La oración es tan valiosa que muchas veces perdemos la gran dimensión de lo que implica. Aquí algunas reflexiones para tu oración diaria.
Tomaremos como referencia a Romano Guardini, teólogo y filósofo Italo-alemán, muy querido por el Papá Francisco, quien escribió el libro Introducción a la vida de oración, en donde nos hace ver que la oración es una obra de arte que involucra a toda la persona, pues es una interacción completa y viva con Dios; es una expresión creativa que surge del interior y se plasma con autenticidad y sinceridad desde el corazón.
Una manifestación total de la persona
El teólogo explica que la oración es una manifestación total del tipo de persona que cada uno es, de lo que sentiente y piensa; de lo que es capaz.
Orar es un acto de amor en el que se expresa la interioridad, desde los temores y preocupaciones, hasta los deseos y anhelos. Orar es comprender que estás en un diálogo presente y vivo con Dios, por lo que va mucho más allá de recitar y repetir palabras o lecturas, pues involucra creatividad y sensibilidad en una profunda conexión interior con Aquel que nos ha creado.
La oración se practica de tal forma que se va generando una relación íntima y viva.
Cultivar el arte de relacionarse con Dios
Para Guardini, el arte de orar implica ser honesto y tener apertura, presentando las dudas, dificultades y temores, al igual que las gratitudes y aspiraciones.
Desde luego, hacerlo en silencio -en donde no solo se expresa un deseo, sino que se escucha el mensaje de Dios y no se llena la oración de palabras- , permite que el corazón se inflame de Su amor.
Practicarla con una noble constancia genera mejores resultados, porque se cultiva el arte de relacionarse con Dios.
También asegura que orar en familia o en comunidad son alternativas valiosas, ya que hacerlo en grupo da fuerza y vigor; señala que la fe colectiva fortalece la fe personal.
La propia vida: una espontánea oración
Guardini estaba convencido de que la relación con Dios puede ser un gran misterio, puesto que no podemos conocer a Dios en su totalidad; pero por medio de la oración genuina y profunda, podemos llegar a experimentar su presencia y su amor, que es real y transformador.
Recuerda que orar es mostrarte como eres realmente, con tu particular forma de ser; por lo que puedes realizarlo de distintas formas: meditando, contemplando, por medio de una lectura espiritual, practicando la Lectio Divina, e incluso por medio de una pintura o tocando un instrumento.
Haz de tu vida una espontánea oración, mantente dispuesto y abierto a la inspiración del Espíritu Santo, no te fuerces a seguir estructuras rígidas y complejas, así lograrás sentir la sencillez y simpleza de la oración en franca relación con su amor.
Usa el canto, la música, el baile o cualquier manera de expresarte en la belleza y alegría que tienes en la vida para elevar tu mente y corazón como una ofrenda de amor a Dios.
Estudia y rescata viejas tradiciones de oración y practícalas -tal vez como lo hacían tus abuelos o ancestros- lo que importa es motivarte a que vivas una vida de oración que te mantenga en plena conexión con Dios.
Guillermo Dellamary, Aleteia
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