Para cuidar el amor en el matrimonio hay una regla de oro que se compone de tres elementos
Se acerca San Valentín y la imagen de corazones rojos nos viene a la cabeza.
Muchas personas experimentan un pellizco de ilusión que recorre su interior. Han vivido lo que es estar enamorado y cuando piensan en ese momento una sonrisa ilumina su cara.
Esa sonrisa puede verse difuminada rápidamente por el devenir de la vida, las prisas, el estrés que nos producen las obligaciones laborales y familiares, la casa, los hijos, nuestro espos@. Pero mirando el calendario no dejamos de resistirnos a pensar que hay un día para los enamorados, 14 de Febrero, San Valentín.
¿Recuerdas cuando te enamoraste de tu esposa o esposo? ¿ Qué es lo que te atraía de él (o ella)?
Poder recuperar esos momentos y traerlos al presente te permite descubrir que cuando te enamoraste de tu espos@ hubo una atracción inicial, que generó un deseo de estar juntos y unas ganas de quereros porque entendías que la otra persona era buena para ti.
Quizás, a estas alturas esa fase de enamoramiento se pasó. Tal vez, esas ganas de estar juntos se han convertido en un pasar de puntillas por delante del otro para evitar conversar y que podamos discutir. Quizás, el paso de los años de convivencia y un no saber entender a la otra persona en su necesidad, haya hecho que nos sintamos heridos y que en esa realidad, no tengamos ilusión por compartir nada con la otra persona, nos hemos convertido en compañeros de piso. Cada uno tendrá sus circunstancias, variadas y completamente legítimas.
Dos preguntas
Por eso, el saber que estamos juntos a pesar de las dificultades, que seguimos siendo fieles a ese compromiso adquirido con un sí quiero hace ya algún tiempo, nos puede hacer reflexionar sobre el verdadero sentido de ese amor y recuperar la esencia de lo que en su día nos unió.
- ¿ Estarías dispuesto a cuidar tu amor?
- ¿Cómo lo podemos poner en práctica si ya llevamos varios años casados? Esa chispa ya no existe, ahora no somos tan jóvenes…
Para cuidar ese amor hay una regla de oro.
La regla de la atracción, el deseo y la querencia.
1ATRACCIÓN.
La otra persona se presenta como un bien para mí, como una realidad que se manifiesta de manera positiva, alegre y atrayente para mí.
Trabajar ese amor a través de la atracción supone cuidar no sólo el aspecto y la presencia física, sino los detalles de cariño, los detalles de humor, introducir rutinas de afecto y evitar la monotonía. Pedir cariño cuando lo necesitemos (pero sin exigirlo) y dar afecto, con palabras, con gestos (cada matrimonio tendrá sus códigos). Decir ‘te quiero’.
Ser capaz de descubrir cada día algo positivo del otro (tratando, por ejemplo, de mirarle como si fuese la primera vez que le vemos, valorar lo que hace, por pequeño que parezca, redescubrir al otr@) y darse a la otra persona de manera incondicional.
Saber ver que el otr@ es bueno para mí y me hace ser mejor, es ejercitar la confianza en nuestro matrimonio.
2DESEO.
Entendido no como un deseo de posesión o de mero deseo sexual, sino descubrir a la otra persona como una bien necesario para mí, que me hace mejor como persona.
Para ello, habrá que cultivar el dar y recibir cariño, buscar y cuidar los tiempos de intimidad en pareja y los tiempos de relación con otras personas, encontrando un equilibrio maduro.
Saber pedir perdón y perdonar. Ser agradecido.
Es anhelar y aprender a querer bien al otro.
3QUERENCIA.
Se refiere a desear el bien del otro y actuar con ese fin. En la medida en que vamos poniéndolo en práctica, vamos invirtiendo en nuestra relación, transformándose en un querer recíproco en el que ya no somos tú o yo, somos nosotros.
El amor supone siempre dedicación y donación al otro, tiempo, compromiso con el otro, con el nosotros.
En la carta de San Pablo a los Corintios tenemos todos los ingredientes del amor verdadero:
«El amor es paciente,
es servicial;
el amor no tiene envidia,
no hace alarde,
no es arrogante,
no obra con dureza,
no busca su propio interés,
no se irrita,
no lleva cuentas del mal,
no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad.
Todo lo disculpa,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta» (1 Co 13,4-7)
El Papa Francisco desarrolla el significado del amor en el matrimonio en el capítulo 4 de Amoris Laetitia.
Quizás estos días puede ser bonito leerlos con nuestro esposo o esposa recordando ese día en el que nos enamoramos y hablar sobre puntos de mejora en nuestra relación.
Quizás San Valentín nos pueda ayudar a tener más presente el amor verdadero y buscar ese reenamorarnos en nuestro matrimonio cada día.
Feliz San Valentín.
Mercedes Honrubia García de la Noceda, Aleteia
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