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domingo, 7 de febrero de 2021

1-2 Diez fábulas de Esopo para trabajar las virtudes con nuestros hijos


FABLE


Estas breves narraciones, protagonizadas habitualmente por animales, se caracterizan por contener una enseñanza o moraleja final

Las fábulas de Esopo forman parte de la literatura infantil y ocupan un lugar muy especial dentro de los cuentos infantiles.

A Esopo, que vivió en la antigua Grecia durante el siglo VI a.C., se le atribuyen una gran parte de las fábulas más populares y habituales en nuestra cultura. Este escritor, cuya vida sigue siendo aún hoy un misterio, escribió más de 300 fábulas, que han sido imitadas y reinterpretadas por otros fabulistas posteriores.

Este tipo de cuentos, breves e ingeniosos, a pesar de tener más de dos mil quinientos años, siguen siendo muy populares entre los niños, gracias a su sencillez y fácil comprensión. Además, suelen estar protagonizadas por animales, que piensan, hablan y actúan como si fueran humanos, y siempre nos proporcionan una lección moral gracias a su comportamiento, en el que muestran cierta virtud o vicio. Al final de la historia, siempre se incluye una moraleja, que ayuda a niños y a adultos, a vivir determinados valores.

Las fábulas, además de aportar enseñanzas para la educación de nuestros hijos, también fomentan el desarrollo de su creatividad y aumentan el interés por la lectura. Cada una de las historias nos trae una sorpresa, ya que en ocasiones el desenlace de la historia es inesperado y sorprendente.

En Aleteia hemos realizado una selección de 10 fábulas para que disfrutéis con vuestros hijos, y saboreéis juntos la belleza y la sabiduría moral de sus historias.

1EL PASTOR Y EL LOBO

Todos los días, un pobre pastor mandaba a su hijo que llevara las ovejas a pacer.

Ya sabes que tenemos muy pocas ovejas -le decía- y que no podemos perder ni una, así que vigílalas con los cinco sentidos. Y si ves al lobo, grita tan fuerte como puedas, y el pueblo entero acudirá en tu ayuda.

El pastorcillo se pasaba los días tumbado sobre la hierba del prado mientras las ovejas pacían.

“Esto es aburridísimo”, se decía. “¡Ojalá apareciese el lobo! ¡Así al menos me distraería un poco!”.

Un buen día se le ocurrió una idea para entretenerse. Se puso de pie y comenzó a gritar desesperado:

¡Que viene el lobo, que viene el lobo!

Al oír los gritos, el pastor, el lechero y el panadero cogieron unos garrotes y echaron a correr hacia el prado. Cuando llegaron junto al pastorcillo, no podían con su alma.

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jehsomwang | Shutterstock
¿Dónde está el lobo? – le preguntaron.¡Aquí no hay ningún lobo! – respondió el chico, partiéndose de risa al verlos tan asustados-. ¡No era más que una broma!Escúchame, joven- le respondió el panadero-: tenemos cosas más importantes que hacer que venir corriendo hasta aquí para que nos tomes el pelo. Que sea la última vez que bromeas con cosas tan serias.

El muchacho parecía haber aprendido la lección, y aquella noche le prometió a su padre que nunca más volvería a mentir. Pero unos días más tarde, cuando estaba vigilando las ovejas, se acordó de lo mucho que se había divertido engañando a los aldeanos, y volvió a gritar:

¡Que viene el lobo, que viene el lobo!

Alarmados, los aldeanos abandonaron sus labores y corrieron hacia el prado armados con horcas, palos y garrotes. Pero no vieron al lobo por ningún lado.

¿Te parece gracioso, verdad? – le recriminaron al pastorcillo.Os juro que esta vez sí he visto al lobo- insistió el muchacho-, pero ha salido corriendo al oíros.

Como los aldeanos ya estaba escarmentados, nadie se creyó aquella excusa.

¡Ese chiquillo es un desvergonzado! – refunfuñaba el lechero de regreso a casa.

Al día siguiente, el pastorcillo llevó de nuevo sus ovejas al prado, y, apenas se tumbó en la hierba, descubrió una oscura figura de ojos relucientes que acechaba al rebaño desde lo más sombrío del bosque.

¡Que viene el lobo, que viene el lobo! – gritó entonces el pastorcillo con todas sus fuerzas.

El animal avanzó poco a poco lanzando un gruñido para espantar al pastor, quien seguía gritando despavorido:

¡Que viene el lobo, que viene el lobo!

Pero esta vez nadie acudió.

El lobo se abalanzó sobre una de las ovejas, la apresó por el cuello con sus poderosos colmillos y la devoró en un abrir y cerrar de ojos.

Moraleja: Nadie cree a un mentiroso
Ideas para pensar: Decir mentiras siempre trae desgracias. – No todo vale para pasar un buen rato – Pensar ideas con los niños para no aburrirnos

2LA CIGARRA Y LAS HORMIGAS

La alegre cigarra se pasó todo el verano tocando el acordeón y arrancando notas a su viejo violín. “No hay nada como la música”, se decía mientras marcaba el ritmo con sus patas. A menudo, veía pasar a las hormigas en hilera, cargadas con trozos de hojas y granos de cereal y se burlaba:

¡Mira que llegáis a ser tontas! – les decía-. ¡Con el calor que hace y no se os ocurre nada mejor que trabajar como esclavas! Venga, chicas, marcaos un baile, que el verano está hecho para cantar y menear la cintura. ¡Ya pensaremos en almacenar comida cuando caiga el primer copo de nieve!
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Pero cuando los días se acortaron y cayó la primera nevada, la alegre violinista no encontró nada que llevarse a la boca. Temblando de frío, se asomó al hormiguero para pedir caridad.

Por favor, amigas mías- les suplicó a las hormigas-, ¿por qué no me dais un granito de trigo o un tallito, por pequeño que sea? A vosotras os sobran las provisiones y yo, en cambio, tengo tanta hambre que ya no puedo ni cantar.¿Estás de broma?- respondieron las hormigas con desdén-. Nosotras nos pasamos el verano trabajando para que no nos faltaran víveres durante el invierno, y tu, mientras tanto, te dedicabas a cantar al son de tu acordeón. “¡Mira que llegáis a ser tontas!”, nos decías. “¡El verano está hecho para cantar y bailar!”. Pues ahora ya sabes lo que tienes que hacer: ¡cantar y bailar sobre la nieve!

Moraleja: No dejes para mañana lo que debas hacer hoy. Debemos ser constantes, perseverantes y previsores.
Ideas para pensar: Vicio de la Pereza y virtud de laboriosidad – Dar o no dar una segunda oportunidad a la cigarra – Generosidad de las hormigas

Merche Crespo, Aleteia

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