Evangelio según San Lucas 4,1-13.
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, |
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. |
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan". |
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan". |
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra |
y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. |
Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá". |
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". |
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, |
porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. |
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra". |
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". |
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno. |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Beato Columba Marmion (1858-1923) |
« Feliz el hombre que soporta la prueba” (Sant 1,12)
¿La tentación es un peligro para el alma? ¿No sería preferible nunca ser tentado? Somos espontáneamente llevados a envidiar el que no prueba jamás una tentación: “Feliz el hombre, diríamos con gusto, quien no tiene sus asaltos”. |
Quizás esa sea la opinión de nuestra sabiduría humana. Pero Dios, que es la verdad infalible, fuente de nuestra santidad y felicidad, nos dice lo contrario: “Feliz el hombre que soporta la prueba” (Sant 1,12)… ¿Por qué el Espíritu Santo proclama a este hombre “feliz” y nosotros nos inclinamos a pensar diferente? (…) ¿Es a causa de la misma tentación? Evidentemente no, porque Dios se sirve de ella como prueba de nuestra fidelidad. Nuestra fidelidad, sostenida por la gracia, se fortifica y manifiesta en la lucha y la corona de vida es acordada a su victoria (cf. Sant 1,12). |
La tentación que el alma soporta pacientemente es para ella fuente de méritos y para Dios, gloria. Por su constancia en la prueba, el alma es un vivo testigo de la fuerza de la gracia: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad” (2 Cor 12,9). Dios espera de nosotros que le demos este homenaje y gloria. (…) Cristo Jesús está con nosotros, en nosotros. ¡Nadie más fuerte que él! (EDD) |
Oración ante una fuerte tentación
¡Dios mío!
Déjame morir antes que ofenderte.
¡Mi divino salvador!
Ayúdame con tu poderosa gracia,
protégeme misericordiosamente de ceder a esta tentación
y dame un gran horror por el pecado.
¡Señor! Sálvame o pereceré.
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