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miércoles, 20 de agosto de 2025

Jóvenes del Camino preguntan a Munilla: ¿Se puede recobrar la virginidad? ¿Cómo rematar el noviazgo?

 Encuentro del obispo con jóvenes en Roma

El obispo Munilla con jóvenes del Camino Neocatecumenal.

El obispo Munilla, durante su encuentro en Roma con jóvenes del Camino Neocatecumenal.

Este 18 de agosto, el obispo Munilla hizo público en su canal de YouTube, En ti confío, el encuentro que mantuvo recientemente en Roma con jóvenes del Camino Neocatecumenal. Tuvo lugar en la parroquia de San Lucas, en Roma, y se dio en el contexto del Jubileo, pronunciando previamente la charla “Ganar el Jubileo y discernir la vocación”.

En el encuentro, el obispo se puso a disposición de los jóvenes para que le dirigiesen sus dudas y consultas, y muchas de ellas estuvieron dirigidas en torno al discernimiento, la vocación y el noviazgo o el matrimonio.

Cómo evitar "un noviazgo que se pudra"

Una de las primeras cuestiones que abordó el obispo de Orihuela-Alicante giró en torno a cómo una misma relación puede correr el riesgo de verse afectada por “un discernimiento que se está pudriendo”.

Con estas palabras abordó no solo el fenómeno de “perpetuar los noviazgos”, sino también el de “que un noviazgo o matrimonio se lleven sin discernimiento alguno”.

“Es malo que se pudra un noviazgo. Es un camino de discernimiento, y tiene que comenzar, llevar sus etapas y coronarse. En nuestra sociedad se va retrasando y retrasando la maduración de las personas y también la toma de decisiones últimas como la vocación”, advirtió Munilla.

Frente a la actitud del “dejar para más tarde” y la tendencia a “no terminar de madurar”, animó nuevamente a los jóvenes que abren un discernimiento como este a “coronarlo y terminarlo” y que no “se quede por el camino”.

“Este es el criterio principal. El mayor riesgo que tenemos es el de no rematar. La búsqueda es para encontrar, no para seguir buscando. La búsqueda tiene un inicio y una conclusión”, agregó el obispo advirtiendo frente a una “búsqueda sin vocación de encuentro”.

¿Vocación o deseo?

Otra de las preguntas que le dirigieron fue buscando criterios para diferenciar la vocación de un deseo personal. Una cuestión que animó a prevenir tomando conciencia de que “no es lo mismo el deseo que la voluntad”, y de que no faltan ocasiones en que hay que “mortificar los deseos para buscar la voluntad”.

Diferenciado lo que apetece de lo que se quiere, el obispo invitó a profundizar y distinguir “lo que yo quiero de lo que quiere Dios, confrontar tu voluntad con la de Dios” y “purificar tus deseos” para que ambas “estén en sintonía”.

Y para esa sintonía, dijo en tercer lugar, “es muy importante la vida de oración, el acompañamiento, ver cómo Dios nos purifica y escuchar también la voz de los que nos conocen desde fuera, los que nos confrontan, la voz de la Iglesia que nos que nos va iluminando”.

La virginidad, ¿se puede recuperar?

El obispo también abordó de forma afirmativa que la virginidad “se puede recuperar”, siempre que esta se conciba como algo “espiritual”, considerándola como “que nuestro corazón vuelva a ser de Cristo”.

Negarlo, dijo, “es una visión muy carnal, que no tiene en cuenta lo que es el poder restaurador de Dios”, que “se puede servir hasta del pecado de nuestra vida para todavía glorificar el nombre de Dios de una manera superior”.

“Si Dios permitió que cayésemos hondo, lo permitió con un con un designio de que glorificásemos a Dios en la restauración y que ayudásemos a otras personas caídas. Que uno haya sido herido, le capacita para poder ayudar a otras personas en situaciones similares. Cuando uno es hijo de la misericordia, está llamado a ser madre o padre de misericordia con otros. Ese es el mensaje clave que hay que hay que recibir”, explicó.

A qué se puede renunciar... y a qué no

Otro interrogante que giró en torno al discernimiento fue el de hasta qué punto se deben sacrificar ciertos principios para salvar una relación.

Una pregunta que, según Munilla, tiene “letra pequeña”, pues es necesario “distinguir si hablamos de algo en lo que se juega la voluntad de Dios o no”.

En el primer caso, poniendo como ejemplo vivir o no un noviazgo casto, el obispo observó que la solución “no puede ser un denominador común”, lo que se puede aplicar otros aspectos que “no son conformes a la voluntad de Dios”.

“Si esta persona no ve claro que tenemos que vivir una relación de vivir en pureza, la conclusión que tengo que sacar es que esta persona no es de Dios. Y, además, diciéndoselo, le voy a hacer un favor, porque así buscaré lo que Dios quiere”, expresó.

Casos distintos son los relativos a cuestiones opinables como los que afectan a la conjugación entre las dos familias, cada una con planteamientos que pueden ser opuestos.

¿Hasta qué punto ceder en este caso? Según el obispo, es recomendable plantearse o discernir “si seré yo el que tiene que ceder en determinados apegos”.

En todo caso, la respuesta a esa pregunta debe diferenciar si lo que está en juego es la voluntad de Dios o cuestiones opinables. Y en este último caso, es necesario “un desapego para poder llegar al bien común”. De no hacerlo, concluyó, “no buscarás el bien común” y en su lugar surgirán “terquedades, manías o apegos”. 

ReL

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