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domingo, 6 de marzo de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Lucas 4,1-13.

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan".
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan".
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra
y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.
Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
La compunción del corazón (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org


« Feliz el hombre que soporta la prueba” (Sant 1,12)

¿La tentación es un peligro para el alma? ¿No sería preferible nunca ser tentado? Somos espontáneamente llevados a envidiar el que no prueba jamás una tentación: “Feliz el hombre, diríamos con gusto, quien no tiene sus asaltos”.
Quizás esa sea la opinión de nuestra sabiduría humana. Pero Dios, que es la verdad infalible, fuente de nuestra santidad y felicidad, nos dice lo contrario: “Feliz el hombre que soporta la prueba” (Sant 1,12)… ¿Por qué el Espíritu Santo proclama a este hombre “feliz” y nosotros nos inclinamos a pensar diferente? (…) ¿Es a causa de la misma tentación? Evidentemente no, porque Dios se sirve de ella como prueba de nuestra fidelidad. Nuestra fidelidad, sostenida por la gracia, se fortifica y manifiesta en la lucha y la corona de vida es acordada a su victoria (cf. Sant 1,12).
La tentación que el alma soporta pacientemente es para ella fuente de méritos y para Dios, gloria. Por su constancia en la prueba, el alma es un vivo testigo de la fuerza de la gracia: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad” (2 Cor 12,9). Dios espera de nosotros que le demos este homenaje y gloria. (…) Cristo Jesús está con nosotros, en nosotros. ¡Nadie más fuerte que él! (EDD)

Oración ante una fuerte tentación

¡Dios mío!
Déjame morir antes que ofenderte.
¡Mi divino salvador!
Ayúdame con tu poderosa gracia,
protégeme misericordiosamente de ceder a esta tentación
y dame un gran horror por el pecado.
¡Señor! Sálvame o pereceré.































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