Es algo que está siempre presente y que también nos concierne a nosotros. Una preciosa meditación
del sacerdote Paweł Rytel-Andrianik
Antes de su ascensión al cielo, Jesús hizo una promesa muy importante a sus discípulos, tal como leemos en el Evangelio. Al mismo tiempo, les encomendó una tarea. Es algo que está siempre presente y que también nos concierne a nosotros.
Los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
En este pasaje del Evangelio se utiliza un juego de palabras para expresar la profundidad del mensaje.
Discípulos
El evangelista Mateo utiliza el término «discípulos» (en griego «mathetai«) para designar a los doce Apóstoles: «Los once discípulos se fueron a Galilea».
Partiendo hacia el cielo, Jesús les dice: «enseñen a todas las naciones«. En el griego original, se utiliza aquí el verbo «matheteuo«. Literalmente significa «haced discípulos de todas las naciones«.
De este modo, Jesús entrega a sus discípulos la tarea de hacer discípulos a los demás, como él ha hecho discípulos de ellos. Que, al hacerlo, continúen su misión en la tierra.
Cada uno de nosotros, los cristianos, no sólo somos discípulos de Jesús, sino que somos enviados por él para hacer discípulos a los demás. Esta misión continúa hoy y continuará.
Con nosotros
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.
«Dios está con nosotros»: esta convicción es la hebilla que une el Evangelio de San Mateo. En su comienzo, anuncia la venida de Jesús como Emmanuel, que literalmente en hebreo significa «Dios con nosotros». A su vez, termina con la afirmación de Jesús: » He aquí que estoy con vosotros».
Es interesante señalar que la expresión «he aquí» (en griego «idou«) es importante aquí. Significa una realidad que permanece, que está al alcance de la mano, que está ante los ojos.
Jesús está cerca de todos y cada uno de nosotros, no es un relato de la historia, es actual.
Mi pequeña aportación
Jesús está cerca, al alcance de la mano. Pero no se impone. ¿Qué hago yo para estar también cerca de Él? ¿Cuánto tiempo dedico a la oración para poder sentarme y estar con Él?
En la oración, Él nos da la fuerza para vivir felices y tomar las decisiones correctas.
También nos ha encomendado a cada uno de nosotros la tarea de hacer de los demás sus discípulos. Para que otros conozcan la felicidad de estar cerca de Dios.
Paweł Rytel-Andrianik, Aleteia
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