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jueves, 17 de febrero de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Marcos 8,27-33.

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;
y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San Pablo VI
papa 1963-1978


“Y vosotros, ¿quién decís que soy?

Debo proclamar su nombre: Jesús es “el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,6). Él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es “el primogénito de toda criatura”, es el que “todo se mantiene en él” (Col 1,15.17). Es el señor de la humanidad y su redentor; nació, murió y resucitó por nosotros.
Es el centro de la historia del mundo; nos conoce y nos ama; es el compañero y amigo de nuestra vida “el hombre de dolores” (Is 53,3) y de la esperanza; es el que ha de venir y que, al final será nuestro juez y también, es nuestra confianza, nuestra vida plena y nuestra bienaventuranza.
No acabaría nunca de hablar de él; es la luz, es la verdad; mucho más, es “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Él es el pan, la fuente de agua viva que sacia nuestra hambre y nuestra sed. Es nuestro pastor, nuestro jefe, nuestro modelo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Igual que nosotros y más que nosotros ha sido pequeño, pobre, humillado, trabajador, oprimido, sufriente. (EDD)

Oración

Mi bendito y amoroso Padre celestial, te doy las gracias por un día más de vida, por permitirme hablar contigo y expresarte mis deseos y anhelos más secretos, te agradezco por las cosas que me das, por las cosas que permites en mi vida y por aquellas que no, sé sin ninguna duda que todo lo que realizas en mi vida es para mi propio bienestar. Por Cristo nuestro Señor. Amén.































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