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martes, 28 de abril de 2020

Nikola Griffin tiene tan sólo 26 años pero ya ha tenido profundas experiencias de Dios en este tiempo
Nikola Griffin tiene tan sólo 26 años pero ya ha tenido profundas
 experiencias de Dios en este tiempo

Nikola Griffin es una joven de 26 años de la ciudad irlandesa de Limerick, muy sacudida por la violencia callejera y las bandas. Pese a su corta edad ha vivido mucho, quizás demasiado hasta llegar prácticamente a acostumbrarse a acostarse oyendo tiroteos y despertándose con ese mismo sonido. 
Sin embargo, una de estas escenas de violencia extrema fue la que cambió la vida de una adolescente de una familia no practicante. Mientras veía como un grupo de hombres apaleaban a una mujer observó desde su ventana como emergía desde lo lejos corriendo un heroico fraile, que se colocó entre los agresores y la agredida protegiéndola con su cuerpo. Logró sacarla de ahí y meterla en el coche, y a continuación este religioso fue el objetivo de la ira de este grupo. Pero fue entonces, viendo como aquel joven fraile recibía una paliza que no era para él, cuando tuvo la certeza que quería creer como él, amar como él y seguir a quien Él seguía. En ese momento, la vida de la joven Nikola se transformó.
En una entrevista en Cambio de Agujas, de la Fundación Euk Mamie, esta joven relata su testimonio de conversión y el papel que tuvo este franciscano de la renovación a la hora de conocer a Dios.
Bandas callejeras, droga, violencia y asesinatos
Nikola recuerda de su infancia y juventud que vivía en una zona con mucha droga, alcohol y bandas callejeras. “Durante aquel tiempo había muchas bandas callejeras y gente que yo conocía se había metido en esa vida. Nuestra zona era muy peligrosa, y como personas que yo conocía estaban dentro esto me afectó”, reconoce.
Pero hubo un momento clave en ese momento. Un gran amigo de su familia fue asesinado  en uno de esos ataques y desde aquel instante en su vida experimentó "mucha ira”. “Quería vengarme. Realmente sólo pensaba en eso, por su familia así que empezó a comerme el rencor y a rebelarme”, relata, pese a ser tan sólo una adolescente.
Su comportamiento empeoró de manera preocupante, empezó a meterse en problemas y a consumir drogas. Incluso llegó a ser expulsada de la escuela por sus desafíos a la autoridad.
La llegada de unos frailes a vivir al barrio
Su barrio estaba viviendo una situación muy complicado y fue en esa situación cuando una comunidad religiosa se instaló en el vecindario. Eran los frailes franciscanos de la Renovación, una orden reciente muy centrada en la evangelización y que atrae a muchos jóvenes.
“Básicamente lo que hicieron fue crear grupos con jóvenes y se reunían todas las noches para intentar apartarlos de la influencia de las calles y recorrían nuestras casas preguntando si los hijos querían ir al grupo de jóvenes. Mis padres como no eran practicantes dijeron que no”, cuenta Nikola.
Mientras su vida estaba comida por el odio y la venganza ella a su vez se encontraba por las calles de su barrio a los frailes por la calle rezando el Rosario. Reconoce que cuando los veía “pensaba que era una pérdida de tiempo con lo que no conseguirían nada”.
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Algunos de los frailes franciscanos de la Renovación de la comunidad de Limerick (Irlanda)
Pero la realidad es que desde la llegada de estos frailes se notaron pequeños cambios en el barrio, había menos agresividad y violencia. “Yo experimentaba que aquellos frailes tenían algo que yo quería, pero entonces no sabía qué era”, cuenta en su testimonio.
El acto heroico de un fraile que cambió su percepción
Todo cambió en la vida de Nikola el día que “una mujer estaba siendo apaleada en la calle, justo fuera de mi casa. Y por alguna razón me acordé de la imagen de los frailes rezando y pensé: ‘no puedo perder otra persona en mi vida, voy a rezar’”.
Esta joven señala que al no haber sido criada en la fe no conocía las oraciones. “Mi oración fue: ‘Dios, si de verdad existes, tienes que hacer algo ahora mismo’. Y justo cuando terminé de pronunciarla vi a uno de los frailes corriendo, se abrió paso entre el grupo de hombres y se puso encima de ella para protegerla. Él dijo: ‘en el nombre de Jesús, parad!’. Fue como si el tiempo se paralizara para mí”, cuenta recordando aquel suceso.
Finalmente, este fraile logró sacar a la mujer de allí hasta que la metió en un coche que la llevó al hospital.  “Pero aquellos hombres estaban tan enfadados porque se les había escapado la mujer que continuaron dándole a él puñetazos y patadas. Acabó con numerosos golpes, contusiones y huesos rotos. Sólo recuerdo pensar: ‘eso es lo que yo quiero. Quiero lo que él tiene, la fortaleza y la fe que tiene’”.
"Nunca había escuchado que Dios me amaba"
Hasta entonces, esta joven reconoce que se ponía máscaras de “chica dura” o de “payasa de la clase” siempre para protegerse. Pero entonces supo que ella quería ser como aquel fraile. Y así fue como sin permiso de sus padres una noche fue al grupo de jóvenes. Necesitaba preguntarle por qué hizo eso. “Es justo lo que hizo Jesús, Él murió por cada uno de nosotros. Porque Jesús te ama”, le dijo aquel religioso.
“Nunca había escuchado estas palabras, que Dios me amaba sin tener que ponerme máscaras. A partir de ese momento seguí yendo al grupo. Si alguien había estado dispuesto a morir en la cruz yo quería conocer a esta persona”, relata Nikola.
El día que las caretas se cayeron
Finalmente fue en una Adoración ante el Santísimo en la capilla de esta comunidad religiosa donde esta joven experimentó cómo Jesús le habló al corazón. “Quiero que seas feliz”, le dijo el Señor. En ese instante se cayeron todas las máscaras que había llevado durante años y al fin pudo ser sincera y contar a Dios todos sus miedos, inquietudes… Incluso cuando balas al aire pasaban cerca de ella, Nikola siguió yendo a visitar el Santísimo pues vio que Él “trabajaba en mi vida”.
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Nikola, en el centro tras su conversión participando en actividades de jóvenes católicos
Según iba conociendo esta fe hasta entonces tan desconocida para ella se dio cuenta de que había estado “muchas veces a punto de morir pero por gracia de Dios seguía aquí”.
Si Jesús perdonó ella también tenía que perdonar
La manera de vivir dio un giro de 180 grados. “Todavía vivo en la misma zona, me despierto o acuesto escuchando disparos pero tener una relación con Jesús me cambió a mí y cambió la forma de afrontar estas situaciones. Él estaba conmigo.
Ya totalmente integrada en la Iglesia y en distintos grupos acudió a una noche de sanación donde el sacerdote pasó con el Santísimo delante de cada persona para bendecirla. Cuando pasó ante ella, el pensamiento que pasó por su cabeza es que “si Jesús podía perdonar a los que le llevaron a la muerte yo podía perdonar. Recibí una gracia masiva, un momento muy fuerte para mí. Cuando empecé a perdonarlos fue liberador”.
En su barrio y entre sus amigos, Nikola mostró que con esperanza y con fe ese barrio peligroso y violento podía cambiar, porque ellos podían cambiarlo “siendo modelos para los que nos rodean”.
Javier Lozano, Aleteia

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