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martes, 6 de septiembre de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Lucas 6,12-19.

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles:
Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,
Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote,
Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados;
y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Carta 130, a Proba  14-15 (trad. breviario, viernes XXIX ordinario)


“Pasó toda la noche en oración con Dios”

    Quien pide al Señor aquella sola cosa […],y esa sola cosa busca (Sal. 26,4), éste pide con seguridad y pide con certeza […]. Esta es la única vida verdadera, la única vida feliz: contemplar eternamente la belleza del Señor, en la inmortalidad e incorruptibilidad del cuerpo y del espíritu. En razón de esta sola cosa, nos son necesarias todas las demás cosas; en razón de ella, pedimos oportunamente las demás cosas. Quien posea esta vida poseerá todo lo que desee, y allí nada podrá desear que no sea conveniente.
    Allí está la fuente de la vida, cuya sed debemos avivar en la oración, mientras vivimos aún de esperanza. Pues ahora vivimos sin ver lo que esperamos (Rm 8,25), seguros <I>“a la sombra de las alas de aquel ante cuya presencia están todas nuestras ansias</I> (Sal. 35,8; 37,10); pero tenemos la certeza de <I>“nutrirnos un día de lo sabroso de su casa y de beber del torrente de sus delicias</I>, porque <I>“en él está la fuente viva, y su luz nos hará ver la luz</I>” (Sal. 35,8s); aquel día, en el cual todos nuestros deseos quedarán saciados con sus bienes y ya nada tendremos que pedir gimiendo, pues todo lo poseeremos gozando.
    Pero, como esta única cosa que pedimos consiste en aquella <I>“paz que sobrepasa toda inteligencia</I>” (Fil 4,7), incluso cuando en la oración pedimos esta paz, hemos de decir que <I>”no sabemos pedir lo que nos conviene”</I> (Rm 8,26). Porque no podemos imaginar cómo sea esta paz en sí misma y, por tanto, no sabemos pedir lo que nos conviene. […] El Apóstol dice: <I>“Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.”</I> Y añade a continuación: <I>”El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables”</I> (Rm 8,25s).(EDD)

Oración

Ángeles divinos, imploro vuestra presencia de inmediato y recibir la elevada y celestial energía que poseéis para que se mezcle y se haga una sola con la mía. Os suplico que iluminéis mi espíritu para lograr ver lo que busco en esta vida. Estoy perdido, desorientado y no sé por qué camino optar. Por eso os pido que siempre estés siempre junto a mí, para que comprenda bien lo que la palabra de Dios quiere de mí.

Hagan que esté siempre disponible y vigilante, que el Señor, cuando venga, no me encuentre durmiendo. Defendedme de mí mismo, de mi cobardía y tibieza, de mi falta de decisión y claridad de ideas; de mi egoísmo y ambición, de la envidia y falta de confianza.; de mi avidez en busca de la abundancia, bienestar y estima pública.

Os ruego, oh ángeles divinos, que esta oración para encontrar el rumbo de mi vida sea escuchada por vosotros y me liberéis de todo aquello que esté impidiendo vivir mis propósitos. Alinead la energía de mi corazón y de mi espíritu con aquello para lo que haya venido a hacer en esta vida.Vislumbrad el rumbo de mi vida e indicadme sabiamente qué camino tomar. Confío en la divinidad y magnificencia de vuestra naturaleza. Os ruego que veáis cómo soy realmente, el interior de mi corazón y que no os escondo nada. Estoy seguro que con esta oración para encontrar el rumbo de mi vida por fin lo conseguiré, y todo gracias a vosotros, oh alabadas divinidades. Que así sea.

(colombia.com)
























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