El cardenal Martino, protodiácono, proclama las condiciones
de la indulgencia en el Urbi et Orbi con Francisco
Como es tradicional en Navidad, el Papa se ha asomado al mediodía al balcón de la Logia central de la Basílica Vaticana para ofrecer su mensaje navideño y su bendición "Urbi et Orbi" (es decir, a la ciudad de Roma y al mundo), un mensaje que incluye indulgencia plenaria para quienes reciban la bendición, se confiesen y oren por las intenciones del Papa, como proclamó, según es costumbre, el cardenal protodiácono, que desde 2014 es Renato Martino.
Ha sido una mañana gris y lluviosa en Roma, los músicos de la Guardia Suiza resguardaban sus instrumentos con plásticos y las otras bandas musicales del tradicional encuentro protegían sus uniformes de gala con capas. La gente esperaba con paraguas mientras contemplaba el belén que representa la cultura chopcca, una rama quechua de Perú, entre la provincia de Huancavelica y Acobamba, a más de 3.500 metros de altura.
El Papa, en estas ocasiones, suele repasar la situación de sufrimiento y retos de diversos países del mundo. Francisco lo ha hecho animando a practicar el diálogo como única vía estable y duradera de resolver conflictos complicados.
La esperanza es más fuerte con el Niño Jesús
Aunque hay muchas dificultades en esta época, “más fuerte es la esperanza, porque ‘un niño nos ha nacido’”. Ante el riesgo de “no querer dialogar, o de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo”, el Papa insistió en que sólo dialogando se puede llegar “a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos”
Citando al prólogo de San Juan, recordó que “la Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros”. Pero Dios no actuó de forma aparatosa y estruendosa sino que “apareció como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio”. En efecto, “el Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros”, dijo el Pontífice.
“Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza”.
Habló de desgracias que "parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos". "Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas", advirtió.
Tragedias olvidadas
Así repasó las distintas guerras y violencias de países asiáticos: Siria, Irak, Yemen...
“Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados. Miremos a Iraq, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día”
El Papa también mencionó Tierra Santa, con “las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores”. Pidió asimismo que “no nos olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población”.
(La noche anterior, el Patriarca Pizzaballa en Belén mencionó los mismos temas: las tensiones en Israel y la falta de peregrinos).
Francisco se refirió también a Líbano "que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes”.
El Papa se dirigió al Niño Jesús para orar por diversos países donde aumenta la violencia: Afganistán, Myanmar, Etiopía, Sudán, el Sahel, Ucrania...
“Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero. Sostén a todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria; consuela al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país”
Al “Rey de las naciones”, el Papa le pidió que ayude “a las autoridades políticas a pacificar las sociedades devastadas por tensiones y conflictos”. De modo concreto le pidió que sostenga “al pueblo de Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes”.
“Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso”
De la misma manera invocó al “Príncipe de la Paz”, para que asista “a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar”.
Que escuche “el grito de los pueblos de la región del Sahel, que padecen la violencia del terrorismo internacional”; y que dirija “su mirada a los pueblos de los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur”. El Santo Padre prosiguió en su mensaje de Navidad:
También mencionó su continente natal: “Haz que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos”.
Violencia contra mujeres, niños y ancianos; y familias rotas
Al “Hijo de Dios”, el Papa le pidió que conforte “a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia”; que ofrezca “esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos”; que dé “consuelo y afecto a los ancianos, sobre todo a los que se encuentran más solos”; y que conceda “serenidad y unidad a las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social”.
“Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles”
Francisco se dirigió al “Niño de Belén”, para pedirle que permita “que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas puedan volver pronto a sus hogares”. “No nos dejes indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados, añadió, puesto que “sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas”.
Por último, orando al "Verbo Eterno” que se hizo carne, el Santo Padre le pidió que nos haga “diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida”.
"Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz", fue su oración final.
ReL
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