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viernes, 22 de mayo de 2020

Cómo celebrar en casa la Ascensión de Jesús

En algunos países, este jueves, 21 de mayo, se celebrará la solemnidad de la Ascensión del Señor; nosotros lo haremos el próximo domingo, 24 de mayo. En algunos casos, esta celebración tiene lugar todavía en régimen de confinamiento, motivo por el cual Aleteia, en colaboración con la revista Magnificat, invita a vivir esta celebración la Palabra de Dios en casa.




Guía general a la celebración
  • Puede escogerse el horario más conveniente, entre la tarde del sábado hasta la tarde del domingo.
  • Esta celebración se adapta particularmente a un marco familiar, de amistad o de vecinos. Ahora bien, en el respeto de las medidas del confinamiento, es necesario verificar si está permitido invitar a los vecinos o amigos. En todo caso, durante su celebración, deberán respetarse estrictamente las consignas de seguridad.
  • Se ha de colocar el número de sillas necesario ante un espacio de oración, respetando las distancias establecidas por las autoridades.
  • En la medida de lo posible se renovará la decoración del espacio de oración: estatuas, imágenes, iconos, velas, flores… Para subrayar el carácter festivo, se podrán añadir dibujos de los niños, flores de papel, huevos de colores, e incluso bellas guirlandas de Navidad.
  • Una cruz o un crucifijo deberá siempre ponerse en el fondo.
  • Se encenderán una o varias velas, que deberán colocarse en un soporte incombustible (por ejemplo, un plato de porcelana o cristal). Al final de la celebración, se apagarán las velas.
  • Se designa a una persona para dirigir la oración, quien establecerá la duración de los momentos de silencio y preparará la celebración.
  • Se designan los lectores para las diferentes lecturas.
  • Los presentes pueden preparar las oraciones de los fieles (aquí se propone una fórmula). Se pueden preparar cantos apropiados.

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SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Celebración de la Palabra“Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, dice el Señor

Nos sentamos.  La persona que guía la celebración toma la palabra:
Hermanos y hermanas:
en el día de la Ascensión del Señor celebramos un misterio,
el cumplimiento de la Pascua
en el cuerpo glorioso de Jesucristo,
en su cuerpo total,
constituido para siempre en su cabeza y miembros…
miembros que somos nosotros.
En este día,
Jesús resucitado ha permitido que nuestra naturaleza humana
entre en la gloria de Dios.
El Señor sube al cielo
para hacernos partícipes de su divinidad.
Para Jesús la Ascensión no es
una evasión de la condición humana:
Él permanece cono nosotros hasta el final de los tiempos.
Del mismo modo,
nuestro deseo del Cielo no debe convertirse en una evasión:
Jesús confía a los apóstoles
una misión sumamente terrenal:
estar al lado de los otros,
los miembros que conforman el Cuerpo de Cristo,
anunciando el Evangelio,
siento testigos de a su amor
hasta los confines de la Tierra.

El guía hace una pausa de un minuto de silencio y continúa diciendo:
Jesús,  hjo de Dios, Salvador nuestro,
en este domingo no podemos
celebrar la Eucaristía,
pero tú nos pides actualizarla
amándonos los unos a los otros
como tú nos has amado.
R/. Amén
Después de un momento de silencio,
todos hacen la señal de la cruz, diciendo: 
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
El guía de la celebración sigue diciendo: 
Para prepararnos a acoger la Palabra de Dios
y de este modo se convierta en motivo de purificación para todos nosotros,
reconozcamos con humildad nuestros pecados.
Sigue el rito penitencial:
Señor, ten misericordia de nosotros.
Porque hemos pecado contra ti.Muéstranos, Señor, tu misericordia.Y danos tu salvación.
Que Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados,
y nos lleve a la vida eterna.
Amén.
Se pronuncia o canta:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Recitamos el Gloria.
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros,
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. 
Amén.
Gloria in excelsis Deo,
et in terra pax hominibus bonae voluntatis.
Laudamus te,
Benedicimus te,
Adoramus te,
Glorificamus te,
Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam,
Domine Deus, Rex caelestis, Deus Pater omnipotens.
Domine fili unigenite, Jesu Christe,
Domine Deus, Agnus Dei, Filius patris,
Qui tollis peccata mundi, miserere nobis.
Qui tollis peccata mundi, suscipe deprecationem nostram.
Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis.
Quoniam tu solus sanctus,
Tu solus Dominus,
Tu solus Altissimus, Jesu Christe,
Cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris. Amen.
ORACIÓN
El guía de la celebración recita la siguiente oración:
Concédenos, Señor,
rebosar de santa alegría
y darte gracias,
ya que la Ascensión de Cristo, tu Hijo,
es también nuestra victoria,
pues a donde llegó él,
que es nuestra cabeza,
esperamos llegar también nosotros,
que somos su cuerpo. Por Cristo nuestro Señor, 
R/. Amén

Nos sentamos. El lector asignado lee la primera lectura.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (1, 1-11)
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.
Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: “No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”.
Los ahí reunidos le preguntaban: “Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?” Jesús les contestó: “A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra”.
Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse”.
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos, Señor.
El mismo lector u otro asignado lee el Salmo 46.
SALMO RESPONSORIAL
Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.

R/. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos,
aclamen al Señor, de gozos llenos;
que el Señor, el Altisimo, es terrible
y de toda la tierra, rey supremo.
R/. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Entre voces de júbilo y trompetas,
Dios, el Señor, asciende hasta su trono.
Cantemos en honor de nuestro Dios,
al rey honremos y cantemos todos.
R/. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Porque Dios es el rey del universo,
cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones
desde su trono santo.
R/. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
El lector encargado de la segunda lectura se levanta para leer,
mientras el resto de la asamblea permanece sentado.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Efesios(1, 17-23)
Hermanos: Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo.
Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.
Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro.
Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.
Palabra de Dios.

R/. 
Te alabamos, Señor.
EVANGELIO
Para aclamar el Evangelio, cantamos el Aleluya triunfal.
Todos se ponen de pie.
R/. Aleluya, aleluyaaleluya.
Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor,
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo.
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
El lector establecido lee el Evangelio,
mientras los presentes permanecen de pie.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (28, 16-20)
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.
Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.
Todos aclaman:
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
Todos se sientan. El guía repite lentamente,
como si se tratara de un eco lejano:

“Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, dice el Señor
Permanecemos tres minutos en silencio de meditación personal.  
Nos levantamos para profesar el Credo.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
ORACIÓN UNIVERSAL
Si los presentes han preparado las intenciones de oración, pueden presentarlas en este momento.
Si no se han preparado, pueden elevarse estas oraciones que aquí presentamos. El guía de la celebración dice:
Hermanos, alegres por la Ascensión del Señor Jesús, oremos junto a toda la Iglesia diciendo:
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que Cristo, desde el trono de su gloria, venga en ayuda de su Iglesia que lucha en medio de las dificultades del mundo, y no permita que sus fieles se dejen engañar por los bienes de la tierra. Roguemos al Señor.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que Cristo, sumo sacerdote de nuestro Dios, suscite abundantes y santas vocaciones al ministerio ordenado para el servicio de nuestra diócesis. Roguemos al Señor.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que Cristo, Rey de cielos y tierra, que está por encima de todo principado, potestad y dominación, inspire a los que gobiernan las naciones sentimientos de paz y de justicia. Roguemos al Señor.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que Jesús, el Señor, que con su triunfo ha glorificado nuestra carne, colocándola cerca de Dios Padre, llene de esperanza a los que sufren enfermedades en el cuerpo, particularmente en estos momentos de pandemia, o angustias en el espíritu. Roguemos al Señor.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que Cristo, el Señor elevado al cielo, nos envíe el Espíritu Santo, para que nos enseñe a amar los bienes de arriba y a no dejarnos cautivar por las cosas de este mundo. Roguemos al Señor.
Pueden elevarse otras intenciones de oración. A continuación, el que guía la celebración dice:
Dios, Padre todopoderoso, que has resucitado a Cristo, tu Hijo, y lo has hecho Señor del universo, reconoce la voz de tu amado en las oraciones de la Iglesia y concédenos lo que, con fe, te hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.


PADRE NUESTRO
El que guía la celebración introduce el Padre Nuestro.
Fieles a la recomendación del Salvador,
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
Se reza o canta el Padre Nuestro:
Padre nuestro,que estás en el cielo,santificado sea tu nombre;venga a nosotros tu reino;hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.Danos hoy nuestro pan de cada día;perdona nuestras ofensas,como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;no nos dejes caer en la tentación,y líbranos del mal.
E inmediatamente todos proclaman:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
El guía sigue diciendo:
Acabamos de unir nuestra voz
a la del Señor Jesús para orar al Padre.
Somos hijos en el Hijo.
En la caridad que nos une los unos a los otros,
renovados por la Palabra de Dios,
podemos intercambiar un gesto de paz,
signo de la comunión
que recibimos del Señor.
Todos intercambian un gesto de paz. Si fuera necesario, siguiendo las indicaciones de las autoridades, este gesto puede hacerse inclinando profundamente la cabeza hacia el otro o, en familia, enviando un beso a distancia con dos dedos en los labios.Nos sentamos.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
El guía dice:
Dado que no podemos recibir la comunión sacramental,
el Papa Francisco nos invita apremiantemente a realizar la comunión espiritual,
llamada también “comunión de deseo”.
El Concilio de Trento nos recuerda que
“se trata de un ardiente deseo de alimentarse con este Pan celestial,
unido a una fe viva que obra por la caridad,
y que nos hace participantes de los frutos y gracias del Sacramento”.
El valor de nuestra comunión espiritual
depende, por tanto, de nuestra fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía,
como fuente de vida, de amor y de unidad,
así como de nuestro deseo de comulgar, a pesar de las circunstancias.
Podemos ahora  inclinar la cabeza,
cerrar los ojos y recoger nuestro espíritu.
Pausa en silencio
En lo más profundo de nuestro corazón,
dejemos crecer el ardiente deseo de unirnos a Jesús,
en la comunión sacramental,
y de hacer que su amor se haga vivo en nuestras vidas,
amando a nuestros hermanos y hermanas como Él nos ha amado.
Permanecemos cinco minutos en silencio en un diálogo de corazón a corazón con Jesucristo.
Podemos aclamar o cantar el Aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Todos juntos mirando hacia la cruz,
piden la bendición del Señor:
La persona que guía la celebración, con las manos juntas, 
pronuncia en nombre de todos la fórmula de la bendición:
Dios todopoderoso
nos bendiga en este día en que su Hijo subió al cielo
y nes abrió la entrada de la gloria
para llegar a estar junto a Él.
R/. Amén.
Cristo, que se apareció a sus discípulos
después de su Resurrección,
se manifieste también a nosotros lleno de misericordia,
cuando venga para el juicio final.
R/. Amén.
Y al proclamarlo glorioso junto al Padre,
nos conceda la alegría de experimentar que permanece con nosotros
hasta el fin del mundo, como lo ha prometido.
R/. Amén.
Que la gracia de Dios descienda sobre nosotros
y permanezca para siempre.
R/. Amén.

Todos hacen el signo de de la cruz. Los padres podrán trazarlo en la frente de sus hijos.
Es posible concluir la celebración elevando un cántico a la Virgen María.

Regina caeli, laetare, alleluia,
quia quem meruisti portare, alleluia,
resurrexit sicut dixit, alleluia;
ora pro nobis Deum, alleluia.
Reina del cielo, alégrate, aleluya.
Porque aquel a quien mereciste llevar, aleluya,
resucitó según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.


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Para seguir santificando la Resurrección del Señor, Aleteia presentará para cada domingo y fiesta del tiempo pascual propuestas para la celebración de la Palabra en casa. De este modo, usted podrá seguir celebrando el día del Señor en tiempo de confinamiento para la gloria de Dios y la salvación del mundo.
Para seguir santificando cada día, ayudará mucho la renovación de la venerable tradición de las vísperas en familia, hacia el final de la tarde, siguiendo la Liturgia de las Horas, o podrá recitarse la Oración de la tarde, que puede consultarse aquí.
Usted podrá encontrar de manera gratuita otros recursos tanto en la página de Aleteia como en la de Magnificat.


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