El famoso sacerdote y teólogo español José Antonio Fortea reflexionó en un reciente artículo sobre la confesión, y la frecuencia con la que un cristiano debería recurrir al sacramento de la reconciliación.
En su texto, publicado en su blog con el título de “La frecuencia de la confesión”, el P. Fortea recordó que “en la época de San Agustín, por ejemplo, la confesión era algo que se hacía cada mucho tiempo, sin que se pueda precisar con seguridad cada cuanto tiempo”.
“Pero cuando un cristiano recibía el perdón de parte de un presbítero en nombre de Dios, recibía esa absolución con gran arrepentimiento, con gran consciencia de estar recibiendo un misterio muy sagrado”, señaló.
En esas ocasiones “uno se preparaba mucho y después cumplía una penitencia que no era pequeña”.
El sacerdote español señaló que “la frecuencia ideal si uno no tiene sobre su conciencia pecados graves” y “para una persona que lucha por la santidad y tiene un horario regular de oración mental, la frecuencia ideal sería una vez a la semana”.
“Pero hay que evitar que esta práctica se convierta en algo rutinario que no se valora”, advirtió.
El P. Fortea indicó además que “si alguien no tiene pecados graves y considera que prefiere hacer una confesión al mes, para hacerla con mayor preparación y mayor arrepentimiento, tampoco hay nada reprobable en ello”.
“En cualquier caso, todos los cristianos como mínimo conviene que se confiesen una vez al año”. Pero, precisó, “estoy hablando de la frecuencia más pequeña posible”.
“Lo normal para cristianos que viven en gracia de Dios será confesarse varias veces al año”.
En caso de un pecado grave, indicó, “entonces uno debe confesarse cuanto antes. Lo mejor es ese mismo día o al día siguiente”.
“Hay que evitar que los pecados echen raíces. Hay que evitar que el alma se acostumbre a vivir en pecado ni un solo día”, dijo.
El presbítero español se refirió también a los casos en los que “los pecados graves ocurren con demasiada frecuencia”. Para estas situaciones “es preferible que la confesión no se repita más de una vez a la semana, sin comulgar mientras tanto”.
“De lo contrario, el penitente puede acostumbrarse a recibir un misterio tan sagrado cada dos o tres días. Lo cual es una frecuencia que indica que uno no tiene un propósito de enmienda fuerte sino débil”.
El P. Fortea señaló que “podemos (nota: y debemos) pedir perdón a Dios cada día por nuestras faltas. Pero la confesión es un misterio muy grandioso para repetirlo continuamente”.
“Como excepción uno sí que puede confesarse varias veces a la semana. Pero como norma, para toda la vida, no conviene”, advirtió, pues “significaría devaluar el sacramento”.
“Si una persona sólo resiste un par de días antes de pecar gravemente, tiene que hacer más oración y más penitencia antes de acercarse a este misterio sacramental”, concluyó. (ACI)
No hay comentarios:
Publicar un comentario