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miércoles, 20 de junio de 2018

CORAZÓN DE JESÚS SALVACIÓN DE LOS QUE EN TI ESPERAN: TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS - Meditación del Papa Juan Pablo II sobre las Letanías del Sagrado Corazón



Ángelus, 17 de septiembre de 1989
¡Queridos Hermanos y Hermanas!

1. A esta hora del Ángelus detengámonos durante algunos instantes para reflexionar sobre esa invocación de las letanías del Sagrado Corazón que dice: "Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, ten misericordia de nosotros".

En la Sagrada Escritura aparece constantemente la afirmación según la cual el Señor es "un Dios que salva" (Ex 15,2; Sal 51,16; 79,9; Is 46,13) y la salvación es un don gratuito de Su Amor y de Su Misericordia. El Apóstol Pablo, en un texto de alto valor doctrinal, afirma: "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tm 2,4;4,10).

Esta voluntad salvífica, que se ha manifestado en tantas intervenciones admirables de Dios en la historia, ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret, Verbo Encarnado, Hijo de Dios e Hijo de María, pues en Él se ha cumplido con plenitud la palabra dirigida por el Señor a su "Siervo". "Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra" (Is 49,6; Lc. 2,32).

2.Jesús es la epifanía del Amor salvífico del Padre (Tt 2,11; 3,4). Cuando Simeón tomó en sus brazos al niño Jesús, exclamó: "han visto mis ojos tu salvación" (Mc 2,30). En efecto, en Jesús todo está en función de su misión de Salvador: el nombre que lleva ("Jesús" significa "Dios salva"), las palabras que pronuncia, las acciones que realiza y los sacramentos que instituye.

Jesús es plenamente consciente de la misión que el Padre le ha confiado: "El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido" (Lc. 19 ,10). De Su Corazón, es decir, del núcleo más intimo de Su ser, brota ese celo por la salvación del hombre que lo impulsa a subir, como manso cordero, al monte del Calvario, a extender sus brazos en la cruz y a dar su vida como rescate por muchos (Mc 10,45).








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