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miércoles, 1 de abril de 2020

Para los que NO han ido a Misa el Domingo: vea lo que perdió

Podemos ofrecer sólo unos pocos aspectos de las mil maravillas de la Santa Misa


¿Cuáles son los frutos y efectos que recibimos en la Comunión? D
D.- La Comunión borra los pecados veniales.
Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales (Cf. C.C. de Trento: DS 1638).
Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en Él.
En la Comunión Jesús es Médico, que suministra el remedio para la enfermedad y fortalece nuestra debilidad, preservándonos de los pecados futuros: por ello el Concilio de Trento llama a la Eucaristía "antídoto", con el que somos liberados de las culpas cotidianas y somos preservados de los pecados mortales (Dz 875).
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1394

¿Cuáles son los frutos y efectos que recibimos en la Comunión? C
C.- La Comunión nos separa del pecado.
El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es "entregado por nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por muchos para el perdón de los pecados". Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados.
"Cada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del Señor (1 Co 11,26). Si anunciamos la muerte del Señor, anunciamos también el perdón de los pecados. Si cada vez que su Sangre es derramada, lo es para el perdón de los pecados, debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los pecados. Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio" (San Ambrosio, Sacr.4.28).
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1393


¿Cuáles son los frutos y efectos que recibimos en la Comunión? B
B.- La Comunión es el alimento del alma.
Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, "vivificada por el Espíritu Santo vivificante", conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático.
La gracia sacramental específica de la Eucaristía es llamada gracia nutritiva, porque se nos da a manera de alimento divino, que conforta y vigoriza en el alma la vida sobrenatural.
Todos los efectos que el manjar y la bebida corporal producen en relación con la vida del cuerpo, sustentándola, aumentándola, reparándola y deleitándola, todos esos los produce este sacramento en relación con la vida del espíritu.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1392

¿Cuáles son los frutos y efectos que recibimos en la Comunión? A
A.- La Comunión acrecienta nuestra unión con Cristo.
Recibir la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús. En efecto, el Señor dice: "Quien come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él" (Jn 6, 56). La vida en Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucarístico: "Lo mismo que me ha enviado el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí" (Jn 6, 57).
La Sagrada Eucaristía es capaz de producir por sí misma un aumento de gracia santificante mayor que cualquier otro sacramento, por contener al mismo Autor de la gracia. Por eso se puede decir que, al ser la gracia unión con Cristo, el fruto principal de la Eucaristía es la unión íntima que se establece entre quien recibe el sacramento y Cristo mismo.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1391

La Santa Misa es apasionante.
La Santa Misa no es un aburrimiento, es apasionante. La Santa Misa exige interioridad.
J. P. Manglano
La Misa: antes, durante y después

El sacrificio de la Última Cena, el de la Cruz y el del altar.
La única diferencia entre el sacrificio de la Misa y el de la cruz está en el modo de ofrecerse: en la cruz fue cruento (con derramamiento de sangre) y en la Misa es incruento (sin derramamiento de sangre), bajo las apariencias de pan y vino. Los sacrificios de la Última Cena, el de la Cruz y el del altar, son idénticos.
P. Jorge Loring S.I.


Con lágrimas de dolor y de amor a Jesús.
No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor a Jesús, crucificado por tu salvación.
La Virgen Dolorosa te acompañará y será tu dulce inspiración.
San Pío de Pietrelcina



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