DIA TERCERO
... Y te quiso junto a su Cruz.
«Al pie de la Cruz de Jesús estaba su Madre...» Nuestra Señora del Sagrado Corazón, esta frase del Evangelio nos revela el extraordinario misterio de amor que te unía a tu Hijo: Por amor fuiste fiel hasta el final.
Quisiste seguir a Jesús en el camino del Calvario para estar junto a El, cuando, clavado en la Cruz, ofrecía su vida por la salvación del mundo.
¿Quién podría expresar las angustias de tu corazón maternal en aquellos trágicos instantes?
Y, sin embargo, cuando todo se derrumbaba a tu alrededor, permaneciste firme, Madre admirable, porque en Ti el amor es más fuerte que la muerte; tu fe no vaciló en la noche de la prueba.
Delante del Corazón herido de tu Hijo, te convertiste plenamente en «Nuestra Señora del Sagrado Corazón...».
Dios quiso, por amor también, tu presencia al pie de la Cruz. Al elegirte por Madre, te llamó igualmente a participar en su obra de salvación.
En verdad, Cristo es el único Mediador y Salvador, y El solo reconcilia al hombre con Dios.
Pero ¿no convenía que, en la nueva creación, la nueva Eva estuviera presente al pie del árbol de la vida, asociada al nuevo Adán, transmitiendo, junto con El, al pueblo de la Nueva Alianza los frutos de la gracia y del perdón?
El Señor te ha elegido para este papel único.
Y esta es la razón de por qué, en aquel solemne momento, te designa como la mujer por excelencia, como la Madre de todos los vivientes: «Mujer, ahí tienes a tu hijo...».
Acuérdate, Nuestra Señora del Sagrado Corazón, de que te convertiste en nuestra Madre al pie de la Cruz.
Cuando suframos, haz que te sintamos a nuestro lado. Ayúdanos a mantener la confianza a pesar de todo; ayúdanos a perseverar fuertes y valientes en la prueba, para que sepamos como Tú «completar en nosotros lo que falta a la Pasión de Cristo, para su Cuerpo», que es la Iglesia. Amén.
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