Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Cuando la muerte clava su aguijón
253. A veces la vida familiar se ve desafiada por la muerte
de un ser querido. No podemos dejar de ofrecer la luz de la fe para acompañar a
las familias que sufren en esos momentos[280]. Abandonar a una familia cuando la lastima una muerte
sería una falta de misericordia, perder una oportunidad pastoral, y esa actitud
puede cerrarnos las puertas para cualquier otra acción evangelizadora.
254. Comprendo la angustia de quien ha perdido una persona
muy amada, un cónyuge con quien ha compartido tantas cosas. Jesús mismo se
conmovió y se echó a llorar en el velatorio de un amigo (cf. Jn 11,33.35).
¿Y cómo no comprender el lamento de quien ha perdido un hijo? Porque «es como
si se detuviese el tiempo: se abre un abismo que traga el pasado y también el
futuro [...] Y a veces se llega incluso a culpar a Dios. Cuánta gente —los
comprendo— se enfada con Dios»[281]. «La viudez es una experiencia particularmente difícil
[...] Algunos, cuando les toca vivir esta experiencia, muestran que saben
volcar sus energías todavía con más entrega en los hijos y los nietos, y
encuentran en esta experiencia de amor una nueva misión educativa [...] A
quienes no cuentan con la presencia de familiares a los que dedicarse y de los
cuales recibir afecto y cercanía, la comunidad cristiana debe sostenerlos con
particular atención y disponibilidad, sobre todo si se encuentran en condiciones
de indigencia»[282].
Capítulo VI De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Algunas
Perspectivas Pastorales)
Recemos Con Amor Eterno te he amado
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