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jueves, 30 de diciembre de 2021

Evangelio del día

 


Evangelio según San Lucas 2,36-40.

Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)
monje griego
Himno 42 (SC 196. Hymnes III, Cerf, 2003), trad. sc©evangelizo.org


¡Apresurémonos a unirnos a Dios, que descendió a tierra por nuestra salvación!

Apresurémonos, hermanos, apresurémonos a unirnos a Dios, creador de todo, descendido a la tierra para nosotros, desdichados. Ha inclinado los cielos y se ocultó de los ángeles, habitó en el seno de la Virgen santa, de ella tomó carne, sin mutación, de manera inefable, viniendo para la salvación de todos.
No son de nosotros mismos las palabras, sino que son las palabras de Dios que manifestaron la luz del siglo venidero. Nuestra salvación es que el Reino descendió sobre la tierra, el Rey soberano de los seres de lo Alto y de los seres de aquí abajo, ha querido devenir semejante a nosotros. El fin es que compartamos el Reino de los cielos, tengamos parte a su gloria y seamos herederos de los bienes eternos que nadie jamás vio. Tengo la convicción, afirmo con mi fe, que esos bienes son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Trinidad Santa. Fuente de bienes, vida de todo lo que existe, alegría indecible y salvación de todos los que reciben algo de su inefable iluminación y son conscientes de estar en comunión con él.
Escuchen: es llamado Salvador porque a los que él se une, les procura la salvación. La salvación es ser liberado de todos los males y encontrar todos los bienes para siempre, al mismo tiempo. En vez de la muerte, la vida. En vez de las tinieblas, la luz, y en el lugar de la esclavitud de pasiones y acciones infames, la libertad total de quienes están unidos a Cristo, Salvador de todos. Poseerán para siempre toda alegría, felicidad, bienaventuranza (…) que sólo conocerá, concebirá y verá el que esté sincera y ardientemente unido a Cristo. (EDD)

Oración

Padre Celestial,

Derrama Tu Espíritu Santo para que me inspiren estas palabras
de las Sagradas Escrituras.

Mueve en mi alma el deseo a renovar mi fe y profundizar en mi
relación con tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, para que pueda
verdaderamente creer y vivir la Buena Nueva.

Abre mi corazón para que pueda oír el Evangelio y dame confianza para proclamar la Buena Nueva a los demás.

Derrama Tu Espíritu para que me fortalezca 
y así pueda ser testigo como la profetiza Ana
del Evangelio en mi vida diaria por medio de mis palabras y
acciones.


Que en los momentos de dudas recuerde:
Si no yo, entonces ¿quién proclamará el Evangelio?
Si no es ahora, entonces ¿cuándo se proclamará el Evangelio?
Si no proclamo la verdad del Evangelio, entonces,
¿qué proclamaré?

Dios, nuestro Padre, te ruego que por medio del Espíritu Santo,
pueda oír el llamado a la Nueva Evangelización para profundizar
en mi fe, crecer en la confianza para poder proclamar el
Evangelio, y ser testigo valiente de la gracia salvadora de tu
Hijo, Jesucristo, quien vive y reina contigo, en la unidad del
Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amen  

(USCCB)






























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