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lunes, 25 de julio de 2022

Sanó de cáncer después de que el papa Benedicto lo bendijera

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La historia del padre Peter Srsich
encarna el pasaje de Romanos 8:28.

Cuando Peter Srsich, que entonces tenía 17 años, regresó de un viaje en canoa con abundante fatiga y tos, su familia pensó que podría tener neumonía. El adolescente fue diagnosticado con linfoma no Hodgkins en etapa cuatro en el momento en que los médicos descubrieron un gran tumor en sus pulmones.

Se sometió a tandas de quimioterapia que lo dejaron deprimido y preguntándose por qué estaba pasando por semejante calvario. Aunque tenía una fe fuerte y ya se sentía llamado al sacerdocio, en su cama del hospital se resistía a recibir la Comunión. Pero como luego compartió con Denver Catholic :

“Sabía que mi mamá se sentiría mejor si me viera recibir [la comunión], así que dije, ‘está bien, recibiré la comunión’. Este compañero mío levantó la hostia y dijo: ‘He aquí el Cordero de Dios’. Y nuestro Señor realmente se mostró, se reveló de una manera poderosa y habló a mi corazón, y definitivamente pude escucharlo en lo más profundo de mi corazón. Él dijo: ‘Peter, sé que esto es difícil. No voy a quitarte el sufrimiento, pero voy a caminar contigo a través de él’”.

“Fue como uno de esos momentos en los que nada había cambiado y todo había cambiado”, dijo.

Sanó de cáncer después de que el papa Benedicto lo bendijera
El joven Peter es hoy el padre Srsich.

La Fundación Make-a-Wish, que ofrece a los niños con enfermedades potencialmente mortales la oportunidad de hacer realidad un sueño, se acercó a Srsich. Peter deseaba algo inusual para un joven: ir al Vaticano y ver al Papa.

Su coordinadora de obsequios, LuAnn Griffin, compartió: «Después de conocer a Peter, no tuve ninguna duda de que era su verdadero deseo y que jugaría un papel importante en lo que quería hacer en su vida».

Encuentro con el pontífice

En mayo de 2012 su sueño se hizo realidad. Srsich, que viajó con su familia, no pensó que realmente conocería al Papa. Fueron a la Plaza de San Pedro para ver al Papa Benedicto XVI dirigirse a la audiencia. Luego se le pidió a la familia Srsich que hiciera cola para conocer al Papa.

En la fila, Peter pudo ver que los otros dignatarios tenían obsequios costosos para ofrecer al pontífice. Su padre le sugirió que le diera la banda verde que tenía en la muñeca con las palabras “Ora por Pedro” y la referencia a Romanos 8:28 : «Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio», que Peter apreciaba particularmente.


Benedicto XVI habló con Peter y, como él compartió más tarde: “Me miró y dijo: ‘Oh, ¿hablas inglés?’ y puso su mano en mi pecho justo donde había estado el tumor, aunque no se lo había mencionado. La bendición suele hacerse sobre la cabeza”.

Peter también se tomó el tiempo de explicar su historia al Papa, y explicó que quería ser sacerdote y pidió la bendición de Benedicto XVI.

Mientras que algunas personas creen que la bendición del Papa hizo milagros, Peter lo vio de manera algo diferente; más en línea con el pasaje de Romanos: “La quimioterapia me ayudó a combatir el cáncer. Make-A-Wish me ayudó a combatir la quimioterapia. Saber que el Papa estaba en mi futuro me ayudó a superar eso y, de una manera pequeña y no milagrosa, ayudó a curar mi cáncer”, explicó a ABC News en 2013 .

Y casi una década después de su encuentro con el Papa, Peter Srsich pudo hacer realidad otro deseo. Después del continuo y gentil llamado de Dios, el exjugador de lacrosse de 6′ 6″ (1,97 metros de alto) fue ordenado sacerdote en 2021, como se puede ver en su cuenta de Facebook .

A medida que se conoce su historia con más detalle con Denver Catholic, se llega a una hermosa conclusión de su experiencia:

“Es hermoso comenzar a ver las formas en que Dios me estaba preparando para esta vocación, para este llamado, para recibir el sacramento del servicio que no es para mí, [sino] para el pueblo de Dios. Él ha podido usar estos diferentes momentos a lo largo de mi vida, estas diferentes experiencias a lo largo de mi vida”.

Cerith Gardiner, Aleteia     

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