Evangelio según San Marcos 8,34-38.9,1.
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. |
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. |
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? |
¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? |
Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles". |
Y les decía: "Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Santa Faustina Kowalska (1905-1938) |
¡De tu cruz viene la fuerza!
Mi Jesús, veo que al seguirte pasé por todas las etapas de la vida: infancia, juventud, vocación, trabajos apostólicos, Tabor, Jardín de los Olivos y aquí estoy ahora contigo en el Calvario. De pleno acuerdo me dejé crucificar y estoy crucificada. Aunque camine un poco, ya estoy estirada, despedazada, sobre la cruz y siento netamente que de tu cruz viene mi fuerza, que sólo tú eres mi perseverancia. |
Más de una vez escuché la voz de la tentación gritándome “¡Desciende de la cruz!”. Sin embargo la fuerza de Dios me fortifica. Abandono, oscuridad, diversos sufrimientos, golpean mi corazón. Sin embargo, la gracia misteriosa de Dios me sostiene y afirma. Deseo beber el cáliz hasta la última gota. Creo firmemente que tu gracia me sostuvo en el Jardín de los Olivos y ella me vendrá en ayuda, ahora que estoy en el Calvario. |
Mi Jesús, Maestro, mis deseos están unidos a los deseos que tienes en la cruz. Deseo cumplir tu santa voluntad, deseo la conversión de las almas. Deseo que tu misericordia sea glorificada y que se realice pronto el triunfo de la Iglesia… (…) Oh mi Jesús, ahora abrazo el mundo entero y te imploro por él tu misericordia. (EDD) |
Oración (Crux fidelis inter omnes)
Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor, ni en fruto.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
Canta, lengua, la victoria del más glorioso combate,
Y celebra el noble triunfo de la Cruz,
Y cómo el Redentor del mundo venció inmolado en ella.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor, ni en fruto.
Compadecido el Criador del engaño de nuestro primer padre,
Incurriendo en la muerte por haber gustado del fruto prohibido,
Señaló otro árbol para reparar el daño del primero.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
Este modo de obrar nuestra salvación requería
Que una estratagema burlase las artes del traidor,
Y hallase el remedio donde hirió el enemigo con su engaño.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor, ni en fruto.
Cuando, pues, vino la plenitud del tiempo sagrado,
Fue enviado del seno del Padre, su hijo, Creador del mundo,
Y, revestido de la carne, nació de vientre virginal.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
Llora el tierno Infante reclinado en angosto pesebre;
Envuelve en pañales su tiernos miembros la Virgen madre;
Y enfaja los pies y las manos de un Dios.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor, ni en fruto.
Cuando cumplió los treinta años, terminando ya el tiempo de la vida mortal,
Ofrecióse libremente el Redentor a las penas:
El Cordero es levantado en la Cruz, para ser sacrificado.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
Mira cómo languidece, gustando amarga hiel,
Traspasado su cuerpo de espinas, clavos y lanza: manando sangre y agua:
La tierra, el cielo, el mundo entero quedan lavados en este río.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor, ni en fruto.
Dobla tus ramas, oh árbol elevado, plega tus tersas fibras,
Y ablándese tu nativa dureza; y
Extiende dulcemente tus brazos a los miembros del Rey soberano.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
Tú sola fuiste digna de sostener la víctima del mundo,
Y preparar el puerto de salvación al arca del mundo náufrago,
Rociado con la sangre sagrada del Cuerpo del Cordero.
¡Oh Cruz fiel!, el más noble de los árboles;
Ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor, ni en fruto.
Gloria eterna a la Trinidad soberana;
Gloria igual al Padre y al Hijo; igual honor al Espíritu Consolador.
El universo alabe el nombre del que es Uno y Trino. Amén.
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
Cantado en latín
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