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jueves, 25 de mayo de 2023

La milagrosa curación de David por la que los doctores dicen «no me lo puedo creer»

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Empezó con un dolor en la muñeca, pero se extendió. Cinco años de dolores intensos y operaciones. Perdió la movilidad y la sensibilidad del lado derecho de su cuerpo. Le dieron la incapacidad y ninguna esperanza de recuperación. Pero nunca perdió la fe. Cuando los medios humanos se agotaron, pidió que le acompañaran en una novena a Isidoro Zorzano. El milagro es asombroso.

El médico no daba crédito. David entró a la consulta del médico andando. Con él, su mujer, Teresa. El doctor no le reconocía. Se convenció de que realmente era su paciente porque identificó a su mujer. Recordaba a David en silla de ruedas, con los dedos de una mano engarrados, afligido por el dolor. No podía creer que de repente, después de tanto tiempo, estuviera tan… sano.

Le hizo el reconocimiento, y asombrado le dijo: «Efectivamente, estás curado». No daba crédito.

Le preguntó qué había hecho al margen del tratamiento, que –por otra parte- era ya para mitigar los dolores, no para una cura, que quedaba descartada médicamente.

David respondió: «Como los medios humanos ya no alcanzaban, decidimos intensificar los sobrenaturales. Hicimos una novena».

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La familia de David Rodríguez Nieto.

El doctor, perplejo, preguntó qué era una novena. David y Teresa se lo explicaron: nueve días pidiendo la intercesión a un santo o a alguien de quien se crea en su santidad (en este caso a Isidoro Zorzano). Ojiplático, el médico rehizo el informe y le recetó: «Siga usted tomando novenas».

La enfermedad

David Rodríguez Nieto vive en Vallecas, un barrio humilde de Madrid. Casado, padre de cinco hijos, todos menores de edad. Era feliz en casa y en su trabajo, profesor en un colegio. Un día, hace cinco años, moviendo un mueble se hizo daño.

Parecía algo de un tendón en la mano derecha, y necesitó de una operación. Se complicó y le afectó a otros nervios. Más operaciones. Empeoró. Se extendió. Le afectó al equilibrio, a temas neuronales, se le quedaron los dedos agarrotados.

Los dolores eran muy intensos. Le colocaron un neuroestimulador, que al principio pareció funcionar, pero su cuerpo lo rechazó por algún tipo de alergia. Perdió la sensibilidad, y finalmente, quedó en silla de ruedas. Y con dolores tremendos que apenas le permitían conciliar el sueño. 

Pero él lo llevaba con una entereza encomiable. Cuenta a Aleteia que en esos cinco años «he rezado por curarme, otras veces por aprender a convivir con ello, otras veces te cabreas y te preguntas ‘¿qué he hecho yo para merecer esto? Iba por días'». Pero en todas esas fases, nunca cuestionó su fe. Sabía que, lo entendiera o no, Dios estaba detrás de esto.

Sólo quedaba esperar un milagro

En una de las últimas consultas, el médico no le dio buenas noticias: «Cuando veo que todos los medios médicos me dicen que la única es esperanza es una operación del neuroestimulador para disminuir el dolor, pero ninguna esperanza de curarme. Es en ese momento cuando piensas, ahora de verdad».

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David, en silla de ruedas, y su esposa.

Ese «ahora de verdad» significa que ahora de verdad sí que tiene que pedir el milagro con toda su fe. Y con la confianza de que podía pasar, no como si fuera una lotería a ver si toca. Y tenía claro a quién pedírselo y por qué.

La novena

David y Teresa se casaron en la parroquia de San Alberto Magno, en Vallecas. En esa iglesia está enterrado Isidoro Zorzano, un compañero de clase de San Josemaría y primer miembro del Opus Dei.

«En mi casa, somos muy de pedir cosas a Isidoro Zorzano. Nos ha hecho favores cotidianos. Y dijimos, ‘¿por qué no?’ Ya que nos ha ayudado en pequeñas cosas, que haga algo más gordo», cuenta David, con la naturalidad de quien tenía plena confianza porque ya había experimentado pequeños milagros.

Así que se decidió a mover por grupos de redes sociales un mensaje muy campechano invitando a quien quisiera a unirse a una novena a Isidoro Zorzano para pedir su curación, porque él «quería volver a trabajar».

Y el mensaje comenzó a circular.

Primero por la familia, muy numerosa, colegio, amigos, parroquia… y se fue extendiendo por conocidos, desconocidos, etc. David vio cómo muchísimas personas se ponían a rezar por él. «Tenía una esperanza real. No fue en plan a ver qué pasa, a ver si tengo suerte. Tanta gente rezando que pensaba que Isidoro iba a tener que hacer algo. Estaba impresionado porque había tanta gente rezando que se nos había ido de las manos«.

Así que pensaba que «Isidoro va a tener que hacer algo».  Y añade: «Era el último cartucho. Si me curo, me curo. Tenía la impresión de que sí». Tan convencido estaba de que algo podía pasar, que medio en broma medio en serio, ya durante la novena, cenando con unos amigos en casa, les dijo: «Oye, acordaos de que el domingo jugamos al pádel».

El milagro

Era sábado. Último día de la novena. La enfermedad avanzaba. David había quedado con su amigo Carlos para acompañarle a hacer unas gestiones a El Escorial, un pueblo en la sierra madrileña. Iban en el coche de Carlos. Entonces, David comenzó a sentir un hormigueo en la pierna. David comenzaba a sentir los dedos y se lo dijo a su amigo, quien le recordó que aún le quedaba por rezar la última estampa de la novena.

Pararon en una gasolinera. Rezaron la estampa muy emocionados. David salió del coche por su propio pie. El equilibrio que perdió hacía años, había vuelto. Y la sensibilidad. Los dedos se habían vuelto a estirar. El dolor había desaparecido. Se abrazó emocionado a su amigo e inmediatamente llamó a Teresa para anunciarle el milagro.

Ya curado, volvió a enviar otro mensaje para comunicar la noticia y pedir otra novena, esta de acción de gracias. Éste fue su mensaje:

Querida familia y amigos:

Lo primero de todo GRACIAS, gracias porque estos 9 días han sido impresionantes, nos habéis acompañado y nos habéis enseñado mejor que nadie lo que es la Comunión De los Santos, y sobre todo el poder de la Oración…  GRACIAS porque en estos 9 días, hemos ido curando «heridas del alma», y hemos ido creciendo en FE…  Poco a poco… la FE no viene de golpe, y debe seguir creciendo…  De salud… podríamos decir que estoy casi curado, y casi no nos lo creemos, pero es así… flojo, pero sin dolor y pudiendo volver a andar… los músculos un poco atrofiados después de tanto… así que solo podemos decir GRACIAS…  Como habéis demostrado una FE increíble, nos atrevemos a pediros una nueva novena… esta vez para AGRADECER…  Por eso os animamos a que sigáis caminando con nosotros otros 9 días… desde mañana hasta el día 15 de Mayo… 9 días de AGRADECIMIENTO a ISIDORO…  Agradecidos, os damos las gracias por TANTO…

Una hija de David lee el texto en el que por whatsapp piden que se haga una novena a Isidoro en acción de gracias.

«Soy un milagro viviente»

 «Ahora tengo varios meses de rehabilitación por delante porque tengo los músculos acartonados, no tengo fuerza en las manos, me canso enseguida», cuenta David sabiendo que los dolores se han ido y que volverá a trabajar. Eso en lo físico, pero en lo espiritual se siente abrumado «porque no quiero ser protagonista, el mérito es de Dios a través de Isidoro. No lo estoy viendo de la barrera, estoy dentro de la plaza. Yo estoy agradecido, continuamente dando gracias, pero el modelo a seguir no soy yo».

Tiene claro que quiere que su historia se conozca:

«Yo cuento lo que sea pero para acercar a la gente a Dios, no quiero ser showman. Pero yo quiero contar la realidad para que la gente crea y podamos tener más milagros».

Además, ya se está moviendo para que ‘su milagro’ sirva para el proceso de beatificación de Isidoro Zorzano, quien actualmente es Venerable.


Benito Rodríguez, Aleteia 

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