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| Marcos 8, 1-10 | | La multiplicación de los panes |
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| | Milagro del pan y los peces, Pintado por Giovanni Lanfranco (1582-1647), Pintado en 1623, Óleo sobre lienzo © National Gallery of Ireland, Dublin | En aquellos días, vio Jesús que lo seguía mucha gente y no tenían qué comer. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente: ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Si los mando a sus casas en ayunas, se van a desmayar en el camino. Además, algunos han venido de lejos”. Sus discípulos le respondieron: “¿Y dónde se puede conseguir pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?” Él les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos le contestaron: “Siete”. Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos, para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente. Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendijo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus discípulos y llegó a la región de Dalmanuta. |
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Comentario
"Me da pena esta multitud..." (Mc 8,2)
La narración de este milagro da lugar a constatar las operaciones diferentes de la divinidad y la humanidad, en la única y misma persona de nuestro Redentor. En consecuencia, aleja totalmente del credo de los cristianos y del seno del cristianismo el error de Eutiques, que osaba decir que había en Jesús una única operación. ¿Quién no ve que el sentimiento de pena que Nuestro Señor siente por esa multitud es un sentimiento de compasión propio a la naturaleza humana? ¿Pero quién no ve, al mismo tiempo, que es una obra de la potencia divina dar de comer a cuatro mil hombres con siete panes y algunos peces? |
"Todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado" (Mc 8,9). Esa multitud que acaba de comer y saciarse no se lleva los restos de pan, sino que los deja recoger por los discípulos en los canastos, como había efectuado anteriormente. Este hecho, explicado literalmente, nos enseña a estar contentos cuando tenemos lo necesario y a no buscar más de ello. El evangelista nos hace luego saber el número de los que estuvieron saciados: "Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió". Consideremos entonces que Nuestro Señor Jesucristo no quiere despedir a nadie en ayunas y, al contrario, desea dar a todos los hombres el alimento de su gracia. |
En sentido figurado, hay una diferencia entre este segundo milagro (Mc 8,1-9) y la primera multiplicación (Mc 6,30-45) de cinco panes y dos peces. La primera multiplicación es figura de la escritura del Antiguo Testamento, que estaba como pleno de gracia del Nuevo. La segunda multiplicación representa la verdad y la gracia del Nuevo Testamento, abundantemente comunicadas a los fieles. La multitud que, según el testimonio de San Mateo, espera tres días la sanación de sus enfermos (cf. Mt 15), es figura de los elegidos que tienen fe en la Santa Trinidad y con una oración perseverante imploran el perdón de sus pecados. También representa a los que se convierten al Señor con sus pensamientos, palabras y acciones. (EDD) |
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