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lunes, 20 de abril de 2020

¿Ya no soportas el confinamiento? Pon en práctica este ejercicio

La monotonía, el mal humor del cónyuge, el malestar de uno de los niños, la imposibilidad de salir y estrechar entre los brazos a familiares y amigos… La lista de motivos para estar triste, incluso infeliz, durante el confinamiento podría alargarse hasta el infinito. Pero ¿y si un simple ejercicio pudiera ayudarte a ver el vaso medio lleno?
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No sirve de nada si solo consideras la parte “difícil” de tu vida durante el confinamiento. ¿Y si exploraras el otro lado, donde están escritas todas las pequeñas alegrías que te da la vida? Así podrías tomar consciencia de todas las ventajas de que disfrutas y apreciarías lo que tienes, en vez de pasar el tiempo lamentando lo que no tienes. Sin duda te sorprendería descubrir que, en este aspecto también, ¡la lista es muy larga!

Innumerables fuentes de alegría y motivos para decir ‘gracias’

Lo que le pasó a Marie y a Jean cuando hicieron este ejercicio es que quedaron atónitos por los resultados. Primero se dieron cuenta de que era imposible ser exhaustivos en su lista porque, cada día, casi a cada instante, había acontecimientos, más anodinos o más importantes, que para ellos podían ser fuentes de dicha, mayor o menor. Disfrutar de un buen momento con amigos por videollamada, admirar el amanecer por la ventana, apreciar las pequeñas atenciones del cónyuge, estremecerse escuchando el canto de los vecinos en el balcón… ¡Todo esto dilata el corazón!
Su segunda sorpresa –y no menor– fue descubrir que, reconociendo explícitamente todas las pequeñas alegrías (sonreír, alegría de vivir, el compartir con los demás), estaban más naturalmente dispuestos a dar gracias. Gracias por esta hermosura, gracias por esta delicadeza, esa sonrisa en este contexto difícil… Podían fijar esta nueva mirada sobre el mundo en general, y la vida en particular, conectándola con la gratitud.
Pero poner en práctica esta perspectiva no es algo que salga solo sin más. Es necesaria una buena dosis de convicción y de espíritu abierto para cambiar la forma de mirar, de actuar y atreverse a expresar esos agradecimientos. Una actitud de reconocimiento, de gratitud, resultará muy agradable a los demás y no desmentirá la propuesta de san Pablo de dar gracias por todas las cosas (1 Te, 5,18).
Marie-Noël Florant, Edifa - Aleteia
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