El Papa Francisco publicó el sábado 25 de abril una carta
dirigida a todos los fieles con motivo del mes de mayo, mes especialmente
dedicado a la Virgen María, donde invita a las familias a rezar el Rosario en
casa durante la actual pandemia de coronavirus.
A continuación, la carta completa del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas:
Se aproxima el mes de mayo, en el que el pueblo de Dios
manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. En
este mes, es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. Las
restricciones de la pandemia nos han “obligado” a valorizar esta dimensión
doméstica, también desde un punto de vista espiritual.
Por eso, he pensado proponerles a todos que redescubramos la
belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo. Ustedes pueden
elegir, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo
bueno de ambas posibilidades. Pero, en cualquier caso, hay un secreto para
hacerlo: la sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos
esquemas de oración para seguir.
Además, les ofrezco dos textos de oraciones a la Virgen que
pueden recitar al final del Rosario, y que yo mismo diré durante el mes de
mayo, unido espiritualmente a ustedes. Los adjunto a esta carta para que estén
a disposición de todos.
Queridos hermanos y hermanas: Contemplar juntos el rostro de
Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como
familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba. Rezaré por ustedes,
especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les
agradezco y los bendigo de corazón.
Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2020
Fiesta de san Marcos, evangelista
FRANCISCO
Oración 1:
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y
bendita.
Oración 2:
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y
angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre
nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos
en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos
y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo
que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para
evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde
confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las
consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de
misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un
horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo,
pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que
abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal
sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en
primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su
heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los
enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso
evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos. Virgen Santa, ilumina las
mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones
adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con
sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo
necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo
alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas
de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de
armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de
futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de
pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos
une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda
de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza
en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus
hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta
terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como
signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce
Virgen María! Amén.
Papa Francisco
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