¿Te distraes en la oración? El fundador de los dominicos encontró el secreto para ti: rezar involucrando todo el ser, cuerpo y alma
¿Te distraes con frecuencia en la oración? No eres el único. Uno de los grandes maestros de oración de la historia del cristianismo, santo Domingo de Guzmán (1170-1221), encontró la solución para sumergirse en la contemplación de Dios.
Para el fundador de la Orden de los Predicadores (los dominicos), la oración no era un ejercicio mental: era un diálogo con Dios en el que participaba toda su persona: su cuerpo y su alma.
Quienes le conocieron, compartieron su fuerte impresión al verle rezar, hasta el punto de que un autor desconocido, posiblemente un dominico, escribió un pequeño libro, auténtico manual, para describir “Los modos de orar de Santo Domingo” (c. 1260-1288).
El manuscrito, embellecido por maravillosas ilustraciones en color, que se conserva en la Biblioteca Vaticana (Codex Rossianus, 3), sigue siendo hoy una auténtica guía para la oración de cualquier persona.
En él se ofrecen, precisamente, los nueve modos de oración de santo Domingo que aquí presentamos:
1LA INCLINACIÓN
En su primer modo de oración, santo Domingo se inclinaba ante la imagen de Cristo o el altar, como si Cristo, en él representado, estuviera allí real y personalmente, y no solo de manera simbólica (Cf. “Los modos de orar de Santo Domingo – Modo primero”).
Propuesta: haz una profunda reverencia ante un crucifijo, una cruz o un tu rincón de oración, haciendo la Señal de la Cruz
2LA POSTRACIÓN
En su segundo modo de oración, Domingo se postraba totalmente por tierra, apoyado sobre la cara, se compungía en su corazón y repetía en voz alta las palabras del Evangelio: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18, 13) (Cf. ”Los modos de orar de Sato Domingo – Modo segundo”).
Propuesta: póstrate (ponte boca abajo) ante el crucifijo, diciendo «Señor, ten piedad; Cristo, ten piedad», mientras te inclinas. Permanece así, en silencio, durante un momento de recogimiento.
3LA DISCIPLINA
A continuación, santo Domingo se levantaba del suelo y se infligía penitencia mientras decía: “Tu disciplina me corrigió hasta el fin” (Sal 18, 36). (Cf.”Los modos de orar de Santo Domingo – Modo tercero”).
Propuesta: Golpea tu pecho a la altura de tu corazón. Con el puño derecho tócate el corazón diciendo «Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa», o recita todo el “Yo confieso”.
4LA GENUFLEXIÓN
Después, con la mirada fija ante el crucifijo, santo Domingo lo miraba con suma atención, doblando las rodillas una y otra vez y hasta cien veces (Cf. “Los modos de orar de Santo Domingo – Modo cuarto”).
Propuesta: Arrodíllate durante unos segundos y permanece un rato con los ojos fijos ante la imagen de Cristo. Repite la operación varias veces.
5DE PIE
Domingo se colocaba de pie ante el altar, con todo el cuerpo erguido sobre sus pies, sin apoyarse o arrimarse a nada, y en ocasiones con las manos extendidas ante el pecho, como si fuera un libro abierto. Se mantenía así derecho con toda reverencia y devoción, cual si estuviera leyendo delante de Dios (Cf.”Los modos de orar de Santo Domingo – Modo quinto”).
Propuesta: junta las manos con la cabeza ligeramente reclinada, reconociendo la presencia de Dios, y luego abre los brazos para recibir el Espíritu de Dios. Finalmente, extiende tus manos con las palmas hacia arriba para recibir sus dones. Cada movimiento debe durar unos segundos.
6EN CRUZ
Con las manos y los brazos abiertos y extendidos, a semejanza de cruz, Domingo se mantenía en pie (Cf.”Los modos de orar de Santo Domingo – Modo sexto”.
Propuesta: Extiende tus brazos para formar una cruz, con las manos abiertas, pidiendo al Señor lo que deseas para ti y para los demás.
7MANOS ELEVADAS
Con frecuencia, a Domingo se le encontraba orando literalmente flechado al cielo, cual saeta lanzada por un arco tenso en línea recta a lo alto, con las manos levantadas con fuerza por encima de la cabeza, enlazadas o un poco abiertas como para recibir algo de arriba “Los modos de orar de Santo Domingo – Modo séptimo”).
Propuesta: eleva los brazos hacia el crucifijo o al Cielo, como si quisieras tocarlo o elevarte para implorar ayuda.
8EL BESO
Cuando leía la Palabra de Dios, reverenciaba el libro, se inclinaba hacia él y a veces lo besaba, sobre todo si era un códice evangélico o si leía las palabras que Cristo pronunció de su misma boca (Cf. “Los modos de orar de Santo Domingo – Modo octavo”).
Propuesta: Lee un pasaje de la Biblia o el libro de los Evangelios, tócalo con la frente antes de leer un pasaje y bésalo tras haberlo leído.
9CAMINAR
Este modo Domingo lo practicaba cuando viajaba de una parte a otra, de manera especial si se encontraba en un lugar solitario. Disfrutaba con sus meditaciones en su contemplación (Cf. “Los modos de orar de Santo Domingo – Modo noveno”).
Propuesta: Haz una peregrinación a una imagen sagrada situada en otro lugar de la casa, en el balcón o en el jardín. Venera (por ejemplo, tocándola con las manos o la frente, besándola, etc.) la imagen y haz la Señal de la Cruz.
Matilde Latorre, Aleteia
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