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martes, 11 de marzo de 2025

Evangelio del día

 

Libro de Isaías 55,10-11.

Así habla el Señor:
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo
y no vuelven a él sin haber empapado la tierra,
sin haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé la semilla al sembrador
y el pan al que come,
así sucede con la palabra que sale de mi boca:
ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que yo quiero
y cumple la misión que yo le encomendé.


Salmo 34(33),4-5.6-7.16-17.18-19.

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.

Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.


Evangelio según San Mateo 6,7-15.

Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
Conferencias, De la oración, XX (SC 54. Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958), trad. sc©evangelizo.org


“¡Qué su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo!”

[En la oración del Padre Nuestro] la tercer demanda de los hijos es “¡Qué su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo!” Que la tierra merite de ser igualada al cielo es llevar a lo más alto la oración. Decir “¡Qué su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo!” es como pedir que los hombres sean semejantes a los ángeles. Como esos espíritus bienaventurados hacen en el cielo la voluntad divina, sobre la tierra los hombres también la harán.
Podrá hacer una oración del fondo de corazón solamente el que cree que Dios dispone todo en este mundo, alegrías y penas, para nuestra ventaja. Vela con más solicitud para la salvación e intereses de los que son a él, que lo que podemos nosotros mismos.
Podemos también comprender esta demanda, en el sentido que la voluntad de Dios es “que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tm 2,4). El profeta Isaías habla de esta misma divina voluntad, cuando en el nombre de Dios Padre, expresó “Mi designio se cumplirá y haré todo lo que me agrade” (Is 46,10). Demandar “¡Qué su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo!” es, con otros términos, formular esta oración: “Igual que los que están en el cielo, que los que están sobre la tierra, oh Padre, sean salvados por el conocimiento de su Nombre”.(EDD)

Reflexión sobre el manuscrito iluminado

Los Evangelios muestran con frecuencia a Jesús orando y, en algunas ocasiones, incluso revelan el contenido de sus oraciones. Sin embargo, sólo hay un caso en el que Jesús enseña explícitamente a sus discípulos una oración que deben recitar: el Padrenuestro. El "Padre nuestro" ocupa un lugar único y privilegiado en la tradición cristiana, porque es la única oración que Jesús mismo nos ordenó rezar. A pesar de las muchas diferencias entre las confesiones cristianas, esta oración sigue siendo una fuerza unificadora, algo que todos podemos rezar juntos en el culto. Al enseñarla, Jesús no sólo dio a sus seguidores palabras para recitar, sino también un modelo de cómo rezar.

La primera parte del Padre Nuestro está centrada en Dios, dirigiendo nuestros corazones hacia su nombre, su reino y su voluntad. Jesús nos enseña que la verdadera oración comienza con un acto de entrega, alineando nuestros deseos con los propósitos de Dios en lugar de limitarnos a presentar nuestras propias peticiones. Sólo después de centrarnos en la voluntad de Dios, la oración se desplaza hacia nuestras propias necesidades. En la segunda parte del Padrenuestro, Jesús nos invita a pedir el sustento diario, tanto físico como espiritual, el perdón y la fuerza contra la tentación y el mal. En particular, esta oración es profundamente comunitaria, como se ve en el uso repetido de "nuestro" en lugar de "mi", que nos recuerda que no estamos solos ante Dios, sino que formamos parte de una gran comunidad de fe, unidos en nuestra dependencia de su gracia.

Algunas de las mejores pinturas y dibujos de la Edad Media no se exhiben en las paredes de iglesias y museos, sino que brillan en las páginas de los libros. Los libros de horas fueron uno de los libros de devoción más importantes y utilizados de la Edad Media, ya que ofrecían a los laicos una forma estructurada de santificar su día a través de la oración. Estos manuscritos bellamente iluminados ayudaban a los lectores a cultivar una vida espiritual más profunda a través de la belleza. Una de las oraciones más importantes de estos libros era el Padrenuestro, al que se daba especial prominencia, a menudo introducido con las páginas más espléndidamente iluminadas. Nuestro ejemplo aquí es simplemente la página del Padre Nuestro. El Padrenuestro no sólo se recitaba. Sus palabras estaban destinadas a ser contempladas, y las iniciales ricamente decoradas, los adornos en pan de oro y las intrincadas ilustraciones marginales servían para elevar el compromiso espiritual del lector con la oración. A la derecha se representa la Anunciación, y a la izquierda, a Jesús dando instrucciones a sus discípulos sobre el Padre Nuestro. (Nota: El texto en latín trae primero el Ave Maria y luego el Pater noster).

by Padre Patrick van der Vorst

 

















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