Evangelio según San Mateo 11,16-19.
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: |
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'. |
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. |
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Juan Clímaco (c. 575-c. 650) |
La sabiduría de Dios reconoce el tiempo conveniente
Como dice el Eclesiastés hay “un tiempo para cada cosa bajo el sol” (Ecl 3,1). Por “cada cosa” debemos entender todo lo que concierne nuestro género de vida. Pongamos atención, por favor, buscando en cada momento lo que conviene a ese tiempo. |
Para los que combaten, hay un tiempo para la impasibilidad y un tiempo para dominar las pasiones (…), un tiempo para las lágrimas y otro para la frialdad. Hay un tiempo para obedecer y otro para mandar, un tiempo para ayunar y otro para comer, un tiempo para combatir el cuerpo -nuestro enemigo- y otro en que el fuego ha muerto. Un tiempo de tempestad para el alma y otro de alegría espiritual, un tiempo para enseñar y otro para escuchar, un tiempo de impureza -quizás por nuestro orgullo- y otro de purificación por la humildad. Un tiempo para el combate y otro de tregua lejos del peligro, un tiempo de hesyquia -paz, silencio, reposo- y otro para librarse sin distracciones a la actividad, un tiempo para la oración continua y otro para el servicio sincero. |
No nos dejemos tomar por un celo orgulloso que nos llevaría a buscar antes de tiempo lo que vendrá a su tiempo. No busquemos en invierno lo que debe venir en verano, o en tiempo de siembra lo que vendrá para la cosecha: hay un tiempo para sembrar labores y otro para recoger los inefables dones de la gracia. De lo contrario, cuando el tiempo llega, no recibiremos lo propio de ese tiempo. (EDD) |
Oración
Padre Bueno, que oíste el clamor de tu pueblo,
purifica mi sentido de oír,
despéjalo de los ruidos externos
para oír los internos.
Vos, que en tu Hijo escuchaste,
los gritos del endemoniado,
la voz de los discípulos,
el murmullo de los fariseos,
el grito de los enfermos,
el bullicio del mundo,
acerca tu oído a nosotros hoy…
Que por tu Espíritu aprenda
primero a oír
y después a escuchar.
Enséñame, Jesús, a descubrir tu mundo
a través de los sonidos,
para que encuentre
el génesis de su naturaleza
y así,
oiga “tu voz que se pasea por el jardín”
de tu Creación.
Ayúdame, Señor, a aplicar mi oído en tu corazón
para que en el silencio del desierto
oiga y escuche,
como Moisés ante la zarza ardiente,
lo que no es dicho
sino en mi pobre corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario