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domingo, 14 de mayo de 2023

¿Puedo comulgar si no voy a misa habitualmente?

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Devolvámosle a la misa su verdadero sentido para que podamos comprender el inmenso bien que nos hace recibir la Comunión

Pues depende de a qué misa no vas… Claro que puedes comulgar si no vas a misa todos los días o si estás en gracia para hacerlo, pero lo importante es no faltar a la misa dominical. Si faltas a la misa dominical, antes de poder comulgar de nuevo debes confesarte.

¿Por qué es tan importante la misa dominical?

Priest raising Eucharist

La misa del domingo es muy importante para los que tenemos fe. Nos lo explica el Catecismo:

«La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave». 

La participación en la celebración común de la Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia.

Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo».

Catecismo 2181, 2182

Si para nosotros es importante nuestra relación con Dios, debe importarnos ir a misa, recibir su cuerpo, entrar en comunión con Él y con los demás, testimoniar que lo amamos y que hace parte fundamental de nuestra vida.

Comulgar con Dios de forma plena recibiendo la Eucaristía, nos alimenta como creyentes y nos permite no apartarnos del camino.

Los cristianos no prescindimos de la Eucaristía dominical, y tratamos de comulgar, porque de este modo nos unimos íntimamente a Cristo, nos hacemos uno con Él.

Recibir la comunión

También es cierto que hay otras faltas que te privan de la comunión, no ir a misa no es la única de ellas.

Podemos perder la gracia de Dios si nos alejamos de Él desde nuestra libertad y conciencia. Si no vivimos plenamente el amor con los demás, con nosotros mismos, con la creación y con nuestro creador.

Se trata de devolverle a la misa su verdadero sentido, un tanto oscurecido con el paso de los tiempos.

Que la misa no sea solo un acto de devoción personal en el que las personas se encuentren individualmente con Jesús, sino que en ella, la comunidad se reúne para alimentarse del cuerpo de Cristo y para sacar de ahí fuerzas para comprometerse en la transformación del mundo.

Nos dice el papa Benedicto XVI:

La «comunión» es realmente la buena nueva, el remedio que nos ha dado el Señor contra la soledad, que hoy amenaza a todos; es el don precioso que nos hace sentirnos acogidos y amados en Dios, en la unidad de su pueblo congregado en nombre de la Trinidad; es la luz que hace brillar a la Iglesia como estandarte enarbolado entre los pueblos: «Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros (1 Jn 1, 6-7).


Luisa Restrepo, Aleteia

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