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domingo, 14 de mayo de 2023

Conchita ya es beata y ejemplo de jóvenes y enfermos: «Lo iluminó todo con la sabiduría de la cruz»


Cerca de 2.600 fieles de toda España asistieron a la beatificación de Conchita Barrecheguren, celebrada este 6 de mayo en la catedral de Granada.

La mañana de este 6 de mayo 2.600 fieles de todo España asistían a la culminación del proceso de beatificación de Conchita Barrecheguren, comenzado hace 85 años. Nacida en Granada en noviembre de 1905, la beata falleció con tan solo 21 años debido a una tuberculosis que mostró sus primeros signos tras su regreso de Lisieux en 1926 y que la acompañó hasta su fallecimiento el 13 de mayo de 1927, festividad de la Virgen de Fátima.

El Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, y el arzobispo de la diócesis de Granada, José María Gil Tamayo, presidieron la ceremonia de beatificación que comenzó con las palabras y breve recorrido por la vida de Barrecheguren de su postulador, Francisco José Tejerizo Linares.

"De niña tuvo mala salud, por lo que por consejos médicos no asistió a escuelas públicas pero recibió una educación adecuada por su padres, el venerable Francisco Barrecheguren y Concha García Calvo, con ayuda de profesores externos", comenzó el postulador.

Desde sus primeros años de vida, sus padres se preocuparon por formarla cristianamente, lo que ella replicó junto a su madre enseñando el catecismo a las empleadas domésticas.

El postulador incidió en cómo la joven enfrentó arduas pruebas desde la infancia, como fue una crisis de fe a los diez años, el agravamiento de su salud con doce a causa de una inflamación intestinal y fuertes dolores o el ingreso de su madre en un sanatorio por desequilibrios mentales, afrontándolas todas ellas "heroicamente" y "desde la oración constante", aceptando "la voluntad de Dios en el fluir de la vida cotidiana".

También relató cómo los problemas de salud no fueron obstáculo para que la joven "se desviviese por los pobres", llegando a ser "una referencia ejemplar de vida cristiana testimoniada conforme al Evangelio" hasta su muerte con 21 años.

Posteriormente, el cardenal Semeraro destacó en la homilía que si Conchita "ha dado fruto abundante", fue por haber estado siempre "unida a Cristo, también en las oscuras horas de la prueba", afrontando "adversidades humanamente superiores a sus débiles fuerzas".

"Ella lo iluminó todo con la sabiduría de la Cruz, convencida que las penas y los sufrimientos  hacen que la criatura esté más cerca y se asemeje a Cristo", subrayó el Prefecto.

Durante la homilía, Semeraro hizo referencia al ejemplo y ayuda que ofrece la beata para, en lugar de "cubrir y disimular la fragilidad", imitar "la vocación que llega de la vulnerabilidad", que Barrecheguren "reconoció, aceptó y vivió".

"También ahora esta nueva beata se convierte para todos nosotros en un modelo a imitar. Sobre todo, a quien se encuentra en el sufrimiento y en la prueba, la beata Conchita muestra cómo la conformación a Cristo, en el amor crucificado, transforma la sustancia de la vida, aún la más compleja y difícil", destacó.

Tras la homilía, Gil Tamayo agradeció las palabras de Semeraro y mostró su alegría por la nueva beata de Granada.

"Con ella la santidad, la vida en Cristo se pone de nuevo en primer plano en nuestra vida diocesana como ocurrió antes con otros granadinos como son los mártires del siglo XX”, recordaba el arzobispo.

Desde el 29 de noviembre del año 2007, las reliquias de Conchita se encuentran, junto a las de su padre, en el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Granada. En 2014, por intercesión de Conchita, una niña de 16 meses fue curada de un síndrome con daño multiorgánico causado por el estreptococo del grupo A.

Anteriormente, en la carta pastoral publicada tres días antes de la ceremonia, el arzobispo remarcó como con la beatificación, Conchita es un "modelo de vida cristiana", especialmente para jóvenes, familias y enfermos. Su ejemplaridad, dijo, radica en estos tres rasgos: "Su vida familiar, que genera un espacio de crecimiento humano y cristiano donde brotan los frutos del Evangelio. Su juventud, vivida desde la fe en Jesucristo y que le lleva a descubrir su vocación como identificación con la voluntad de Dios. Su enfermedad, que le ayuda a interpretar la fragilidad de la vida humana y a ofrecerla a Dios".

José María Carrera, ReL

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