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miércoles, 28 de septiembre de 2022

Evangelio del día


Evangelio según San Lucas 9,57-62.

Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!".
Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre".
Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Un compañero de San Francisco de Asís (siglo XIII)
Sacrum commercium, 19 y 20 . Alianza de San Francisco con la dama Pobreza. (Trad: Salvador Biain, o.f.m.- BAC 399- Madrid, 1998, 7ª edición –reimpresión-)


«El Hijo del hombre, no tiene dónde reposar la cabeza"

Enamorado de tu belleza, el hijo del altísimo Padre se unió solamente contigo en el mundo y te halló fidelísima en todo. En efecto, antes de que Él descendiera a la tierra procedente de la patria luminosa, ya le tenías dispuesto un lugar adecuado, un trono donde sentarse y un lecho en que descansar: la Virgen pobrísima de la que nació, iluminando este mundo. Cierto es que saliste fielmente al encuentro del recién nacido, de suerte que en ti y no entre delicias hallara Él su morada preferida. Fue puesto -dice el evangelista- en un pesebre, porque no había sitio para Él en la posada. Y lo acompañaste siempre, sin separarte jamás de Él durante toda su vida, de modo que -cuando apareció en la tierra y vivió entre los hombres-, mientras las zorras tenían madrigueras y las aves del cielo nidos, Él, en cambio, no tuvo dónde reclinar la cabeza. Después, cuando abrió su boca para enseñar -Él que en otro tiempo había despegado los labios de los profetas-, de entre las muchas cosas que habló, fuiste tú la primera a quien alabó, la primera a quien enalteció al decir: Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3).
Además, en el momento de elegir a algunos testigos fidedignos de su santa predicación y gloriosa vida para la salvación del género humano, no escogió, ciertamente, a unos ricos mercaderes, sino a pobres pescadores, dando a entender con semejante predilección cómo deberías tú ser estimada de todos. Finalmente, para que se hiciera patente a todos tu bondad, tu magnificencia, tu fortaleza y dignidad; para dejar en claro que tú aventajas a todas las virtudes, que sin ti no puede haber ninguna y que tu reino no es de este mundo, sino del cielo, fuiste tú la única que permaneciste unida al Rey de la gloria cuando todos sus elegidos y personas queridas lo abandonaron cobardemente.
Pero tú, como fidelísima esposa y tiernísima amante, no te separaste ni un solo instante de su compañía; incluso te mantenías más firmemente unida a él cuando veías que era más despreciado de todos. Y en verdad que, si tú no lo hubieras acompañado, nunca habría podido recibir Él un menosprecio tan universal. Sólo tú le consolabas. No lo abandonaste hasta la muerte, y una muerte de cruz. Y en la misma cruz -desnudo ya el cuerpo, extendidos los brazos y elevadas las manos y los pies- sufrías juntamente con Él, de suerte que en el Crucificado nada aparecía más glorioso que tú. (EDD)

Oración

¡Señor, te veo en la cruz de este camino y resuena en mi interior la llamada a seguirte! ¡Al igual que tu llamaste a tus apóstoles a seguirte con la totalidad de su vida, siento que me llamas también a mi a pesar de mis recelos materiales, utilitaristas, egoístas; te pido que abras mi corazón para ser capaz de escuchar tu Palabra, ser capaz de comprender cuál es el plan que tienes pensado para mi, para amar más al prójimo, para vivir en la exigencia del amor! ¡Te pido, Señor, que siendo consciente de que me llamas a seguirte pueda vivir cada día más cerca tuyo y sea capaz de acoger en mi vida tu plan de amor! ¡Señor, tu sabes perfectamente lo que anida en lo más profundo de mi ser, lo que siente mi interior, sabes como soy, sabes de mis flaquezas y de mis debilidades, sabes también que te amo y con cuanta frecuencia de fallo, por eso te pido la gracia de no acostumbrarme a verte crucificado y a tratar de serte fiel no pecando más, abriendo mi corazón a la gracia, a tomar mi cruz y seguirte, a amarte más amando más al prójimo, a entrar en la dinámica de la esperanza y del amor, a ser don para los demás! ¡Señor, concédeme la gracia de cooperar contigo en la misión que tienes pensada para mi y que te siga siempre con alegría, consciente de que me has llamado a seguirte para andar siempre por los caminos de Dios!

(orarconelcorazonabierto.wordpress.com)


















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