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miércoles, 24 de febrero de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Lucas 11, 29-32 La única señal que se dará es la de Jonás
 
 

Jonás tragado, época romana tardía, Asia Menor, Escultura 280-90 d. C., Mármol tallado
© The Cleveland Museum of Art, John L. Severance Fund 1965.237

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.

Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.

Comentario

Bulle

San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208)
obispo, teólogo y mártir
Contra los herejes III, 20,1 (Contre les hérésies. Dénonciation et réfutation de la gnose au nom menteur; Éd. du Cerf 1984) Trad. ©Evangelizo.org


El signo de Jonás

Dios ha mostrado su paciencia ante la debilidad del hombre porque veía de antemano la victoria que le concedería un día, gracias al Verbo. Porque, cuando “el poder se manifiesta en la debilidad” (cf 2Cor 12,9) el Verbo manifiesta la bondad de Dios y su magnífico poder.
En efecto, al hombre le pasó lo que al profeta Jonás. Dios permitió que éste fuera tragado por un monstruo marino, no para desaparecer y perecer del todo, sino para que, después de haber sido devuelto por el monstruo, fuera más dócil a Dios y glorificara a aquel que le dio inesperadamente la salvación. También lo hizo para conducir a los ninivitas a un arrepentimiento sincero y convertirlos a Aquel que los libraría de la muerte, gracias al prodigio que vieron cumplirse en Jonás. (...) De la misma manera, desde el principio, Dios permitió que el hombre fuera tragado por el gran monstruo, autor de la desobediencia, no para hacerlo desaparecer y perecer del todo, sino porque Dios había preparado de antemano la salvación realizado por su Verbo por medio del signo de Jonás. Esta salvación fue preparada para aquellos que tenían para con Dios los mismos sentimientos que Jonás y que los confesarían en los mismos términos: “Soy hebreo y adoro al Señor del cielo el que ha hecho el mar y la tierra” (Jon 1,9).
Dios quiso que el hombre, recibiendo de él la salvación inesperadamente, resucite de entre los muertos y glorifique a Dios diciendo con Jonás: “Grité al Señor en mi angustia, y él me respondió; desde el vientre del abismo pedí auxilio, y escuchaste mi voz” (Jon 2,2).Dios ha querido que el hombre siga siempre fiel en su alabanza y acción de gracias por la salvación obtenida. (EDD)





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