonomía radical, derecho a decidir, diversidad de identidades y ataque frontal a las fuentes de los vínculos: Dios, matrimonio-familia abierto a la vida, nación”.

Reduccionismo de la persona

En este combate hay una verdadera guerra, recuerda el actual Arzobispo de Valladolid, “contra la dignidad y el concepto mismo de persona, a la que se reduce a individuo de una especie más entre las especies, y a la que se quiere desplazar del centro de la tierra y de la historia”. Pero es también una guerra contra la vida.

El panorama social al que nos enfrentamos es calificado por Luis Argüello como “totalitarismo emergente” y lo describe a partir de cuatro rasgos principales: un capitalismo de la vigilancia, para controlar la formación de la opinión pública; un paradigma tecnocrático, frente al humanista, que aspiraba a la sabiduría; una “dictadura del relativismo”, auspiciada por la corrección política; y un “capitalismo moralista” que presenta a los poderes económicos y políticos como garantes de nuestro bien.

En su ensayo, Argüello desarrolla también otro de los ejes del conflicto cultural de nuestro tiempo, que es nuestro peculiar modo de relacionarnos con la naturaleza de la que partimos.

Cinco rasgos del conflicto cultural que vivimos

Estamos instalados en una fase cultural que se caracteriza por cinco rasgos principales, según nos explica. El primero de ellos es justamente la minusvaloración de la naturaleza humana “que queda devorada por la cultura”. Y así nos hallamos con “sujeto sin cuerpo, valores sin bien, género sin sexo, interpretaciones sin hechos, e ideología sin realidad. Identidades sin rostro”.

El segundo rasgo tiene que ver con la usurpación por parte de la política de búsquedas y aspiraciones antaño vinculadas a la religión. Así “el progreso y el ‘imperio del bien’ sustituyen al Reino”. El primero, el progreso, proclama su voluntad de construir el paraíso en la tierra, mediante la acción política y social, mientras el segundo, el imperio del bien, “pone su acento en la nueva alianza entre el hombre y la máquina para superar lo humano”.

La tercera característica tiene que ver con la disolución del valor de la diferencia sexual, una polaridad “fecunda que genera familia y nación” y que es sustituida por una “diversidad de individuos que reclaman el derecho a tener derechos y afirman identidades cada vez más diversas y enfrentadas”.

Para todo este proyecto “supuestamente liberador” es imprescindible un control de los medios culturales e informativos “para generar una cultura uniformadora de lo humano”.

Volver a confiar en la gracia

El quinto rasgo de este tiempo es el apartamiento de la gracia, lo que llega a afectar a los propios creyentes, que desconfían de su capacidad transformadora. Por ello, “el combate cultural ha de descubrir la importancia de proponer una alternativa que ponga la confianza en la gracia encarnada más que en el poder”.

Una gracia encarnada que le lleva a una propuesta para que los católicos se impliquen activamente en la sociedad con su voz y para que la Iglesia recupere el protagonismo de Dios.

El libro ¿Librar la batalla cultural? que recoge la aportación de Luis Argüello, incluye también las de otros colaboradores: el historiador Fernando García de Cortázar, los filósofos Miguel Ángel Quintana Paz, y Mariona Gúmpert, políticas como Cayetana Álvarez de Toledo o Francisco J. Contreras, y escritores y profesores como Agustín Domingo Moratalla, Pablo Velasco o Esperanza Ruíz, entre otros. 

Vidal Arranz, Aleteia 

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jueves, 22 de octubre de 2015

7 formas prácticas de preparar a tus hijos para conocer cuál es la vocación a la que Dios les llama


7 formas prácticas de preparar a tus hijos para conocer cuál es la vocación a la que Dios les llama

[Misty, la autora de este artículo, se convirtió al catolicismo desde el ateísmo hace 13 años. Antes de convertirse en madre y ama de casa había trabajado a tiempo completo como escritora y editora de una revista. Lleva casada con su mejor amigo casi veinte años y espera seguir a su lado algunas décadas más. 

 

Sus días se dividen entre la cocina, hacer la colada, ser escritora 
freelance y educar en casa a sus cinco hijos. Después de pasar gran parte de su vida en una oscuridad espiritual, revela la alegría de ser católica. Sin duda alguna, para ella el don más grande que le ha hecho el Señor ha sido salvarla de una vida sin Él.]
Una cosa que los padres más cariñosos dicen a sus hijos en un momento u otro de sus vidas es: "¡Cariño, puedes ser lo que quieras cuando crezcas!". Yo solía pensar que era una afirmación maravillosa, hasta que me convertí al catolicismo. 

Discernimiento vocacional... algo tardío
Estaba casada y embarazada de mi primer hijo cuando mi marido y yo nos convertimos juntos. Para mí no hubo un proceso de "discernimiento vocacional". Como madre novata e inmadura, cuando nació nuestra hija pasé muchos días amargos llorando por los sacrificios que tenía que hacer, resentida porque no se me hubiera dado la posibilidad de elegir antes. Me irritaba muchísimo que hubiera religiosas en el mundo viviendo con austeras dietas vegetarianas y vigilias de oración a medianoche, mientras yo comía cosas como bistec o tarta de queso sin tener la posibilidad de elegir levantarme en medio de la noche como hacían ellas. Estaba segura de que si yo hubiera sido una católica de nacimiento con un montón de posibilidades vocacionales, habría elegido ser la siguiente Madre Teresa del sur de Virginia. (Curiosamente, no se me ocurrió que si hubiera sido monja no tendría a mis maravillosos marido e hija). 



Un día, mi marido me indicó lo obvio: que mi personalidad "haz las cosas o no participes" me hubiera causado problemas en una vida religiosa. "Estarías discutiendo constantemente con tus superioras, Misty", me dijo. "Nunca serías capaz de obedecer en silencio si supieras que hay una modo mejor y más eficaz de hacer el trabajo". 

En uno de mis escasos momentos de humildad, tuve que admitir a regañadientes que él tenía razón. Y eso paró por fin mi ridícula idea romántica sobre la vida religiosa y, por fin también, me hizo abrazar mi vocación como esposa y madre. 

Nuestra vocación, ¿es cosa nuestra?

A pesar de lo idiota que había sido, esa disputa inicial con mi vocación hizo surgir algunas verdades importantes. La más importantes es que nosotros no elegimos nuestras vocaciones, Dios lo hace. ¿Por qué Dios? Porque Él nos creó y nos otorgó nuestras propias fortalezas y debilidades y, por consiguiente, Él conoce, más que nosotros mismos, qué vocación nos ayudará más a crecer en santidad y en nuestro camino al cielo. Del mismo modo que un inventor diseña una máquina que funcione mejor con un tipo determinado de combustible, así Dios nos diseña para funcionar mejor en una vocación específica

Con el tiempo, me di cuenta de que Dios sabía muy bien lo que estaba haciendo cuando me llamó al matrimonio y a la maternidad. La alegría de dar y recibir amor incondicional a través de la maternidad redimía la perjudicial relación que había tenido con mi propia madre. Ver a mi marido sacrificarse por nuestros hijos y amarlos estaba sanando la distorsionada imagen que yo tenía de la paternidad a causa de mi propio padre y que había sido un impedimento serio a la hora de confiar en Dios Padre. Los buenos frutos de abrazar mi vocación son demasiado numerosos para mencionarlos, pero ahora ¡estoy agradecida por haber tropezado con la vocación justa! 

Pienso que todos conocemos a alguien que no está contento en su vocación. Una vez conocí a un sacerdote que se enfadó cuando Benedicto XVI fue elegido porque "esperaba que tuviéramos un Papa que me permitiera casarme", dijo al asombrado comité del RICA (Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos). Esta declaración, junto a la admisión por parte del sacerdote de que detestaba predicar sobre cuestiones morales (¡!) hizo que me preguntara qué le había llevado al sacerdocio. Y todos hemos conocido a mujeres que, después de tener hijos, van tachando los días en su calendario hasta que sus hijos van al colegio o cumplen los 18 para así poder "finalmente empezar a disfrutar de la vida". Tengo por lo menos una amiga soltera que tenía entre ceja y ceja casarse a pesar de los signos que, una vez tras otra, le indicaban que tal vez estaba llamada a la vida religiosa. La mayoría de nosotros lucha dentro de la propia vocación, pero no es difícil reconocer cuando una persona está luchando con la llamada vocacional en sí. 



Discernir no es elegir: es aceptar
Dios, desde luego, puede escribir recto con renglones torcidos, incluso si resistimos a su llamada vocacional; Él puede guiarnos a una mayor santidad allí donde acabemos estando. Pero, al igual que Dios, quienes tenemos hijos sólo deseamos ver a nuestros propios hijos alcanzar su pleno potencial. Y el mejor modo de asegurarnos de que lo hagan es ayudándoles a discernir y, además, a aceptar la llamada vocacional de Dios en primer lugar. Mi marido y yo les decimos a nuestros cinco hijos que pueden alcanzar la mayor alegría y la verdadera paz si se rinden al deseo de Dios aceptando la vocación que Él elige para ellos

¿Pueden ser lo que quieran? Contrariamente a la sabiduría popular, no, no pueden. Por temperamento, yo hubiera sido una gran enfermera, pero me desmayo ante la vista de la sangre. Admiro a los ingenieros, pero no tengo facilidad para las matemáticas. Lo mismo para nuestros hijos: cada uno tiene talentos, pero ninguno hace todo tan bien como para aspirar a cualquier cosa. Por lo tanto, de una manera mucho más general, nuestro hijos necesitan aprender que el único camino verdadero para ser la mejor versión de ellos mismos es abrazar la vocación que Dios ha elegido para ellos

Siete sugerencias prácticas
¿Cuál es el mejor modo para preparar a nuestro hijos y que den su propio "fiat" a la llamada vocacional de Dios? He aquí algunas sugerencias prácticas: 

1. Hacer que el discernimiento vocacional forme parte de su vida desde temprana edad.Desde el momento en que nuestros hijos fueron lo suficientemente mayores para que se les preguntara "¿Qué quieres ser de mayor?", les instamos a escuchar la llamada de Dios. Yo incluse escribí un pequeño libro para mis hijas de preescolar, para que empezaran a pensar en su discernimiento vocacional. 

2. Facilitar que los hijos conozcan a personas que han respondido a la llamada a la vida religiosa. Siempre hemos invitado a sacerdotes, religiosas y religiosos a nuestra casa para que interactúen con nuestros hijos. Los niños tienen muchos ejemplos de personas que han respondido a la llamada de Dios al matrimonio, pero a menudo ven la llamada a la vida religiosa como una llamada para "gente especial, pero no para ellos". Dejad que pasen tiempo con religiosos, hombres y mujeres, para que vean que son gente normal (como ellos) que lo único que hicieron fue sencillamente responder a la llamada de Dios a esa vocación, perfecta para ellos. 



3. Facilitar que los hijos conozcan a personas llamadas a una vida de celibato. Esta puede ser la vocación más difícil en la que encontrar amigos, pues nuestra cultura mayormente asume que las únicas dos vocaciones son la vida religiosa o el matrimonio. Pero algunas almas son llamadas por Dios a vivir en el mundo como célibes, sirviendo a través de Cristo a sus amigos, familia y compañeros de trabajo. Somos afortunados de que algunos de nuestros amigos más cercanos son hombres y mujeres solteros que les explican a nuestros hijos la alegría que es para ellos crecer en la relación con Jesús, sobre las otras relaciones. 

4. Ver películas y leer historias acerca de todo tipo de vocaciones y discutir sus elecciones.Hay estupendas películas sobre santos que fueron llamados a la vida religiosa, pero hay también santos que vivieron como solteros y matrimonios. ¡Ved películas de todos los tipos! 

5. Enfatizar que el modo cómo nosotros trabajemos para nuestra salvación debe ser sobre todo una decisión de Dios. Cuando tu hijo te dice: "Quiero ser piloto cuando sea mayor", respóndele "Sí, Dios puede llamarte para esto". O si tu hija dice: "No quiero ser monja", di simplemente, "Creo que lo único que tenemos que hacer es esperar y ver qué vocación Dios reserva para ti, ¿no crees?" No anules su entusiasmo por su futuro, deja que disfruten de las posibilidades, como hicimos nosotros. Pero al mismo tiempo reitera con delicadeza que Dios es el que debe ponemos en el camino justo.

6. Rezar como familia por las vocaciones. Por todas las vocaciones. Incluid oraciones por los sacerdotes y religiosos y religiosas, pero también oraciones por los matrimonios y los célibes, para que crezcan en santidad. El mundo está intentado por todos los medios convencer a nuestros hijos de que el único camino para conseguir la plenitud es una relación romántica y sexual, por lo que es necesario que nos aseguremos de que nuestros hijos entienden que Dios ama la diversidad y tiene un plan único para cada uno de Sus hijos. Y por último… 

7. Entrenar a los hijos a que escuchen la llamada vocacional de Dios. Cada noche, nuestros hijos rezan una simple oración: "Querido Jesús, deseo lo que Tú deseas para mí". Siempre que tienen una dificultad les decimos que se la ofrezcan a Jesús. Nuestra esperanza es que con el tiempo se convierta para ellos en algo automático consultar a Dios cualquier decisión. Este acto reflejo de preguntar a Dios que les guíe es el que les proporcionará mayor ayuda cuando llegue el momento de tomar las decisiones serias sobre su vocación como adultos. 

Publicado en Catholic Sistas.