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domingo, 20 de abril de 2025

Evangelio del Domingo - ¿No sería muchísimo mejor escucharlo proclamado, junto con la familia, durante la Santa Misa presencial?



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Libro de los Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43.

Pedro, tomando la palabra, dijo:
"Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:
cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara,
no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.
Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.
Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre".

Salmo 118(117),1-2.16ab-17.22-23.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!

La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.

Carta de San Pablo a los Colosenses 3,1-4.

Hermanos:
Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.
Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.

Evangelio según San Juan 20,1-9.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Monasterio Santa Catalina del Monte Sinaí
Liturgia de las Horas, s. IX
Canon en honor de la cruz y la Resurrección (SC 486. Sinaiticus graecus 864, Cerf, 2004), trad. sc©evangelizo.org


¡Has resucitado de entre los muertos y salvado al mundo!

Fuiste elevado sobre la cruz, tuviste el costado en tu carne traspasado con la lanza de los impíos, a causa de Adán perdido. Querías arrancarlo al odio del Enemigo y de la antigua maldición, Salvador, y por tu resurrección salvar al ser moldeado por tus manos. ¡Cantemos entonces a Cristo nuestro Dios, porque se ha cubierto de gloria!
Has resucitado de entre los muertos y salvado al mundo de la corrupción, tú el Todopoderoso, con tu poder divino. Te hiciste ver por las Miróforas que portaban perfumes, con la palabra “¡Alégrense!”, enviándolas a anunciar la divina resurrección. ¡Cantemos entonces a Cristo nuestro Dios, porque se ha cubierto de gloria!
Dos ángeles fueron vistos en la tumba, Salvador, anunciando a las mujeres tu resurrección de entre los muertos. Ellos las enviaron hacia Sion a proclamar a los discípulos tu divina y luminosa resurrección, proclamando con una voz radiante “¡El Señor crucificado se ha levantado de la tumba el tercer día!”. (…)
Del sepulcro, al término de tres días, tú sólo, Salvador, te has levantado, despertando a los cautivos del Hades y sustrayéndolos de la antigua condenación de la serpiente. ¡Porque tú eres la Vida y la Resurrección, oh Bondadoso!
Todos los pueblos aplaudan con sus manos ¡Cristo resucitó! Al haber él destruido el imperio de la Muerte y habernos arrancados de la condenación a muerte, Dios reinará por la eternidad. (EDD)

Reflexión sobre el cuadro

Anoche, durante la Vigilia Pascual en la catedral de Westminster, entramos en una iglesia casi totalmente a oscuras. La única fuente de luz era el cirio pascual. Poco a poco, esa luz se fue compartiendo a medida que cada uno de nosotros encendía su propio cirio. Jesús dijo: "Yo soy la luz del mundo", y dio a sus seguidores la seguridad de que nunca caminarían en la oscuridad, sino que tendrían la luz de la vida. El encendido del cirio pascual y la transmisión de su llama simbolizan bellamente esta declaración y esta promesa. La Pascua es, ante todo, una celebración de la luz.

Cada domingo, cuando nos reunimos para la Misa, celebramos la luz de Cristo resucitado, una luz que ninguna oscuridad podrá apagar jamás. Desde el principio, los cristianos se han reunido en este día, el día de la resurrección, para compartir la Eucaristía.

El espíritu de servicio generoso mostrado por las mujeres junto al sepulcro en nuestra lectura del Evangelio, refleja el espíritu de Cristo resucitado. Pero, ¿dónde encontramos hoy al Señor resucitado? Las mujeres buscaban en el lugar equivocado, no estaba entre los muertos. Los ángeles mensajeros les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí'. El Señor resucitado se encuentra donde florece la vida. Se encuentra allí donde el Espíritu Santo actúa y da vida. Lo encontramos en los actos de ternura y cuidado de los más frágiles y necesitados. Lo encontramos en las comunidades formadas por la fe, donde Cristo está en el corazón de todo lo que hacemos. Está presente en quienes viven el mensaje evangélico con valentía, incluso cuando exige grandes sacrificios. Lo reconocemos en todos los esfuerzos por desafiar y superar las múltiples formas de violencia y muerte que nos rodean.

Nuestro cuadro, obra de un seguidor de Dieric Bouts, representa a Cristo resucitado, saliendo de su tumba. Se le representa con expresión serena, sosteniendo un bastón adornado con una cruz, símbolo de la victoria sobre la muerte. Su mano derecha se alza en señal de bendición. Alrededor de la tumba hay soldados romanos, representados en diversas posturas de sueño o asombro, que subrayan el carácter milagroso de la resurrección. También está presente un ángel, situado cerca del sepulcro. Al fondo, a la izquierda, vemos a Jesús como jardinero que sostiene una pala y se encuentra con María. Al fondo, a la derecha, la Ascensión.

Queridos lectores en Cristo. Que la alegría del Señor resucitado llene vuestros corazones y vuestros hogares en este tiempo de Pascua. Que su luz guíe vuestro camino, su paz habite en vosotros y su amor renueve vuestro espíritu cada día. Al celebrar el triunfo de la vida sobre la muerte, os deseo a vosotros y a vuestros seres queridos toda clase de bendiciones en esta Pascua.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

(Repasamos meditando el pasaje del monasterio Santa Catalina)
























 

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