Mantener una rutina de oración firme y constante puede parecer casi imposible en nuestros días. Atender y cuidar a la familia, cumplir con largas jornadas laborales, horas perdidas en redes sociales… Algo que Ryan Everson conoce muy bien por sus frenéticas y variadas dedicaciones a lo largo de su vida: ha sido editor y periodista en varios medios de comunicación y plataformas como Alliance Defending Freedom o Washington Examiner y compaginaba todo ello con una licenciatura en estudios musicales.
Ahora, como seminarista en la diócesis de Phoenix, hace acopio de sus experiencia pasada y lo aprendido en su formación previa a la ordenación sacerdotal para demostrar que rezar de forma ordenada, ágil y sincera en el día a día no solo es posible, sino también "la parte más importante de nuestras vidas".
En un artículo publicado recientemente en Catholic Exchange, menciona la dificultad de amar al prójimo,a los conocidos y compañeros del día a día si no amamos primero al Señor, amén de que sin la oración es realmente difícil soportar el creciente estrés de vida.
De hecho, sugiere que la cultura actual, "obsesionada con el trabajo, la tecnología y las noticias destruirá con facilidad nuestra vida de oración y la paz interior" si no hacemos algo para impedirlo, ya que "el diablo quiere verte estancado en tu vida de oración y convencido de que tu apretada agenda no te permite mejorar en ello".
¿Su consejo? "Contrarrestar las presiones de la cultura moderna" y "estar más atentos al tiempo que dedicamos a la oración que los cristianos de épocas pasadas".
Para ello, menciona la relevancia de "construir una mejor rutina de oración" en el día a día, lo que necesita de pensar el modo de lograrlo, hacerlo de forma creativa y sobre todo, esforzarse en implementar "pequeños ajustes" que "pueden llevarnos muy lejos" en la vida de oración sin la necesidad de dedicarle las mismas horas al día que un monje trapense.
Ofrece siete consejos para lograrlo:
1º Dedica a la oración los primeros momentos del día
Everson acude a San Juan María Vianney, que decía que "cuando el diablo conquista el primer minuto de nuestro día, sabe que tiene garantizado gran parte del resto del tiempo". La oración de la mañana, explica, no tiene por qué ser muy elaborada ni llevar mucho tiempo, "basta con unos segundos reconociendo a Dios como la máxima autoridad de nuestra vida ofreciendo los primeros frutos del día. Puedes hacerlo como quieras o arrodillándote ante una cruz mientras recitas la oración `Jesús, Hijo de Dios, apiádate de mí que soy un pecador".
2º Haz una lista de intenciones para el día o la semana
El seminarista explica que una buena forma de "no perder el tiempo" pensando en cómo rezar es preparar un listado de las intenciones del día y la semana, como pueden ser los amigos o enemigos por los que rezar, las virtudes que más necesites fomentar o los principales pecados que debas enfrentar, los aspectos por los que dar gracias a Dios e incluso intenciones de la propia Iglesia y del Papa o del bien común, como el fin del aborto o la conversión de los protestantes y ortodoxos a la Iglesia.
3º Visita a tu director espiritual para que te guíe en la oración
En esta ocasión, cita a San John Henry Newman para recordar que "tratar de ser tu propio director espiritual es como intentar ser tu propio abogado o tu propio médico: no es una buena idea, incluso para quienes son grandes abogados o médicos".
Incluso el más grande de los santos se beneficia de tener un director espiritual que le oriente sobre nuevas perspectivas y le ayude a cubrir sus puntos ciegos. Si no pasaríamos un año sin ir al dentista para conocer el estado de nuestros dientes, ¿tiene sentido pasar años sin que alguien haga lo mismo por nuestras almas inmortales y nuestra vida de oración?
Ryan Everson, seminarista de la Diócesis de Phoenix. en el Seminario St. John Vianney (Denver) destaca la importancia de las letanías, la ubicación o incluso los listados para optimizar la calidad de la oración.
4º En cada hora en punto, eleva una oración
El seminarista invita a seguir el consejo que él mismo recibió de consagrar cada hora al Señor con una breve oración: "Padre Celestial, bendíceme en esta hora para que pueda servir como un portal de caridad que brota de tu trono en lo alto, y que sea preservado de toda mancha de pecado. Amén".
Una medida especialmente económica del tiempo, pues se tarda menos de 10 segundos por cara hora que se ofrezca, lo que no supone ni dos minutos al día.
Y no es la única manera: en los países de habla hispana y francesa, se encuentra extendida la pertenencia a la Guardia de Honor del Sagrado Corazón, fundada por Sor María del Sagrado Corazón Bernaud. Su práctica, como explica el portal de esta devoción, es muy sencilla y en consonancia con lo explicado por Everson.
"Consiste en ofrecer una hora del día, sin cambiar de ocupación, para amar, dar gloria y reparar al Corazón de Jesús. Esta `hora de guardia o de presencia´ consiste en ofrecer el deber de estado de cada uno: trabajo, estudio, descanso, deporte, oración, sana diversión, en unión a la ofrenda de Cristo al Padre, para su gloria y salvación de nuestros hermanos. Vivir la "hora de guardia" hace que, a la larga, nos vayamos acostumbrando a sentir la presencia y cercanía de Jesús en nuestra vida, que así se llena de sentido", detalla el portal. El cumplimiento de esta devoción puede realizarse mediante la pertenencia formal a la Guardia de Honor del Sagrado Corazón o simplemente cumpliendo las instrucciones.
5º Participa en los grupos de oración o comunidades de tu parroquia o movimiento
El seminarista explica que "la virtud casi siempre crece hasta su máxima expresión en comunidad" y que "la oración en comunidad nos ayuda a crecer de maneras que la oración privada no puede". Por ello, invita a unirse a grupos de oración pública y comunitaria -en España e Hispanoamérica hay multitud de iniciativas que puedes fundarlos en las parroquias donde no los haya.
6º Haz que todo lo que te rodea contribuya a una mejor oración
Sin embargo, en muchos casos, no se trata ni siquiera de salir de tu propia casa o del espacio donde te encuentres. Basta con hacer pequeños cambios para aprovechar al máximo los momentos de oración.
Entre ellos, sugiere cuidar la ubicación -algunos buenos consejos son el dormitorio, la capilla o un paseo- dedicar siempre la misma hora del día -y que esta sea lo más propicia para la oración, como al levantarse o antes de acostarse- o la iluminación -aunque para gustos los colores, puede haber diferencias entre rezar en una habitación oscura o bien iluminada o entre una con poca luz u otra oscura y con velas encendidas-.
"Al rezar, trata de tener un punto donde centrar tu mirada, como una cruz, una imagen de Jesús o de la Virgen y si notar que te duermes o distraes, mira fijamente ese punto para recuperar el enfoque y redirigir los pensamientos de vuelta a Dios", añade.
7º Rezar las múltiples y variadas letanías… hay para elegir
Por último, el seminarista invita a rezar las letanías como una forma breve y sencilla de mejorar la vida de oración, ya que permiten enfocarse en una virtud o punto específico en los que se desea crecer.
Antes de concluir, añade que existen muchas más a las lauretanas o de la Virgen María. Existen las Letanías de la Humildad, las de la Confianza, las del Sagrado Corazón o las de la Castidad, entre otras muchas.
ReL
Vea también La oración del Nombre de Jesús
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