"No se habla de los efectos secundarios, y estos son gravísimos"
“La marihuana ha destruido el cerebro de nuestro hijo y de otros muchos. Empezaron a fumar porros a una edad de 12-14 años, en épocas en que se producen grandes cambios en el organismo y en la mente, y deterioraron las neuronas afectando de forma muy negativa a estos chicos. No somos solo los padres los que lo decimos, sino también los médicos”.
Son las palabras de Montserrat Boix, madre de un hijo con graves trastornos mentales, que desde hace 10 días permanece fugado del centro psiquiátrico en que se encontraba cuando salió a fumar y todavía no ha sido localizado.
Boix considera que las instituciones no están actuando de manera correcta ante las graves situaciones de familias con personas con trastornos mentales y afirma que nunca la policía ha localizado a su hijo en las ocasiones en que se ha fugado.
Cree que “estos problemas no están trascendiendo lo suficiente. Parece que tienen más poder en la sociedad y en los medios de comunicación los que proponen el consumo libre de la marihuana”.
“No se habla de los efectos secundarios, y estos son gravísimos. Son, además, un paso hacia las drogas duras”, lamenta.
Montserrat Boix hizo estas manifestaciones a la Plataforma per la Família Catalunya-ONU, que además de difundir los hechos y los problemas de estas familias prepara unas sesiones sobre el tema de la salud mental en el seno de las familias, en el marco propuesto por la ONU para el presente año de una salud sostenible, con la colaboración de la Diputación de Barcelona (España) y del Consorci de la Zona Franca.
Para Boix, “se habla de la legalización de la marihuana, del cannabis. Si ello significa que se pueda vender en farmacias con receta médica para algún tratamiento, vale, pero si se trata de permitir la venta en la calle, o en cualquier tienda sin más y sin ningún control, lo rechazamos de manera absoluta”.
La madre, angustiada por la situación de su hijo, explicó que no puede entender que “la policía tenga las manos atadas y no haga nada cuando ve que unos chicos están fumando cannabis, lo que se da en muchos lugares, en cualquier esquina”.
“El policía de barrio debería poder intervenir, echarles la bronca, multar, avisar a los padres, de la misma forma que si se bebe alcohol en la calle -sugiere-. Son incomprensibles estas leyes tan permisivas”.
Convivencia muy difícil
Boix expresa su angustia por la situación actual de su hijo, de 27 años, con el que la convivencia resulta muy difícil porque es agresivo, no respeta los horarios de la casa, no toma la medicación para tratar el trastorno que padece, consume droga y a menudo huye de casa.
No podemos “hacer nada más que esperar a que nuestro hijo vuelva a delinquir para que lo encierren en una prisión y allí vuelva a estar bien tratado.O que lo maten en una riña. Estas personas o acaban en la cárcel o en el cementerio. No hay nada para los enfermos mentales severos, agresivos y que consumen drogas”, dice, asegurando que son muchas las familias en situación similar a la suya.
Denuncia que los políticos se están interesando muy poco por la situación de las familias que tienen alguno de sus miembros con severos problemas de salud mental.
Boix manifiesta que los padres de personas que están en aquella situación deberían poder mantener la patria potestad, que han perdido cuando los hijos enfermos mentales alcanzan la mayoría de edad.
“Ellos no están en condiciones de ejercer la libertad, no tienen criterio para administrarla. Nos encontramos con que se les pregunta a ellos si quieren dar su consentimiento para estar internados, y dicen que no. Los padres no podemos decir nada, pero resulta que luego los problemas son enormes”, explica.
Soluciones
La solución que propone es la creación por parte de las instituciones públicas de centros de salud mental en zonas rurales, de forma que puedan realizar trabajos en el campo, cuidar animales, etcétera pero que no puedan salir de allí.
De hecho, ella misma, junto con su marido, ha creado la productora de yougures Delicias del Berguedà en el intento de que trabajen en ella personas con problemas de salud mental.
Boix recuerda que en España en los años 70 desaparecieron los manicomios para personas con trastornos mentales, pero no se les ha sustituido por otras instituciones adecuadas para su tratamiento, que a la vez protejan al resto de la sociedad.
Y concluye: “Los padres estamos desesperados y nos sentimos impotentes ante esta situación”.
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