Un joven ha querido suministrar ‘respiradores espirituales’ en hospitales españoles durante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus
Prácticamente no se habla de otra cosa. Así que no hace falta nombrar todo lo que ha cambiado el coronavirus en nuestra vida. A estas alturas prácticamente todos, lo hemos visto de cerca. La pérdida, la tristeza, el sufrimiento y el dolor son portada en los periódicos y abren los telediarios. Pero resulta que entre todo este drama -que lo es- han aparecido personas que devuelven la esperanza. No solo los trabajadores sanitarios, sino también esos ‘santos de la puerta de al lado’ que han decidido hacerle frente al virus con la mejor vacuna posible.
Andrés Alonso tiene 38 años y tiene una pequeña empresa de importación. Trabajan con diferentes diseños fabricación y en la venta de productos. Es valenciano y a él también le ha afectado el covid-19. Pero para gran sorpresa, en vez de destruir su negocio… ha recibido un auténtico regalo.
En mitad “del tumulto de la pandemia”, la venta de la línea de fitness que vende en su empresa se disparó: “En marzo la gente confinada en casa parecía que solo quería hacer deporte. Y la venta de productos creció mucho”. Una auténtica suerte que no ha tocado a muchos en España, que han tenido que ver cómo se quedaban sin trabajo o no podían seguir adelante con sus negocios.
Siendo consciente y pudiendo hacer muchas cosas, Andrés se pregunta: “¿Cómo le puedo devolver esto al Señor? ¿Qué podemos hacer para ayudar? ¿Por qué no intento comprar mascarillas, intento hacer algún tipo de donación de material de hospital…?”
La difícil realidad
Pero es aquí donde nuestro protagonista se topa con la triste realidad que ha dejado el coronavirus en España. Todas sus ideas para ayudar se van al traste por la situación actual. Contacta con varios hospitales, pero no pueden aceptar las donaciones de material, llega el confinamiento y todo se complica… Pero él quiere ayudar.
Y entonces llega la ‘inspiración’: “Leyendo un artículo muy bueno de un capellán italiano. Él relata cómo llevaba la Biblia al hospital y cómo a muchos enfermos les gustaba que les leyesen el Evangelio. Entonces dije, ¿por qué no mandar Biblias a los hospitales?”.
Andrés sabe que “los enfermos iban sin nada, con lo puesto, los familiares no les pueden visitar… Entonces dije: vamos a mandar Biblias a las personas enfermas”.
Así que se pone manos a la obra y preguntando a amigos y conocidos consigue los contactos de diferentes capellanes de hospitales. La idea es que todo el que lo solicite, pueda tener una Biblia en su habitación.
“En un primer momento compré 100 Biblias y vi que la demanda era muy alta…” Las Biblias no dudaron nada así que tiene que comprar otras 120 y… “lo mismo. Vi que había una demanda brutal y que necesitábamos muchas Biblias. Yo iba desbordado de tiempo, con gente de baja y vi que me estaba saturando. Necesitaba ayuda para contactar con la gente, distribuirlas es fácil para mi empresa pero necesitaba que me echasen una mano. A nivel económico también”.
Proyecto solidario
Andrés es supernumerario del Opus Dei así que “hablando con mi director decidimos comentarlo en el círculo y tuvo muy buena acogida. Cuatro o cinco me empezaron a echar una mano y creamos un pdf muy chulo para difundir por whatsapp y ya pidiendo pequeñas donaciones”.
Y así nace ‘Ningún paciente sin Biblia’. Barcelona, Alicante, Cuenca, e incluso al hospital madrileño improvisado de Ifema, a la biblioteca Resistiré, han llegado los Evangelios. “La gente está muy agradecida. En Ifema , por ejemplo, muchos pacientes las estaban esperando como agua bendita, nunca mejor dicho”.
“No ha sido fácil con el estado de alarma. Las Biblias se ha ido comprando conforme se ha ido pudiendo. Ha habido mucha más demanda de la que hemos podido servir”. Las condiciones del mercado y las leyes que se han ido promulgando en el país han dificultado mucho que las Biblias llegaran a su destino. Pero Andrés está satisfecho con el trabajo realizado: “No eran respiradores, pero eran para mucha gente una bombona espiritual. Estoy seguro de que mucha gente habrá agradecido poder acogerse al Evangelio”.
Javier González García, Aleteia
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