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lunes, 5 de septiembre de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Lucas 6,6-11.

Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo.
Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos". El se levantó y permaneció de pie.
Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?".
Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada.
Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

San Cesáreo de Arlés (470-543)
monje y obispo
Sermones al pueblo, n° 57,4


«Los escribas y fariseos le espiaban...con el fin de encontrar un motivo para acusarlo»

El Señor dirá a los que han menospreciado su misericordia : «Hombre, soy yo quien con mis manos te he formado del barro, soy yo quien con mi aliento he puesto el espíritu en tu cuerpo de tierra, soy yo quien se ha dignado darte nuestra imagen y semejanza, soy yo quien te ha puesto en el centro de las delicias del Paraíso. Pero tú, menospreciando los mandamientos de vida, has preferido seguir al seductor antes que al Señor...
«Luego, cuando has sido expulsado del Paraíso y, por el pecado, retenido por las ataduras de la muerte, conmovido por la misericordia, para venir al mundo he entrado en un seno virginal, sin perjuicio de su virginidad . He sido recostado en un pesebre, envuelto en pañales; he soportado las dificultades de la infancia y los sufrimientos humanos, a través de los cuales me he hecho semejante a ti con la única finalidad de hacerte semejante a mí. He soportado las bofetadas y salivazos de los que se burlaban de mí, he bebido vinagre mezclado con hiel. Azotado con varas, coronado de espinas, clavado en la cruz, traspasado por la lanza, en medio de los tormentos he entregado mi alma para arrancarte a ti de la muerte. Puedes ver las señales de los clavos de los que he sido suspendido ; puedes ver mi costado traspasado lleno de heridas. He soportado los sufrimientos que eran para tí a fin de poder darte mi gloria; he sufrido tu muerte para que tú vivas por toda la eternidad. He descansado, encerrado en el sepulcro, para que tu puedas reinar en el cielo.
«¿Por qué has perdido lo que he sufrido por ti ? ¿Por qué has renunciado a las gracias de tu redención ?... Devuélveme tu vida, por la que he dado la mía ; devuélveme tu vida que, sin cesar, has destruido por las heridas de tus pecados.»                  (EDD)

Oración

ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA DE LA CONVERSIÓN

Aquí estoy, Señor, delante de ti,

con mi presente y con mi pasado a cuestas;

con lo que he sido y con lo que soy ahora;

con todas mis capacidades y todas mis limitaciones;

con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.

Te doy gracias por el amor con el que me has amado,

y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallas.

Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti,

por muy bueno que me juzgue a mí mismo,

tengo mucho que cambiar en mi vida,

mucho de qué convertirme,

para ser lo que Tú quieres que yo sea,

lo que pensaste para mí cuando me creaste.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

con la luz de tu Verdad y de tu Amor,

para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí,

y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.

Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad

para con todos los hombres y mujeres del mundo.

Sensible a los odios y rencores

que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir.

Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo,

a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza,

para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas

y sacarlos de mi vida y de mi obrar.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

con la luz de tu Verdad y de tu Amor,

para que yo me haga cada día más sensible a la bondad de tus palabras,

a la belleza y la profundidad de tu mensaje,

a la generosidad de tu entrega por mi salvación.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo sepa ver en cada instante de mi vida,

lo que Tú quieres que yo piense,

lo que Tú quieres que yo diga,

lo que Tú quieres que yo haga;

el camino por donde Tú quieres llevarme, para que yo sea salvo.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo crea de verdad en el Evangelio, la Buena Noticia de tu salvación,

y para que dejándome llevar por Ti, trabaje cada día con mayor decisión,

para hacerlo realidad activa y operante en mi vida personal y en la vida del mundo

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que yo me haga cada día más sencillo,

más sincero, más justo, más servicial,

más amable en mis palabras y en mis acciones.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,

para que Tú seas cada día con más fuerza,

el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;

para que todo en mi vida gire en torno a Ti;

para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,

de tu bondad infinita,

de tu misericordia y tu compasión.

Perdona Señor, mi pasado.

El mal que hice y el bien que dejé de hacer.

Y ayúdame a ser desde hoy una persona distinta,

una persona totalmente renovada por tu amor;

una persona cada día más comprometida Contigo

y con tu Buena Noticia de amor y de salvación.

Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.

Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,

hasta el último instante de mi vida en el mundo,

para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.


«En Jesús de Nazaret, encontramos el rostro de Dios,

que ha bajado de su cielo, para sumergirse en nuestro mundo

y enseñar el «arte de vivir», el camino hacia la felicidad;

para liberarnos del pecado y hacernos plenamente hijos de Dios.

Jesús vino para salvarnos y mostrarnos la vida buena del Evangelio».

Benedicto XVI

(lucesparaelcamino)

 


























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